Un ataque con drones a dos
instalaciones de la petrolera saudita Aramco –que nulificó cuando menos
50 por ciento de la capacidad exportadora de crudo de esa empresa–
provocó una rápida alza en los precios internacionales del hidrocarburo y
calentó la de por sí ardiente situación en esa zona del planeta.
Más tardaron en reventar las instalaciones de Aramco, que Donald
Trump y su secretario de Estado, Mike Pompeo, en achacar al gobierno
iraní la autoría del atentado y declararse
armado y listo para responder. Ello, con todo y que los rebeldes hutíes –que operan en Yemen– reivindicaron tal agresión.
Pero más allá del sonido de tambores de guerra –la música preferida
del esquizofrénico que habita la Casa Blanca– el impacto inmediato fue
la reducción a la mitad de la capacidad saudita para producir crudo y el
incremento de los precios internacionales del combustible.
La empresa Aramco produce a diario alrededor de 11 millones de
barriles de crudo y tiene un innegable peso específico a la hora de
fijar los precios internacionales del hidrocarburo. Y tiene tanto que
tras conocerse el alcance del atentado del pasado sábado, tales precios
se dispararon hasta 20 por ciento, según el tipo de crudo, de tal suerte
que de la noche a la mañana otras naciones exportadoras de petróleo han
visto crecer sus ingresos.
La información internacional revela que el precio del petróleo Brent
del Mar del Norte se incrementó casi 20 por ciento (unos 72 dólares por
barril); el West Texas International aumentó 17 por ciento (trepó a 64
dólares), y así por el estilo, en lo que constituye el mayor avance de
los últimos 11 años en un solo día.
Para el caso mexicano, el precio del crudo nacional de exportación se
incrementó 16.43 por ciento entre el cierre del viernes 13 y el
correspondiente al lunes 16 de septiembre. De acuerdo con la información
de Petróleos Mexicanos, en ese breve lapso el barril mexicano de
exportación pasó de 56.54 a 65.83 dólares (un nivel no reportado desde
noviembre del año pasado), o si se prefiere un
saltode 9.29 billetes verdes.
Dicho
brincosignificó para Pemex un ingreso diario adicional cercano a 11 millones de dólares, que si bien no es una cantidad enorme es preferible tenerla que añorarla. En promedio diario (enero-julio de 2019, según la información de Pemex), México exportó un millón 139 mil barriles, de tal suerte que el ataque a las instalaciones de Aramco repercutieron en un beneficio para nuestro país (no vaya a ser que el salvaje de la Casa Blanca nos culpe del atentado).
Sin embargo, ayer el precio del barril mexicano de exportación
resultó 2.17 dólares inferior al reportado el lunes. Pemex informó que
al cierre de la jornada del martes ese precio se fijó en 63.66 dólares.
Aun así, la diferencia entre el cierre del pasado viernes y el de ayer
fue de 7.12 dólares, o si se prefiere de 12.6 por ciento, con lo que de
cualquier suerte la ganancia se mantiene.
Y esa tendencia seguirá en la medida en la que Aramco –a mayor
petrolera del mundo– rehabilite sus instalaciones y recupere su
capacidad productora y exportadora de crudo. En vía de mientras, el
gobierno saudita anunció que utilizará sus reservas petroleras para
cubrir la demanda internacional, aunque sólo alcanzarían para poco más
de un mes.
Las rebanadas del pastel
Por cierto, en la mañanera de ayer el presidente Andrés
Manuel López Obrador dijo que el incremento en los precios petroleros
beneficia al país, aunque se corre el riesgo de algunas afectaciones por
ser México importador de combustibles.
Tenemos asegurado el abasto de gasolinas sin ningún problema por importaciones, y también porque se ha incrementado la capacidad de refinación de las plantas de Pemex; están produciendo más que hace nueve meses, no lo que quisiéramos, pero sí hay un aumento en la elaboración de gasolinas. De cualquier suerte, dijo,
mantenemos el compromiso de no aumentar los precios de los combustibles en términos reales.
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