Por Jaime Avilés †
“Los
potentados que tienen secuestradas las instituciones y todo lo
subordinan a sus intereses confían en que mediante la teledictadura van a
imponer al próximo presidente de México”, alertó Andrés Manuel López Obrador la histórica noche del 15 de septiembre de 2010 en la Plaza de las Tres Culturas, en Tlatelolco, antes de dar, ante miles de simpatizantes, el Grito de los Libres, donde exclamó: “¡Arriba los de abajo!”.
Después de loar los nombres de los caudillos que iniciaron y culminaron la lucha por la independencia de nuestro país, el principal dirigente opositor del México actual añadió:
“¡Vivan los héroes anónimos! ¡Vivan los indígenas! ¡Vivan los
campesinos! ¡Vivan los obreros! ¡Vivan los migrantes! ¡Vivan los
artistas! ¡Vivan los maestros! ¡Vivan los profesionistas! ¡Vivan los
sectores productivos! ¡Vivan los jóvenes! ¡Vivan las mujeres! ¡Viva la
cultura! ¡Vivan los dirigentes sociales y políticos asesinados o
desaparecidos por defender las causas populares!”.
Como músicos de una orquesta ansiosos por volver a tocar en cuanto finalice la intervención del solista, la gente esperó a que Andrés Manuel terminara de leer la larga y emotiva oración,
y respondió: “¡Vivan!”. El líder tabasqueño dijo en seguida: “¡Libertad
a los presos políticos!, y la plaza contestó: ¡Libertad!. ¡Abajo el mal
gobierno! ¡Abajo! ¡Abajo los privilegios! ¡Abajo! ¡Arriba los de abajo!
¡Arriba!”.
Desde el centro del escenario, al pie del histórico
edificio Chihuahua –en algunas de cuyas ventanas había fotografías del
presidente legítimo con la banda tricolor sobre el pecho y mensajes de
apoyo al movimiento que conduce–, López Obrador culminó así: “¡Viva la nueva República! Y por tres veces consecutivas: ¡Viva México!”.
López Obrador inició su discurso en punto de las 21:45 y lo concluyó a las 22:00 horas, para protagonizar el ritual del Grito.
Dijo de entrada: “venimos a recordar que no fueron los acaudalados los
que siguieron a Hidalgo y a Morelos en su rebelión contra la tiranía.
Fueron los pobres, los desposeídos, los indígenas y los peones
acasillados… El pueblo tomó conciencia y supo que era más fuerte que
quienes se creían amos y señores, que podía liberarse y derrotar a
quienes lo oprimían”.
“Con ese mismo ideal de justicia y con la
esperanza puesta en el despertar del pueblo, hoy, los aquí presentes, y
muchos más, estamos luchando para derrotar de manera pacífica a la
actual oligarquía, al régimen de corrupción, opresión y privilegios que
está destruyendo al país”. Después de enumerar las
características más notorias del grupo dominante –no pagan impuestos, no
crean empleos, imponen salarios de hambre, fomentan la migración–,
subrayó que “en estos tiempos de mayor sufrimiento, no sólo no hacen
nada por el interés público sino que siguen lastimando con saña a la
gente”.
Al describir los hechos negativos más recientes, mencionó “el [enésimo] aumento a la gasolina, las nuevas concesiones a Televisa, la disminución de las pensiones a jubilados, el despido de mineros, electricistas y trabajadores de Mexicana de Aviación” y “la [nueva] inundación de Tabasco provocada por el desfogue de las presas para favorecer a los productores privados de energía eléctrica”.
En
sus cálculos, prosiguió, “este grupo piensa que tiene todo bajo
control. Confía en su dominio de la mayoría de los medios y de la
televisión para seguir manipulando al pueblo”, y “ahora su apuesta es imponer, mediante la teledictadura, al próximo presidente de México”.
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Pero,
advirtió en plan desafiante: “desde esta Plaza de las Tres Culturas,
donde los estudiantes lucharon por la democracia y fueron sacrificados
por el autoritarismo del PRI, les decimos que no les será fácil consumar
una nueva felonía”. Y reveló cómo, a su juicio, será posible lograrlo:
“Si
cada mujer y cada hombre consciente se compromete a convencer a cinco
ciudadanos entre sus familiares, vecinos, amigos y compañeros de
trabajo, no sólo tendremos asegurada la victoria en 2012 sino que, con
esa fuerza organizada, con ese poder ciudadano, llevaremos a cabo la
renovación tajante que necesita el país”.
López Obrador cerró con estas palabras: “Tengamos
fe en que México se salvará; es cosa de que logremos evitar que nadie
sea indiferente al porvenir de la patria. Tenemos de nuestro lado la
razón histórica: la patria no la construyeron los héroes para que la
mancillaran los ambiciosos. Es el espacio que los héroes nos legaron a
nosotros, y a los que vienen, para vivir con dignidad y justicia, para
soñar y ser felices”.
Y feliz como vino, la gente se fue eufórica, atiborrando los vagones del Metro y cantando una clásica de Tintán, que decía: “El Peje tiene… personalidad, personalidad”, mientras arriba, la ciudad lucía lúgubre, fantasmagórica, apanicada, desierta.
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