Al-Jazeera
Traducido del inglés para Rebelión por J. M. |
Israa, como muchas
otras antes que ella, fue asesinada porque los hombres en su vida creían
que ella y su cuerpo les pertenecían.
Mujeres
palestinas se manifiestan por los derechos de las mujeres frente a la
oficina del primer ministro en la ciudad ocupada de Ramallah,
Cisjordania [AFP]
El miércoles miles de
palestinos en Cisjordania y en la diáspora protestaron contra el
asesinato de Israa Gharib, una mujer palestina de 21 años de la aldea de
Beit Sahour en el área de Belén. Israa era una entusiasta maquilladora y
experta artista a punto de comprometerse. Su vida se vio truncada la
semana pasada cuando, según los informes, fue asesinada por miembros de
su propia familia por publicar una foto en Instagram con su futuro
prometido.
Se ha afirmado que sus hermanos la golpearon con
tanta fuerza que, mientras intentaba escapar de ellos, se cayó por una
ventana y sufrió graves lesiones en la columna vertebral que provocaron
su hospitalización. Luego fue agredida en el hospital, donde, según
testigos, se la escuchó gritar y llamar a la policía.
Su
familia negó haber cometido algún delito y afirmó que Israa había sido
poseída por un espíritu maligno (un Jin) y sufrió un ataque al corazón.
La investigación de su muerte a cargo de la Autoridad Palestina está en
curso, pero gran parte de los medios de comunicación ya le llaman
"asesinato por honor", en otras palabras, asesinato de una mujer o niña
por un pariente masculino para preservar el honor de la familia.
La ministra palestina de asuntos de la mujer, la doctora Amal Hamad,
emitió un comunicado en Facebook asegurando una revisión del sistema
legal para ofrecer una mejor protección a las mujeres, así como para
buscar mecanismos para prevenir la violencia antes de que se
intensifique. Mientras tanto, las activistas árabes y las feministas en
las redes sociales han estado condenando el horrible asesinato e
insistiendo en que el término "asesinato por honor" debe abandonarse y
el crimen simplemente debe llamarse asesinato.
De hecho, el
problema con el término "asesinato por honor" es que ayuda a validar la
narrativa de que este crimen es de alguna manera excepcional o separado
del crimen más general de feminicidio. El término también alienta a las
personas a considerarlo un problema específicamente del Medio Oriente o
Asia. Sin embargo las mujeres son asesinadas en todo el mundo por
hombres que invocan ideas de vergüenza, celos, deshonra y humillación en
una muestra de masculinidad tóxica. Por eso es importante que estos
crímenes sean entendidos y vistos dentro del contexto de la violencia
estructural del patriarcado.
El asesinato de Israa es parte de
un fenómeno global de violencia contra las mujeres infligidas por sus
parejas y/o parientes. Este fenómeno es apoyado y mantenido por sistemas
patriarcales que aseguran el dominio masculino y las jerarquías
masculinas. Si bien el patriarcado afecta a todos, sus manifestaciones
violentas afectan desproporcionadamente a las mujeres.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que una de cada tres mujeres
en todo el mundo ha sufrido violencia física y/o sexual por parte de su
pareja. Con base en cifras recientes, también se estima que a nivel
mundial 137 mujeres son asesinadas
por miembros de su familia todos los días. Lo que permite este tipo de
violencia es una narrativa de la propiedad masculina sobre las mujeres y
sus cuerpos, en la que las mujeres y la feminidad son vistas como
inferiores a los hombres y la masculinidad.
La historia de
Israa es un ejemplo horrible y brutal de las manifestaciones violentas
del patriarcado en Palestina y existen pocos mecanismos institucionales y
legales para proteger a las mujeres de este tipo de violencia
intrafamiliar. Muchas otras mujeres palestinas han sufrido varios
niveles de abuso psicológico y físico por parte de parejas o familiares
varones. Según la ONU, alrededor del 30 por ciento de las mujeres casadas
en Cisjordania han sido víctimas de violencia doméstica por parte de
sus esposos; en Gaza este número es tan alto que llega al 50 por ciento.
También es importante reconocer que la violencia del
patriarcado también se produce de formas más insidiosas: filtrando
nuestro lenguaje y comportamiento cotidianos, afectando de muchas
maneras cómo se imponen los estereotipos de género en entornos
familiares y en el lugar de trabajo.
Es por eso que el
feminismo no puede ser simplemente una ideología, debe integrarse en los
valores sociales, políticos y nacionales y practicarse como tal. Esto
no solo significa cuestionar constantemente y rechazar las normas en
nuestras sociedades y comunidades que imponen el dominio machista, sino
también organizarse para desmantelarlos.
Debe haber mecanismos
institucionales establecidos y herramientas legales utilizadas para que
los autores de tales crímenes, como los familiares de Israa, puedan ser
procesados y castigados. Las mujeres no pueden estar solas en este
esfuerzo. Los hombres no solo tienen que participar activamente, sino
que también tienen que focalizarse y acompañar a las mujeres. Así es
como podemos honrar colectivamente a Israa y a todas las mujeres a las
que se una cultura de masculinidad y patriarcado tóxicos les ha quitado
la vida.
Las opiniones expresadas en este artículo son de los autores y no reflejan necesariamente la postura editorial de Al Jazeera .
Yara Hawari es miembro de Política Palestina de Al-Shabaka, la red de política palestina.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario