Uno de los carros que desfilaron frente al Palacio Nacional.
En el desfile, el papel protagónico se lo llevó la Guardia Nacional
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Desde el balcón central de Palacio Nacional, Andrés
Manuel López Obrador no cesaba de aplaudir complacido. Encabezaba su
primer desfile en la doble condición de Presidente y comandante supremo
de las fuerzas armadas. Orgulloso, observaba el arranque de la parada
militar con su magna creación en los albores del sexenio: la Guardia
Nacional (GN).
Protagonista en la conmemoración por el 209 aniversario del inicio de
la Guerra de Independencia, ese ambicioso despliegue de la GN exhibió
en sus diversas facetas, formaciones y regimientos, el equipo
tecnológico dotado a esta corporación dedicada a la compleja tarea de
contener –por ahora todavía infructuosamente– el crecimiento de la
violencia en el país.
Miles de soldados y marinos reconvertidos ahora en Guardia Nacional
conformaron gran parte del contingente que desfiló bajo el nombre de
Agrupamiento Cuarta Transformación. Fugazmente habían pasado en carros
alegóricos, como preámbulo a la procesión militar, Hidalgo, Morelos,
Aldama, Allende, La Corregidora Josefa Ortiz de Domínguez, Juárez,
Madero, Zapata, Villa. Toda la gama de héroes patrios que en su momento
independizaron, reformaron y revolucionaron al país.
Era la apertura del primer desfile militar en este sexenio que,
acorde con la visión presidencial, evocó aquellas gestas heroicas bajo
el eufemismo de las tres transformaciones para desembocar en la cuarta,
oficialmente ya en marcha.
Bajo esta óptica se diseñó el orden de los primeros contingentes que
integraron la parte civil del cambio porque insólitamente formaron parte
de la celebración, los camiones tanque (pipas) que adquirió Petróleos
Mexicanos para la lucha contra el huachicol.
También estuvieron representantes de quienes desarrollan la nueva era
en las Islas Marías, ahora convertidas en el centro cultural-ambiental
José Revueltas, los ingenieros que se encargarán de construir el nuevo
aeropuerto e incluso algunos beneficiarios de los programas sociales
insignia: Adultos mayores y Jóvenes construyendo el futuro.
Prolongado paso del agrupamiento Cuarta Transformación, que incluyó
las representaciones extranjeras a través de corporaciones similares a
la GN: el cuerpo de Carabineros de Chile, la Guardia Civil española, los
caribinieri italianos y la Gendarmería polaca, así como delegaciones de Argentina y Portugal.
Esta vez el Ejército y la Marina pasaron a segundo término, desplazadas por la GN
el instrumento primordial, según el discurso oficial, para combatir la delincuencia y alcanzar la paz.
Las innovaciones incluyeron también a los convocados a presenciar la
parada desde el Palacio Nacional. Además de su esposa, Beatriz Gutiérrez
Müller, en el balcón central López Obrador sólo estuvo acompañado por
la jerarquía castrense: el general Luis Cresencio Sandoval, secretario
de la Defensa Nacional y el almirante José Rafael Ojeda, titular de la
Secretaría de Marina.
El quinto en ese privilegiado balcón fue, quizá con el Presidente, el
más entusiasta observador de la parada militar: Alfonso Durazo,
secretario de Seguridad Pública y Protección Ciudadana. Su semblante
satisfecho quedaba muy lejano del que se le vio en su agotadora jornada
del pasado viernes 13, cuando se dedicó a tratar de apaciguar a los
insurrectos policías federales renuentes a incorporarse a la GN.
Pero esa reubicación de los invitados especiales no pareció caer bien
a los principales desplazados del lugar central: ni el presidente de la
Suprema Corte de Justicia de la Nación, Arturo Zaldívar, ni la
presidenta de la Cámara de Diputados, Laura Rojas, lucieron buen
semblante durante la hora con 41 minutos en la que se desarrolló el
desfile. Incómoda se veía a la panista, tan ajena a esto de la Cuarta
Transformación, aunque momentos después, en privado, ambos tuvieron una
sonriente sesión de fotos con López Obrador.
Paradojas del poder: asignado a ese mismo balcón alterno, el
canciller Marcelo Ebrard tuvo ahí un lugar de privilegio. Y fue el único
integrante del gabinete –con excepción de los directamente involucrados
en esta celebración militar– convidado a presenciarla, lo que generó
por supuesto las incipientes suspicacias sucesorias.
Las maniobras aéreas complementaron la exhibición en tierra. Surcaron el cielo los F-5 –aeronaves de combate supersónico tipo caza–, los Texan
de reconocimiento y adiestramiento, los helicópteros de transporte de
tropas y ambulancias aéreas. En suma, un espectáculo que incluyó 74
aeronaves.
También en su tránsito del aire hacia el Zócalo ocurrió el único
incidente en la festividad, cuando el infante de la élite paracaidista
de la Secretaría de Marina, Valente Mateo Hernández, movido por una
traicionera corriente de aire debió hacer un forzado viraje, se
accidentó sobre la calle Corregidora y resultó lesionado.
A las 12:41 el general Dagoberto Espinoza, subsecretario de la
Defensa Nacional y comandante de la columna, daba por terminado el
desfile:
Sin novedad.
