Luis Linares Zapata
La Jornada
Paso a paso, con elocuencia o
desparpajo, con arrojo o precaución, oyendo el alboroto y atento al
contenido de la voz crítica, el demócrata, obligadamente, transita por
la ruta del voto mayoritario. Las sociedades han superado varias etapas
históricas para arribar, organizadamente, a cruzar tal modo de vida. Ya
no es la voluntad divina que escoge al soberano ni el peso de las armas
lo que acepta la modernidad como sistema decisorio. Es, ese voto en la
urna, el preciso instrumento que valida la oferta lanzada y el arribo al
poder con sus consecuencias derivadas lo que cuenta. Es, eso sí y en el
fondo, el fundamento y fuente de legitimidad para el accionar y el
movimiento. En el camino, el demócrata debe sortear obstáculos y
consejas que, si de cambiar se trata, intenten detener su marcha. El
horizonte que se ha propuesto alcanzar no es caprichoso. Tampoco puede
ser fruto de la improvisación o la falta de estudio y comprobación al
detalle. Sin duda tal imaginario brota después de un largo peregrinar
por innumerables senderos de interrogantes y preguntas. El llegar a
pensar, ofrecer o actuar de una forma u otra ha tomado, qué remedio,
todo un buen cacho de vida personal.
Aun con tiempos iniciales para este nuevo gobierno y para el partido
que lo secundó en su lucha por el poder, los sucesos ocurren de manera
acelerada. Muchas veces, también, vienen cargados de trabas poco
satisfactorias y hasta de inevitable confusión. La conducción política
entonces se torna de extrema complejidad. Pero ello no impide que se
mantenga el espíritu democrático que puede aparecer, en ocasiones
álgidas, como ruta endeble o dilatada. La claridad de las ideas, la
templanza de sus valores y los propósitos del fin a perseguir son
distintivos que se busca con ahínco y por diversas rutas. Se sabe, por
los rudos toques de la experiencia que, dichos valores y propósitos,
viajan acompasados por serias dificultades. Lo bueno es que, al mismo
tiempo, muestran sus indiscutibles potencialidades de alentar un
progreso más humano.
Las recientes trifulcas habidas en el Congreso son, por demás,
ilustrativas de las penurias para asentar el espíritu democrático
vigente. Dirimir entre los espinosos asuntos que lidian entre
continuidad, renovación y apego a la ley establecida, reveló, a las
claras, la firme tesitura democrática, tanto del Presidente como de
amplios grupos partidistas de Morena. Escuchar las muchas inquietudes
vertidas durante el diferendo fue una exigencia mayoritaria. Obedecer a
tal corriente de expresiones, como a otras adicionales en distintas
oportunidades, catalizó la naturaleza democrática del cambio de régimen.
Se va asentando la firme, indeclinable decisión de López Obrador y, con
él, un creciente número de compañeros de viaje. No va solo, que sería
hasta dramático, sino que requiere, obligadamente, de apoyo, compañía,
consejo y trabajo cotidiano de un partido y sus partidarios.
El momento continental y hasta mundial imponen condicionantes que son
dignas de ser exploradas. México, con su abierto presente, se aparece
como la avanzada progresista que Latinoamérica requiere y busca. El
sonado fracaso neoliberal argentino bien puede destapar, ahí mismo, una
oleada de gobiernos con orientaciones novedosas. Posturas nacionales que
parecían en franca huida. El caso de Bolivia entonces no quedará
aislado y sin el potencial requerido para recoger, en solitario, la
oportunidad democrática de centro-izquierda. Las enormes dificultades
que los morenos mexicanos van encontrando, teniendo la cercanía
del imperio y su preocupante Presidente, tienen que ser remontadas con
inteligencia y visión. El argentino Macri fue y es aliado incondicional
del orden que Trump trata de imponer por todos lados –Reino Unido e
Italia de manera significada pero no únicos–. Su reciente derrota en las
urnas incidirá en los ánimos del brasileño Bolsonaro y el ecuatoriano
Moreno, limitando el simbolismo de sus desplantes trumpistas. Los aires
continentales pueden y deben ser de acentuada calidad democrática que
introduzcan los balances que auxilien en alivianar el concentrado
presente.
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