Ciudad de México. Hace unos días se desató
una polémica en España, ya que se habían programado unas Jornadas sobre
“Trabajo Sexual” en la Facultad de Sociología de la Universidad de la
Coruña. Hubo una oleada de críticas, especialmente por la participación
del Sindicato Otras, cuyo registro fue cancelado por el Supremo
Tribunal Constitucional, por su carácter ilícito, lo que obligó, después
de recibir muchas críticas, a cancelar las jornadas.
Entre los
argumentos se destaca que:
“Los Estatutos de la Universidad de la Coruña establecen que la institución debe ajustarse a los principios de un Estado social y democrático de Derecho, así como a la defensa de la autonomía y de la libertad de cátedra. El texto también estipula que la Universidad de la Coruña tiene como función la creación, desarrollo, trasmisión y crítica de la ciencia, de la técnica y de la cultura”.
“Y si bien se considera que el conocimiento social de calidad científica se puede alcanzar a través de un intercambio académico honesto, si bien crítico y riguroso, de ideas y opiniones, que reflejan distintas sensibilidades, aspiraciones e intereses de los diferentes grupos que componen la sociedad, una universidad pública debe ser un lugar plural, de encuentro y debate público, cuya agenda no sea fijada, censurada o planificada por grupos de presión desconocedores de su función primordial: la creación, desarrollo, transmisión y crítica de los saberes y conocimientos”.
Yo me pregunto ¿es
que la libertad de cátedra y la libertad de expresión tienen o pueden tener un
límite? Porque sería necesario en una sociedad democrática que las
instituciones públicas, que viven de nuestros impuestos debían sí, generar un
debate, pero también atenerse al respeto del Estado de derecho y de los
Derechos Humanos. Y también me pregunto ¿qué rigor académico y científico
pueden aportar unas jornadas sobre el supuesto “trabajo sexual” ? que ni es
trabajo, ni es sexo.
Y cualquier
universidad incurre en una grave responsabilidad al promover o naturalizar el
trabajo sexual, significaría la apología de un delito.
Y como dice la doctora Rosa Cobo Bedía:
“es evidente que la prostitución es un tema de debate abierto en la sociedad, como también está claro que lo está en la izquierda y en los movimientos sociales. Está claro que detrás de este debate hay intereses económicos muy poderosos. Y también, está claro que la libertad de expresión y de cátedra es un argumento muy poderoso para la universidad y para la sociedad pero también está claro que los Derechos Humanos tienen una dimensión ético-normativa superior a la que tiene la libertad individual. No es una casualidad que el liberalismo articulase su teoría alrededor del principio de libertad y el socialismo y el marxismo lo hiciesen en torno al de igualdad”.
Como dice mi maestra Celia Amorós “en los sistemas de dominación no existen casualidades”. No es una casualidad que el argumento de la libertad se convierta en el eje de los discursos a favor de la prostitución.
En estas jornadas se ha producido un choque de argumentos que, a mi
juicio, no tienen el mismo valor. No es lo mismo defender una
institución patriarcal y capitalista neoliberal que criticarla. No es lo
mismo sostener que a las mujeres en prostitución se las defiende
legalizando la prostitución que proponiendo políticas públicas para que
puedan alcanzar la vida que quieren. Defender la prostitución
como un trabajo es aceptar que un grupo de mujeres con pocos recursos y
casi todas ellas migrantes y sin derechos de ciudadanía, deben estar
sexualmente disponibles para los varones de nuestra sociedad.
Me pregunto si la satisfacción de los deseos sexuales masculinos debe
convertirse en un trabajo para mujeres pobres y vulnerables.
También me pregunto si la universidad debe dar espacios para promover
discursos que promueven esta actividad que sólo es lucrativa para la
poderosa industria del sexo. Mi posición es que todo es debatible, pero
también que las instituciones académicas no pueden ni deben ofrecer
espacios para discursos, que promueven de una forma explícita la
prostitución. Hay muchos lugares en los que se pueden celebrar jornadas
que defienden una institución que es fuente inagotable de desigualdad
para las mujeres.
En este debate
debemos excluir las descalificaciones y los insultos. Las feministas debemos de
mirar hacia las instancias de poder patriarcal y no convertirnos en enemigas.
En mi opinión, hay que debatir, poner argumentos encima de la mesa y hacerlo
con honestidad.
También quiero
agradecer a todas las personas y asociaciones que nos han acompañado en la
defensa de esta posición teórica, ética y política.
No ha sido, ni es fácil
lidiar con insultos y descalificaciones, pero no puedo plantearme otra postura
que la de criticar una institución que promueve la explotación sexual”.
Habría que
compartir con nuestras hermanas españolas que también en nuestro país, tenemos
a una académica que va dando conferencias en universidades públicas y privadas
promoviendo la prostitución como un trabajo mejor pagado que cualquiera de las
carreras que estudian las jóvenes, en un claro desacato a la Ley, cometiendo
apología del delito de trata y explotación de la prostitución. Y no podemos
negar que en su tiempo, le debemos a Marta Lamas muchos aportes teóricos al
feminismo, pero que hoy parece ser una leal defensora del patriarcado, incluso
marcando la brecha generacional y descalificando a las jóvenes que denuncian
acoso y hostigamiento sexual.
Y no es sólo en México,
también en Argentina encontramos el mismo fenómeno, integrantes de la
Asociación de Meretrices de la Argentina e integrantes de la Red LAC TRASEX
visitan universidades y preparatorias, incluso secundarias y primarias para dar
conferencias a las y los alumnos glorificando la prostitución como trabajo,
contribuyendo a la naturalización de la explotación sexual, cometiendo una
clara apología del delito.
Fue un gran
ejemplo el que nos dieron las organizaciones y hermanas abolicionistas
españolas, que no sólo defendieron que no llegaran las Jornadas de “Trabajo
Sexual” a la Universidad de la Coruña, sino que han manifestado, así como
nosotras también manifestamos nuestra profunda solidaridad con la doctora Rosa
Cobo y declaramos que ninguna universidad debe dar espacios para promover
discursos que promueven la prostitución que sólo es lucrativa para la poderosa
industria del sexo, es una institución profundamente patriarcal, y por eso, las
instituciones educativas no pueden ni deben ofrecer espacios para discursos,
que promueven de una forma explícita la prostitución, porque eso es apología
del delito.
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