Fue una de las fundadoras de CIMAC
De
niña, Dolores Cordero Vázquez quería ser literata pero al pasar los
años se convirtió en contadora. Más tarde dio clases de inglés, de
taquígrafa y mecanografía, luego su pasión por la literatura la llevó a
ser poeta, pero quizás nunca imaginó convertirse en feminista y en una
de las precursoras y maestras del periodismo con perspectiva de género.
Hoy, tras una larga trayectoria periodística y después de varios años
de alejarse de los medios de comunicación, la periodista, feminista,
fundadora y socia de Comunicación e Información de la Mujer A. C.
(CIMAC) murió dejando un legado que invita a las nuevas generaciones a
transgredir las reglas que impiden ver la condición social de las
mujeres. En su memoria presentamos un breve recorrido de su vida y
trabajo.
Mujer rigurosa, exigente, firme y en ocasiones hasta dura y ácida;
pero a la vez lúcida, crítica, creativa, y con gran sentido del humor,
así la definen sus allegados, quienes la conocieron en su paso por
Excélsior, Proceso, Unomásuno y La Jornada, éste último, diario donde se
consolidó como formadora de periodistas.
Colaboró con personajes como Manuel Becerra Acosta, Carlos Payán,
Julio Scherer, Miguel Ángel Granados Chapa y Vicente Leñero, éste último
a quien conoció en sus tiempos de estudiante en la escuela de
periodismo Carlos Septién García.
En su libro “Los Periodistas”, Leñero escribe: “Dolores Cordero había
pasado de mucha apocada, poetisa tímida, a militante panista, y
finalmente a mujer de izquierda radical cuyo temperamento e ideas me
ponía a menudo en aprietos en Revista de Revistas. Ahora pertenecía con
pasión a la vanguardia de las infanterías de Julio Scherer”.
Aunque su trayectoria periodística es amplia, es de destacar lo que
sucedió el domingo 8 de marzo de 1987, cuando vio la luz el primer
ejemplar de “La Doble Jornada”, el suplemento del diario “La Jornada”,
donde ella fue editora y pieza clave para la construcción de un
periodismo que se dedicó a mostrar la condición social de las mujeres.
Cuando apareció el primer número de este suplemento de corte
feminista, Dolores Cordero ya tenía un largo recorrido como reportera,
así que decidió que era hora de quedarse en la mesa de redacción.
En su primera colaboración la periodista escribió un artículo
titulado “Modos de ver”, inspirado en el ensayo del mismo nombre del
escritor londinense John Berger, donde hizo una amplia crítica al arte,
la publicidad, el desnudo y la sexualidad femenina, y es que Dolores era
una apasionada de las letras.
Ya en “La Jornada” compartió la edición con varias mujeres, entre
ellas Rosa María Rodríguez, Amalia Rivera de la Cabada y Yoloxóchilt
Casas, con quienes pasó largas noches en investigar, reportear,
corregir, redactar, editar y hasta en pegar galeras porque en ese
entonces para hacer el impreso todavía se pegaba con cera.
Para Rosa María Rodríguez, Dolores fue la más rigurosa y exigente de
las maestras, de ella recuerda “siempre buscaba ser justa, algo que es
muy difícil, particularmente cuando las jefas tienen mucha
responsabilidad sobre ellas, con frecuencia se les pasa la mano”.
Explica que con esta editora se hacían reuniones con mujeres como
Sara Lovera, Silvia Marcos, Teresita de Barbieri, Marta Lamas y muchas
otras académicas, legisladoras, luchadoras sociales y mujeres que
estaban en los partidos políticos con quienes debatía y analizaba los
acontecimientos más relevantes.
“(Dolores) siempre ha sido una mujer muy enérgica, a veces mal
interpretada, porque decía ‵las cosas se hacen, uno, dos, tres y se
acabó́”, recordó Rosa María Rodríguez´”.
Si bien Lola, como le dicen sus amigos, ha dicho que se convirtió en
feminista, al parecer a poca gente le contó las razones de su
transformación ideológica, Rosa María supone que fue el contacto seco
con la realidad de las mujeres lo que le hizo hervir la sangre como al
resto de las reporteras.
En 1988 Amalia Rivera de la Cabada entró a “La Jornada” y comenzó a
leer el libro de Leñero, así se enteró de la lucha y el esfuerzo de un
grupo de periodistas que terminaron por fundar ese periódico, entre
ellos Lola.
La nueva editora decidió conocer más y acercase a la entonces
editora. “Había visto a una señora que estaba en la mesa de redacción
muy seria, muy adusta, me contestaba 'buenas tardes', pero cuando empecé
a leer todo lo que hacía, dije 'quiero conocerla y decirle que la
admiro'”.
Amalia recuerda que a aquella mujer de sintaxis pulcra y poeta
natural que conocía el significado de cada palabra, no le temblaba la
mano a la hora de corregir a los colaboradores más reconocidos y
prestigiosos.
Incluso un día Amalia corregía un texto del escritor Carlos Fuentes,
quien para entonces ya era reconocido como uno de los destacados
impulsores del boom hispanoamericano de la literatura, cuando preguntó a
Dolores qué hacer si consideraba que el escritor puso mal una coma en
su texto. Después de leer el artículo, Lola, tajante, dijo: “Pues
quítala, Carlos Fuentes no sabe que esa coma no va ahí”.
Así era ella, una asidua lectora de literatura inglesa y francesa.
Hizo traducciones, citaba a los clásicos y en general era una erudita,
por lo que con esa autoridad podía corregir a los articulistas.
Dolores Cordero fue militante del Partido Acción Nacional, pero a
decir de Amalia lo fue porque en ese momento ser panista era ser de
oposición, después sería de izquierda y la primera en alzar la voz para
defender a las mujeres, incluso en los artículos que se publicaban.
Ese rigor la hizo discutir el contenido de género y hasta las ideas
de quienes se hacían llamar feministas y usaban la tribuna periodística
para hacerse promoción, como aquella vez que la actriz Irma Serrano
escribió ser defensora de las indígenas chiapanecas, texto que por
supuesto no se publicó.
Era tan activa que fue poeta. “Siempre nos ayudó, habíamos muchas
jóvenes que abrevamos de ella sus conocimientos, no sólo como una
periodista y una maestra, sino como una intelectual, porque como poeta
tiene esa sensibilidad de ver la vida desde ese otro lado que tiene que
ver con la literatura y con la mirada prismática de la creatividad”,
afirmó Yoloxóchitl Casas Chousal.
A decir de esta periodista, la maestra era consciente de que el
periodismo se debe centrar en los hechos pero al ser poeta también les
enseñó a apreciar la belleza de las letras. “La literatura te permite
ver más allá, cuestionar más allá, eso me gusto aprenderle a Lola”.
"A veces era de un carácter difícil, muy aferrada a sus ideales, una
mujer de ideas muy concisas, muy sustentadas, de izquierda,
terriblemente critica, pero nos permitió discutir, discurrir, por lo
menos a mi me enseñó a reflexionar mis argumentos”.
El carácter y la firmeza de sus ideas también la hicieron oponerse a
decisiones de Carlos Payán, entonces director de “La Jornada”.
Ya en 1988 Dolores y un grupo de periodistas fundaron la organización
Comunicación e Información de la Mujer (CIMAC) para continuar con sus
ideales y seguir formando periodistas desde la visión de género. A ellas
se les debe un periodismo que busca mostrar a las mujeres como sujetas
de derechos.
CIMACFoto: Anayeli García Martínez
Por: Anayeli García Martínez
Cimacnoticias | Ciudad de México.
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