John M. Ackerman
La contrarreforma educativa de Enrique Peña Nieto jamás tuvo el propósito de mejorar la
calidad educativao apoyar a la infancia. La intención era estrictamente política desde el principio hasta el final. Se buscó destruir al sindicalismo democrático magisterial y despedir a los maestros más conscientes y participativos, sobre todo en los estados del sur, con el fin de empoderar a las burocracias gubernamentales y poner el sistema educativo nacional al servicio del sector privado y las grandes empresas trasnacionales.
Hoy las nuevas leyes en materia educativa recuperan la rectoría del
Estado y devuelven a los maestros y las maestras su papel central en el
desarrollo del sistema educativo nacional.
La nueva Ley General de Educación asienta que
el Estado priorizará el interés superior de niñas, niños, adolescentes y jóvenes en el ejercicio de su derecho a la educacióny que
el Estado fomentará la participación activa de los educandos, madres y padres de familia o tutores, maestras y maestros. La Ley General del Sistema para la Carrera de las Maestras y los Maestros parte de reconocer
la contribución a la transformación social de las maestras y los maestros como agentes fundamentales del proceso educativo. Y la Ley Reglamentaria sobre Mejora Continua de la Educación tiene el objetivo de
garantizar la excelencia y la equidad de los servicios educativos prestados por el Estado y los particulares.
Es mentira que la nueva normativa elimina la evaluación docente, permite la venta de plazas o garantiza el
pase automáticoa los egresados de las escuelas normales. Eso sí, se les dará prioridad a quienes hayan estudiado en estas escuelas especializadas en las técnicas más avanzadas de pedagogía y enseñanza. Simultáneamente, se establece un sistema estricto de evaluación y de capacitación permanente, ya no con un carácter punitivo, sino de acompañamiento y de mejora continua de la docencia.
Y se garantizará la representación sindical en las decisiones de
personal, como en cualquier país desarrollado, con el fin de proteger
los derechos laborales del magisterio, así como hacer presente la voz
del proceso pedagógico frente a los criterios burocráticos de la SEP.
Las decisiones de ingreso, promoción y separación serán siempre
tripartitas, entre sindicato, gobiernos local y federal, sin que ninguna
de las partes pueda imponer su verdad.
Fue un grave error del gobierno anterior intentar culpar al
magisterio de las deficiencias educativas del país. Los profesores de
escuelas públicas son héroes invisibles que laboran largas horas por
modestos salarios y con gran amor por sus alumnos. Los docentes en las
zonas más marginadas muchas veces tienen que comprar su propio material
didáctico, organizar colectas para arreglar sus escuelas y fungir
simultáneamente como enfermeros, sicólogos y trabajadores sociales para
sus alumnos y sus familias.
El mito del maestro
huevón,
ignorantey
grilloes una fabricación de organizaciones como Mexicanos Primero y periodistas como Carlos Loret, cuyo único interés es privatizar el sistema educativo. Los problemas con el rendimiento escolar de los niños y las niñas mexicanas no son culpa de los docentes, sino de las condiciones en que están obligados a trabajar, frente a grupos de más de 30 alumnos desnutridos, sin la capacitación o el apoyo necesarios, y dentro de escuelas sin servicios básicos o infraestructura adecuada.
El sistema neoliberal abandonó al sistema educativo nacional, dejando
al desamparo tanto a niños como a maestros. Así que el rescate del
sistema pasa por revalorar y apoyar tanto a los educadores como a los
educandos, ambos elementos igualmente importantes en el proceso
educativo.
Ahora bien, queda claro que este gran logro no se hubiera
materializado sin la movilización del magisterio nacional, y en
particular de los maestros agrupados dentro de la Coordinadora Nacional
de Trabajadores de la Educación (CNTE). Fue la dignidad de los líderes
de la CNTE lo que logró deshacer los pactos cupulares corruptos entre
los charros del Sindicato Nacional de Trabajadores de la
Educación (SNTE) y el gobierno de Peña Nieto. Fueron las valientes
protestas de la CNTE que pararon en seco el intento de despido masivo de
docentes promovido por Aurelio Nuño. Y fue la conciencia social del
magisterio democrático que permitió romper con la lógica neoliberal de
represión y de control social en materia educativa impulsada por el
gobierno anterior.
La exitosa reversión de la contrarreforma educativa se debe en
partes iguales a Morena y a la CNTE, demostrando que cuando los partidos
y los movimientos sociales logran caminar juntos se pueden lograr
grandes transformaciones.
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