Desde el balcón central de Palacio Nacional, Andrés
Manuel López Obrador no cesaba de aplaudir complacido. Encabezaba su
primer desfile en la doble condición de Presidente y comandante supremo
de las fuerzas armadas. Orgulloso, observaba el arranque de la parada
militar con su magna creación en los albores del sexenio: la Guardia
Nacional (GN).
Protagonista en la conmemoración por el 209 aniversario del inicio de
la Guerra de Independencia, ese ambicioso despliegue de la GN exhibió
en sus diversas facetas, formaciones y regimientos, el equipo
tecnológico dotado a esta corporación dedicada a la compleja tarea de
contener –por ahora todavía infructuosamente– el crecimiento de la
violencia en el país.
Miles de soldados y marinos reconvertidos ahora en Guardia Nacional
conformaron gran parte del contingente que desfiló bajo el nombre de
Agrupamiento Cuarta Transformación. Fugazmente habían pasado en carros
alegóricos, como preámbulo a la procesión militar, Hidalgo, Morelos,
Aldama, Allende, La Corregidora Josefa Ortiz de Domínguez, Juárez,
Madero, Zapata, Villa. Toda la gama de héroes patrios que en su momento
independizaron, reformaron y revolucionaron al país.
Era la apertura del primer desfile militar en este sexenio que,
acorde con la visión presidencial, evocó aquellas gestas heroicas bajo
el eufemismo de las tres transformaciones para desembocar en la cuarta,
oficialmente ya en marcha.
Bajo esta óptica se diseñó el orden de los primeros contingentes que
integraron la parte civil del cambio porque insólitamente formaron parte
de la celebración, los camiones tanque (pipas) que adquirió Petróleos
Mexicanos para la lucha contra el huachicol.
También estuvieron representantes de quienes desarrollan la nueva era
en las Islas Marías, ahora convertidas en el centro cultural-ambiental
José Revueltas, los ingenieros que se encargarán de construir el nuevo
aeropuerto e incluso algunos beneficiarios de los programas sociales
insignia: Adultos mayores y Jóvenes construyendo el futuro.
Prolongado paso del agrupamiento Cuarta Transformación, que incluyó
las representaciones extranjeras a través de corporaciones similares a
la GN: el cuerpo de Carabineros de Chile, la Guardia Civil española, los
caribinieri italianos y la Gendarmería polaca, así como delegaciones de Argentina y Portugal.
Esta vez el Ejército y la Marina pasaron a segundo término, desplazadas por la GN
el instrumento primordial, según el discurso oficial, para combatir la delincuencia y alcanzar la paz.
Las innovaciones incluyeron también a los convocados a presenciar la
parada desde el Palacio Nacional. Además de su esposa, Beatriz Gutiérrez
Müller, en el balcón central López Obrador sólo estuvo acompañado por
la jerarquía castrense: el general Luis Cresencio Sandoval, secretario
de la Defensa Nacional y el almirante José Rafael Ojeda, titular de la
Secretaría de Marina.
El quinto en ese privilegiado balcón fue, quizá con el Presidente, el
más entusiasta observador de la parada militar: Alfonso Durazo,
secretario de Seguridad Pública y Protección Ciudadana. Su semblante
satisfecho quedaba muy lejano del que se le vio en su agotadora jornada
del pasado viernes 13, cuando se dedicó a tratar de apaciguar a los
insurrectos policías federales renuentes a incorporarse a la GN.
Pero esa reubicación de los invitados especiales no pareció caer bien
a los principales desplazados del lugar central: ni el presidente de la
Suprema Corte de Justicia de la Nación, Arturo Zaldívar, ni la
presidenta de la Cámara de Diputados, Laura Rojas, lucieron buen
semblante durante la hora con 41 minutos en la que se desarrolló el
desfile. Incómoda se veía a la panista, tan ajena a esto de la Cuarta
Transformación, aunque momentos después, en privado, ambos tuvieron una
sonriente sesión de fotos con López Obrador.
Paradojas del poder: asignado a ese mismo balcón alterno, el
canciller Marcelo Ebrard tuvo ahí un lugar de privilegio. Y fue el único
integrante del gabinete –con excepción de los directamente involucrados
en esta celebración militar– convidado a presenciarla, lo que generó
por supuesto las incipientes suspicacias sucesorias.
Las maniobras aéreas complementaron la exhibición en tierra. Surcaron el cielo los F-5 –aeronaves de combate supersónico tipo caza–, los Texan
de reconocimiento y adiestramiento, los helicópteros de transporte de
tropas y ambulancias aéreas. En suma, un espectáculo que incluyó 74
aeronaves.
También en su tránsito del aire hacia el Zócalo ocurrió el único
incidente en la festividad, cuando el infante de la élite paracaidista
de la Secretaría de Marina, Valente Mateo Hernández, movido por una
traicionera corriente de aire debió hacer un forzado viraje, se
accidentó sobre la calle Corregidora y resultó lesionado.
A las 12:41 el general Dagoberto Espinoza, subsecretario de la
Defensa Nacional y comandante de la columna, daba por terminado el
desfile:
Sin novedad.
Foto Cristina Rodríguez
Rosa Elvira Vargas y Alonso Urrutia
Periódico La Jornada
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