44 Festival de Toronto
Leonardo García Tsao
▲ Javier Bardem posa para la prensa en el festival canadiense durante la presentación de la cinta Santuario.Foto Afp
Una dosis de necesaria
adrenalina cinematográfica fue proporcionada por los hermanos Josh y
Benny Safdie con su nueva y más sólida realización a la fecha, Uncut Gems (Gemas no cortadas).
Sobre un guion de ellos mismos y Ronald Bronstein, la narrativa se
centra en el joyero transa Howard Ratner (Adam Sandler) y sus
arriesgadas maniobras por salir adelante financieramente a costa de los
demás. Al mismo tiempo, el hombre se está separando de su esposa (Idina
Menzel), se ha peleado con su voluptuosa amante/empleada (Julia Fox) y
le debe una fortuna a un gangsteril pariente (Eric Bogosian), quien lo
asedia con sus matones.
El adjetivo frenético no empieza a describir la energía con que los Safdie conducen este thriller
cómico que, como buenos neoyorquinos, evidencia la influencia
hiperactiva de Martin Scorsese (quien funge como productor ejecutivo) y
el bajo mundo de Abel Ferrara. En comparación, hasta su anterior
película, Viviendo al límite (2017), parece un ejercicio en calmada contemplación.
Sandler siempre me ha parecido un cómico insufrible, pero aquí demuestra –como lo hizo antes en Embriagado de amor
(Paul Thomas Anderson, 2002)– haber desperdiciado su talento
protagonizando comedias chatarra. Su personaje de Howard es una mezcla
de desesperación y vulgaridad que resulta graciosa al mismo tiempo que
patética. Es un loser con ínfulas de winner.
Igual de intensa, aunque en un tono muy diferente es la ingeniosa película española El hoyo,
promisorio debut en la realización del bilbaíno Galder Gaztelu-Urrutia.
Situada en un futuro distópico, la acción se sitúa en un centro penal
que consiste en varios niveles –nunca se sabe cuántos– donde una
plataforma desciende desde la cúspide cargada de manjares, recorriendo
los pisos por minutos para que, en cada uno de ellos, un par de presos
consiga comer dejando los restos para los de abajo.
Cumpliéndose un mes, los presos cambian de nivel al azar. Uno de los
reos (Iván Massagué) intenta idear una forma de retar al sistema,
conservando algo de comida para que llegue al último nivel. El original
guion de David Desola y Pedro Rivero se presta, por supuesto, a la
alegoría con claras implicaciones sociopolíticas y religiosas. Como
suele suceder, los de arriba se cagan (a veces, literalmente) sobre los
de abajo. Y la Administración permanece como un ente abstracto que nunca
se manifiesta.
Gracias a un diseño de producción acertadamente minimalista, El hoyo
no parece una producción modesta. Sin embargo, su riqueza está en las
ideas con que la intriga se mantiene llena de suspenso hasta el final.
En este tipo de propuestas, la resolución es la que suele fallar y esta
no es la excepción. No obstante, la película es una combinación
atractiva de thriller, ciencia-ficción y violencia gore. La noticia es que Netflix la ha adquirido para su exhibición y pronto se podrá ver en la comodidad del hogar.
Twitter: @walyder
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