44 Festival de cine de Toronto
Si bien el TIFF no es un
festival netamente competitivo, desde hace unos tres años tiene su
tibia sección Platform que, salvo el jurado, nadie se molesta en cubrir
en su totalidad. Este año, la justa ganadora fue la italiana Martin Eden,
de Pietro Marcello, anacrónica épica personal basada en la novela de
Jack London, que ya había sido premiada en Venecia. Es necesario que la
sección refuerce la calidad de su selección antes de que suscite algún
interés.
Como es un festival de los habitantes de Toronto, tiene sentido que
sus premios más importantes sean otorgados por el voto del público. El
llamado Grolsch People’s Choice Award lo obtuvo de manera previsible la
estadunidense JoJo Rabitt, del neozelandés Taika Waititi,
complaciente sátira antinazi que enloqueció también a varios colegas.
Por pura casualidad, también conozco al segundo y tercer lugar,
respectivamente: Una historia de matrimonio, de Noah Baumbach, y Parásito, del surcoreano Bong Joon-ho (ganadora de la Palma de Oro en Cannes), que son más meritorias.
En la sección Midnight Madness (Locura de Medianoche), el premio del público fue para la ya reseñada El hoyo, del español Galder Gaztelu-Urrutia, mientras que entre los documentales la más votada fue The Cave (La cueva), del sirio Feras Fayyad.
Los premios para el cine canadiense fueron los siguientes: el City of Toronto Award a la mejor opera prima del país fue para The Twentieth Century (El siglo 20), de Matthew Rankin, y el Canada Goose Award al mejor largometraje canadiense fue para Antigone, de
Sophie Deraspe. Sale sobrando decir que no vi ninguna de las dos. Seré
un invitado ingrato, pero el cine de los anfitriones suele ser anodino y
de escaso interés.
El premio Netpac (Network for the Promotion of Asian Pacific Cinema)
fue para 1982, del libanés Oualid Mouaness, otrora productor de
documentales. Mientras los de Fipresci fueron para Murmur (Murmullo), de la canadiense Heather Young, y How to Build a Girl (Cómo construir una chica), de la británica Coky Giedroyc.
Puede concluirse que no fue un año especialmente memorable en la edición del TIFF. Que Guasón, de Todd Phillips, fuera la película más esperada lo dice todo. (El año pasado fue Roma, de Alfonso Cuarón, y el antepasado, La forma del agua, de Guillermo del Toro.) Como en toda selección de más de 200 títulos, no faltaron los petardos – El jilguero, de John Crowley; Judy, de Rupert Goold, y muchos otros –.
Con los años, uno ha desarrollado cierto instinto y ha podido escoger
entre lo mejorcito, que fue de una calidad meramente aceptable en
promedio.
Los negocios marcharon con cierta cautela, que ya es la norma, siendo
Netflix el enemigo a vencer en cuanto a compras –y también producción–
de filmes de calidad. Ese es el futuro, aunque el prospecto incomode a
muchos.
Twitter: @walyder
No hay comentarios.:
Publicar un comentario