Los estudiosos en la materia estiman que la capacidad de fraude en
México alcanza para modificar los resultados en aproximadamente seis
puntos porcentuales, el equivalente a unos 3 millones de votos.
Adicionalmente, las nuevas reglas con respecto a la nulidad de una
elección permiten que los magistrados del Tribunal Electoral del Poder
Judicial de la Federación anulen con gran facilidad cualquier elección
en la que el margen de victoria haya sido menor de 5%.
Ello significa que Andrés Manuel López Obrador debe ganar por un
mínimo de 11 puntos porcentuales, unos 5.5 millones de votos, sobre el
segundo lugar para que las autoridades electorales se vean obligadas a
aceptar el triunfo del tabasqueño. La victoria debe ser suficientemente
grande para poder soportar una rebaja de 6% auspiciada por el Instituto
Nacional Electoral y todavía contar con una ventaja suficientemente
grande para evitar una nulidad parcial y corrupta de parte de los
magistrados electorales.
El primer eslabón en la cadena de confianza, o desconfianza, con
respecto a los resultados electorales será la divulgación de las
“encuestas de salida” a partir de las 20:00 horas el mismo día de la
elección. Estos sondeos con votantes después de que hayan emitido su
sufragio normalmente dan una excelente indicación con respecto a la
tendencia general de las preferencias ciudadanas. Sin embargo, en las
elecciones cerradas muchas veces las casas encuestadoras deciden guardar
sus resultados por temor a que no coincidan finalmente con los
resultados oficiales o por amenazas desde el poder para no echar abajo
un operativo de fraude electoral.
Por ejemplo, en las pasadas elecciones para gobernador del Estado de
México, el 4 de junio de 2017, más de 20 casas encuestadoras se habían
registrado para levantar encuestas de salida. Entre ellos se encontraba
Consulta Mitofsky, que incluso unos días antes se había comprometido
públicamente a dar a conocer los resultados de su encuesta de salida
después del cierre de las casillas electorales.
Sin embargo, misteriosamente la noche de la elección todas y cada una
de las casas encuestadoras se quedaron calladas. Ni Roy Campos ni
ningún otro encuestador se atrevieron a dar a conocer sus resultados.
Unas horas después, el Instituto Electoral del Estado de México (IEEM)
daría a conocer los resultados de su “conteo rápido”, con base en un
muestreo de casillas extrañamente rasurado en casi la tercera parte, lo
cual arrojaba una ventaja para el primo de Enrique Peña Nieto, Alfredo
del Mazo, sobre la candidata de Morena, Delfina Gómez, de dos puntos
porcentuales.
Posteriormente, el Programa de Resultados Electorales Preliminares
también contaría con una gran cantidad de irregularidades. Y finalmente
en los “cómputos distritales”, cuando el miércoles después de la
elección se revisaban las actas, una por una, para asegurar que no
hubiera ninguna irregularidad, la mayoría de los consejeros del IEEM y
los representantes del PRI, el PAN y el PRD cerraron filas con el fin de
limitar al máximo la cantidad de paquetes electorales sujetos a
recuento.
Tal y como lo relata el único consejero electoral disidente del IEEM,
el doctor Gabriel Corona, en su contribución al libro de Bernardo
Barranco El infierno electoral, la suma de todas estas irregularidades
resultó en una muy sospechosa triangulación y acomodo de cifras
“oficiales” para permitir la “victoria” de Del Mazo, a pesar de las
claras evidencias de que probablemente había sido Gómez la verdadera
ganadora de la contienda.
Si López Obrador no arrasa en la elección presidencial, las
tentaciones serán enormes para modificar los resultados electorales de
la misma manera en que lo hicieron los operadores del PRI en el Estado
de México. Por ejemplo, el actuario Arturo Erdely ha demostrado cómo los
institutos electorales pueden manipular metodologías estadísticas con
el fin de poder declarar “empates técnicos” falsos.
El doctor Erdely ha desarrollado su análisis completo en un artículo
científico reciente (véase https://bit.ly/21n0VMb, también resumido en
https://bit.ly/2JVTla3). La trampa consiste en elevar innecesariamente
el “nivel de confianza” de los resultados del conteo rápido con el fin
de ampliar al máximo los “intervalos de error” para los porcentajes de
cada candidato y así poder declarar un supuesto “empate” aun cuando la
diferencia real entre el primero y el segundo lugar alcanza hasta 10
puntos porcentuales.
Es decir, aun si López Obrador llevara una ventaja contundente sobre
el segundo lugar, cuando Lorenzo Córdova sale a dar los resultados del
conteo rápido a las 23: 00 horas del 1 de julio podría recurrir a este
truco para declarar un supuesto “empate técnico” entre los dos
candidatos. Ello les daría varios días a los operadores del fraude para
modificar las actas y alterar las boletas antes del conteo distrital
definitivo, que tendrá lugar el 4 y 5 de julio.
Existen infinidad de maneras para alterar los resultados electorales y
defraudar la voluntad popular. El único antídoto indestructible al
veneno de la corrupción electoral es la masiva participación ciudadana.
Todos y todas estamos convocados a las urnas el próximo domingo 1 de
julio para, juntos, derrotar a los fraudulentos e iniciar la
construcción de una nueva República.
www.johnackerman.blogspot.com
Twitter: @JohnMAckerman
No hay comentarios.:
Publicar un comentario