Andrés Manuel López Obrador. Foto: Germán Canseco |
Por
Rafael Croda (apro).- Los principales medios sudamericanos han dedicado
amplios espacios en los últimos días a dar cuenta del proceso electoral
en México y de las altas posibilidades que existen de que el candidato
presidencial de Morena, Andrés Manuel López Obrador, sea el triunfador
de la contienda.
Desde Argentina hasta Colombia, pasando por Sao Paulo, Lima, Santiago
y Quito, los grandes diarios nacionales reportan la enorme ventaja que
le lleva López Obrador en las encuestas a sus competidores, los
candidatos de la Coalición Por México al Frente, Ricardo Anaya; del PRI,
José Antonio Meade, y el independiente Jaime Rodríguez “El Bronco”.
Los titulares de Folha de Sao Paulo, Página 12, Clarín, La Tercera,
El Comercio, El Telégrafo y El Tiempo son elocuentes: “López Obrador,
cerca del poder”, “El viraje que puede dar México en las elecciones del
próximo domingo”, “Una inevitable victoria”, “Un cambio de rumbo”.
Y más allá de la cobertura de los medios de comunicación, las
elecciones mexicanas y la posibilidad de que un centroizquierdista como
López Obrador llegue a la Presidencia de un país con tanto peso a nivel
regional son motivo de interés en los círculos políticos y académicos de
la región.
Una victoria del candidato presidencial de Morena constituiría el
triunfo más importante de la izquierda latinoamericana en varios años y
ocurriría en un momento en el que esa corriente política pareciera estar
en entredicho por la ruina que ha causado el madurismo en Venezuela y
por los casos de corrupción que enfrentan Luis Inácio Lula da Silva en
Brasil y Cristina Fernández en Argentina.
En las elecciones presidenciales del pasado 17 de junio en Colombia
el candidato progresista Gustavo Petro obtuvo el 42% de los sufragios,
una votación histórica para la izquierda de este país, pero a la postre
insuficiente para impedir el regreso de la ultraderecha uribista al
poder a través del candidato Iván Duque.
Y en diciembre pasado, el empresario centroderechista Sebastián
Piñera regresó al poder en Chile al derrotar al candidato de la
centroizquierda Alejandro Guillier, quien era respaldado por la
presidenta socialista Michelle Bachelet.
La reelección del presidente Nicolás Maduro en Venezuela en mayo
pasado en realidad no puede contar como un triunfo de la izquierda. El
régimen de Caracas es cada vez más parecido a las dictaduras militares
de extrema derecha que proliferaron en Sudamérica en los 70 y 80 y que
se mantuvieron en el poder con represión, corrupción, autoritarismo y
ahogando libertades básicas.
Nuevo progresismo
Desde la perspectiva del excandidato presidencial colombiano y actual
senador electo, Gustavo Petro, un triunfo de López Obrador en México
propiciaría el surgimiento de un nuevo progresismo latinoamericano que
estaría al margen del izquierdismo antidemocrático y represor que
proclama Venezuela.
“El nuevo progresismo –dijo Petro en una reciente entrevista con Proceso—
rompe con la división del trabajo que nos ha asignado el papel de
simples exportadores de materias primas. Significa, además de la
protección de nuestros recursos naturales, ser autónomos, independientes
de las fuerzas del mercado en el mundo y tener una base productiva
sustentada en el conocimiento, en el saber, en la educación”.
Esto, aseguró, “es algo que ya hicieron Corea del Sur y los países del sudeste asiático, incluida China”.
De acuerdo con Petro, el modelo de la izquierda tradicional
latinoamericana “se mueve en otra dirección, en la dirección de lo que
yo llamo el progresismo fósil, que se basa en la explotación de recursos
naturales como petróleo, carbón, gas natural y todo tipo de materias
primas”.
Señaló que “el caso más claro, es el de Venezuela, un país
monodependiente del petróleo que vive una grave crisis económica,
política y social”.
Petro consideró que el camino hacia un nuevo progresismo, con
políticas a favor de la vida, “comienza a percibirse en México con López
Obrador”.
Lo cierto es que hace una década, el 80% de la población sudamericana
tenía presidentes de izquierda. Hoy, ese porcentaje, se ha invertido.
En 2008, Lula gobernaba en Brasil, Michelle Bachelet en Chile y
Tabaré Vásquez en Uruguay, con un común denominador: los tres
desarrollaban proyectos con sello socialdemócrata. Una izquierda más
dura estaba en el poder en Venezuela, con Hugo Chávez: en Bolivia, con
Evo Morales; en Ecuador, con Rafael Correa, y en Argentina, con Cristina
Fernández.
La llegada de Mauricio Macri y Michel Temer a las Presidencias de
Argentina (en 2015) y Brasil (en 2016), respectivamente, marcó el giro a
la derecha de la región. El círculo se cerró este año, con la llegada
al poder de Sebastián Piñera en Chile, en reemplazo de Michelle
Bachelet, y el triunfo en Colombia de Iván Duque, el candidato del
ultraderechista exmandatario Álvaro Uribe.
En un punto medio están hoy los presidentes centroizquierdistas de
Ecuador, Lenín Moreno, y de Uruguay, Tabaré Vásquez, quienes serían dos
interlocutores naturales de López Obrador en la región en caso de que
este gane la Presidencia de México el próximo domingo.
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