Caso 43 y las buenas intenciones
Tortuguismo jurídico
Puntal verde olivo
Los empresarios de NL
El recuerdo de que
cinco años atrás fueron desaparecidos 43 jóvenes en Iguala, Guerrero,
fue procesado política y socialmente por el gobierno federal en términos
relativamente parecidos a los de otras ocasiones: la administración en
turno, la obradorista, sostuvo la expectativa de un mejor trato y
mejores aspiraciones pero, a fin de cuentas, los resultados son
similares: muchas promesas, algunas expectativas y una tajante
insuficiencia pues, salvo el buen talante de la cúpula obradorista para
atender a los familiares de los desaparecidos y algunas novedades
administrativas (entre las cuales se encuentra la oferta de una
recompensa a quien ayude a dar con la ubicación de los restos o de los
estudiantes en sí), la efeméride quedó en lo que alguno de los
familiares de los 43 expresó: buenas intenciones.
Sería el colmo que el gobierno aspiracionalmente transformador
(llamado la 4T) se quedara en terrenos virtualmente propicios para la
continuidad de la impunidad y de los pactos no escritos de protección
entre élites. Amistad que no se refleja en la nómina es pura demagogia,
decían los cínicos del priísmo clásico. Declaraciones y buenos
sentimientos que no se reflejan en acciones concretas son pura
demagogia, podría parafrasearse con actualización al presente. ¿Qué hay
de fondo, concreto, medible y comprobable, de avance en el tema de los
43? ¿Solamente declaraciones, actitudes, solidaridad, fotografías,
declaraciones, recompensas?
Para fechas posteriores se está convocando a diligencias judiciales a
diversos funcionarios de importante nivel del peñismo, comenzando con
el fabulador profesional, el gran mentiroso, Jesús Murillo Karam,
auténtico sociópata que a semejanza de Rosario Robles (histórica
adversaria política del obradorismo) se dice dispuesto a rendir las
declaraciones que sea necesario, disponible para lo que gusten, buen
conversador mendaz.
Los procesos judiciales referidos a Murillo Karam, Tomás Zerón de
Lucio y otros personajes similares, si es que se llegan a instaurar, se
pueden llevar meses o años. Podrían ser encarcelados de inmediato, es
cierto. Pero la llamada Cuarta Transformación está (¿intencionalmente?)
entrampada en los detalles jurídicos y en una continuidad procesal
propia del tortuguismo. Profundamente respetuosa de una legalidad que es
usada en su contra por los factores de poder del pasado reciente y que
no se compadece de la urgencia social de dar muestras de algo parecido a
la justicia.
El gobierno obradorista está necesitado de mantener el apoyo de las
fuerzas armadas y sus generales pues, en un impensado giro, ha producido
un extraño empoderamiento del Ejército y la Marina. Es probable que la
supervivencia y durabilidad del imperio moreno dependa del puntal verde
olivo. Por tanto, expedientes como el de Iguala no pueden romper o
mermar la alianza de Palacio Nacional con las secretarías de la Defensa
Nacional y de la Marina. Sí pueden darse gestos menores o extemporáneos
pero, hasta la hora de teclear la presente columna, nada sustancial ni
trascendente. Cinco años. 43 desaparecidos. Estado y gobierno rebasados,
de uno o de otro signo.
En un tema conexo, Abraham Nuncio, literato, profesor y analista
político, gran conocedor de la política y la sociedad de Nuevo León, ha
publicado en La Jornada un texto denominado Valientes, referido al ataque guerrillero contra el empresario Garza Sada en 1973:
También se pretende oscurecer ciertas cuestiones que es imprescindible poner en claro. ¿Los líderes empresariales y sus organizaciones dijeron algo para que fuera respetado el estado de derecho en esos y otros casos violatorios de los derechos constitucionales y humanos? No que se sepa. La responsabilidad histórica recae en ellos como la parte privada del Estado violador de tales derechos. Celebran a los héroes que lucharon con las armas en la mano por intentar darnos independencia y libertad. Pero actúan como entonces lo hizo el Consulado de los Comerciantes de México: echando mano del anatema para descalificar a quienes no sirven a sus intereses. ¡Hasta el próximo lunes!
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