Ciudad de México. En el sexto día
del juicio oral por el feminicidio de Lesvy Berlín Rivera Osorio
continúan saliendo a flote las negligencias de las autoridades
encargadas de la investigación. En esta ocasión le tocó turno a
un perito de la Procuraduría de Justicia de la Ciudad de México (PGJ)
quien reconoció que no se resguardó la caseta telefónica de la
Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) donde se encontró el 3 de
mayo de 2017, el cuerpo de la joven de 22 años de edad.
Ayer miércoles 18 de septiembre compareció en los juzgados del
Reclusorio Oriente el perito en criminalística de la PGJ, Javier García
Ortiz, quien responsabilizó al personal de vigilancia de la UNAM de no
preservar el lugar donde ocurrió el posible feminicidio de Lesvy.
Al respecto cabe recordar que el Protocolo para la investigación del
delito de feminicidio de la PGJ señala que es obligación del personal
pericial salvaguardar el lugar de los hechos en tiempo para evitar que
se contamine. También establece que cuando la víctima haya sido
encontrada ahorcada o estrangulada, el personal pericial debe cortar la
cuerda, ligadura u objeto que causó la asfixia.
Sin embargo, cuando Javier García acudió el 3 de mayo de 2017 a la
caseta pública donde el cuerpo de Lesvy yacía suspendido con el cable
del teléfono enredado en su cuello, sólo estudió el cadáver e intervino
en su levantamiento. Nunca recogió el cable como evidencia.
Dos días más tarde el perito de la PGJ regresó al lugar para obtener
esa evidencia, pero la caseta telefónica ubicada en las inmediaciones
del Instituto de Ingeniería de la UNAM estaba cubierta de cartulinas,
flores y veladoras en memoria de Lesvy. Nadie había preservado el lugar
del crimen.
Javier Ortíz dijo al Tribunal presidido por el juez José Juan Soto
Pérez que esperaba un oficio para hacer dicha diligencia, y que por ser
instalaciones de la UNAM, esta institución de estudios debía preservar
el lugar del crimen, pero “desconocía por qué no lo hicieron”.
Cabe recordar que cuando la Quinta Sala Penal del Tribunal Superior
de Justicia (TSJ) reclasificó en octubre de 2017 el caso de Lesvy a
feminicidio también señaló que el perito García Ortíz omitió describir
lesiones en el cuerpo de la víctima que fueron descritas por otros
peritos.
La primera teoría de la PGJ es que Lesvy se colocó el cable del teléfono público alrededor de su cuello y se deslizó dejándose caer “de tal modo que la gravedad y su peso, provocaron la asfixia y en consecuencia, la pérdida de su vida”.
Según esta versión, su pareja sentimental Jorge Luis González sólo
presenció los hechos sin intervenir, por ello se le acusó primero del
delito de homicidio.
El perito en criminalística de la PGJ detalló también a los jueces que no había un nudo en el cable del teléfono como ocurre en los casos de suicidio; y que la víctima no presentaba rasgos de lucha o forcejeo previos a su muerte. No obstante, abrió la posibilidad de que fuera lesionada al constatar lesiones en nariz, cabeza y frente.
En su turno, la defensa legal de Jorge Luis interrogó al perito sobre
si la suspensión incompleta en la que se encontró el cuerpo de la
víctima es una posición de maniobras suicidas, a lo que el perito
respondió que no.
Asimismo aclaró que no siempre en agresiones se reflejan las luchas o
forcejeo por condiciones físicas de desventaja de las víctimas frente a
sus agresores.
Victimario al descubierto
En las seis audiencias que han transcurrido desde el 10 de septiembre
por el feminicidio de Lesvy los cuestionamientos se han centrado en las
conductas y vida privada de la joven, pero en esta ocasión los
reflectores apuntaron hacia el presunto victimario, Jorge Luis González.
El psicológo del Reclusorio Oriente, Gaspar Velázquez, quien practicó
un estudio a Jorge Luis con la finalidad de determinar el tratamiento
que debe recibir dentro del penal donde permanece en prisión preventiva,
testificó ante los jueces que su diagnóstico fue “desfavorable”.
“Jorge Luis tiene bajas capacidades para controlar impulsos, tolerar la frustración y no tiene buen desempeño social. Estos rasgos de personalidad, aunados al consumo habitual de drogas, lo podrían llevar a ejecutar ‘conductas inadecuadas graves’”.Psicólogo del Reclurosio Oriente Gaspar Velázquez
Quizá, algunas de estas conductas son las que presenció Natalia
Sofía, la tercera testigo de la jornada del 18 de septiembre, quien
conoció a la pareja en marzo de 2017 cuando rentaban un cuarto en una
casa de estudiantes cercana a la UNAM.
Arrepentida
De dos a tres veces por semana, Natalia escuchaba en la madrugada a
sus vecinos: golpes a objetos, llantos de Lesvy y Jorge Luis gritando
maldiciones. Una ocasión -narró al Tribunal- Lesvy entró a su dormitorio
llorando, cayó en el suelo, pero se reincorporó para salirse
rápidamente.
“¿Llamó a alguna patrulla?” Le cuestionó el representante legal de
Jorge Luis. Natalia negó. “Mi reacción fue callar, me siento muy
arrepentida de ello…”. La testigo ni siquiera terminó su explicación
cuando fue interrumpida por el Juez y el abogado, no le permitieron
concluir.
Jorge Luis y Lesvy fueron echados de esa casa.
Este jueves 19 de septiembre es el último día que tienen el
Ministerio Público y las asesoras jurídicas de la familia de Lesvy para
aportar evidencias que permitan esclarecer el feminicidio. Testificará
ante los jueces, la madre de la víctima, Araceli Osorio, así como
expertos y expertas internacionales, quienes hablarán sobre el círculo
de violencia en el que se encontraba Lesvy, la causa de su muerte, el
modo en que ocurrió y qué significó la exposición pública de su cuerpo.
19/HZM/LGL
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