La gente dio el Grito
Adversarios elogiaron el acto
¿Cárcel a Murillo Karam y Zerón?
Sheinbaum, a informar
El primer Grito obradorista
tuvo tal sobriedad y equilibrio que a pesar de las innovaciones
realizadas alcanzó una alta proporción de adhesiones entre su base
social y, de manera inusitada, entre muchas voces adversas a las
políticas del presidente López Obrador. El propio Enrique Krauze, tocado
políticamente desde el escándalo de una fábrica de infundios contra el
tabasqueño instalada en la calle Berlín de la Ciudad de México, adjudicó
a tal ceremonial la etiqueta de
magnánimoy forzó el sentido del oportunismo político al considerar que las veinte vivas nocturnas del domingo en la Plaza de la Constitución podrían significar
el primer paso para la reconciliación nacional, hipótesis endeble a la que el escritor y empresario tal vez busque dar algún sustento teórico y un anhelo de operatividad.
A fin de cuentas, el programa que durante horas se sostuvo en el
Zócalo capitalino (una plausible conjunción de esfuerzos de los medios
públicos, a cargo de Jenaro Villamil, presidente del sistema de
radiodifusión gubernamental, más las aportaciones artísticas de todas
las entidades federativas) desembocó en un apoyo vigoroso a la figura
presidencial (en realidad, el Grito lo dio la gente) que, por lo demás,
se mostró escénicamente en una individualidad apenas conyugalmente
acompañada, desprendida de rituales cortesanos y serviles, absolutamente
distante de las comparecencias accidentadas de sus repudiados
antecesores inmediatos (piénsese, sobre todo, en Felipe Calderón y
Enrique Peña Nieto).
A diferencia de los llenos o semillenos (merced al acarreo) de las
administraciones anteriores a la morenista, cuando Calderón y Peña
buscaban escapar de los coros insultantes y el rechazo popular de alguna
manera disimulado por los técnicos del audio y el sonido, López Obrador
recibió un promisorio y a la vez comprometedor apoyo de una plaza
pública repleta de gente que asistió por su propia voluntad y se mostró
deseosa de impulsar lo que es denominado Cuarta Transformación.
Al día siguiente, el presidente López Obrador encabezó el desfile
tradicional que, en esta ocasión, dio marco especial a la presentación
en sociedad de la Guardia Nacional (militar). Fue un lunes complejo, no
sólo por el inquietante accidente sufrido por un paracaidista sino, en
especial, porque el subsecretario de Gobernación, Alejandro Encinas,
anunció la disposición gubernamental de intentar acciones penales contra
personajes tan densos y oscuros como el gran cínico Jesús Murillo
Karam, creador de la criminal falsedad intitulada
verdad históricay uno de sus principales ayudantes teatrales, Tomás Zerón de Lucio, el jefe de la Agencia de Investigación Criminal durante el peñismo que orquestó el
descubrimientodel único paquete de restos humanos en un río guerrerense a partir del cual Murillo Karam montó su mentira histórica.
Zerón de Lucio y Murillo Karam son piezas de alto nivel del engranaje
autorizado o promovido por el jefe político de todos ellos, Enrique
Peña Nieto, quien antes de los sucesos de Iguala (los que durante largos
trató de endilgar al ámbito exclusivo de Guerrero,
gobernadopor el también elusivo Ángel Aguirre Rivero) soñaba con el título de estadista del año en Nueva York, políticamente embriagado por el éxito envenenado del Pacto por México que sepultó a todos sus partícipes, especialmente a la élite directiva del Partido de la Revolución Democrática y al partido entero en sí.
Y, mientras Claudia Sheinbaum da su primer Informe de gobierno, con
su imagen instalada por toda la Ciudad de México en ánimos de
proselitismo que pudieran reposicionarla luego de tantas pifias, la más
reciente la de resistirse ante la urgencia de declarar a la capital del
país en alerta de género, ante tanta agresión de distinto nivel contra
las mujeres, ¡hasta mañana, con los panistas que ayer cumplieron ochenta
años de vida, pero decidieron celebrar tal fecha hasta el próximo 21,
durante su asamblea nacional!
Twitter: @julioastillero
Facebook: Julio Astillero
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