El ideal de belleza desfila estos días por la Pasarela Cibeles. Piernas largas; torsos con volumen contenido, cinturillas de avispa y caderas huesudas. Así son las modelos. Cinco años después de que el salón de la moda madrileño se viera obligado a excluir a las maniquíes demasiado delgadas, las 54 chicas que desfilan este año superan el índice de masa corporal (IMC) de 18 que se marcó entonces como mínimo.
"La mayoría tiene un IMC de 18 con algo", explica la endocrinóloga del Hospital Universitario de Getafe (Madrid) Susana Monereo, encargada de comprobar que las modelos de Cibeles cumplen los requisitos. "Ellas son así de delgadas, no están enfermas", aclara Monereo, aunque reconoce que están muy flacas.
Sanidad y las tiendas firmaron un pacto que no se ha cumplido
Una modelo de 1,80 metros con un IMC 18 pesa 59 kilos. El índice de masa corporal se obtiene al dividir el peso por la estatura al cuadrado. "Nos hemos acostumbrado a esa imagen. Hemos pesado a alguna chica con un IMC de 20 (por ejemplo, 1,80 metros y 65 kilos) y ha habido quien ha comentado que está más rellenita de lo habitual", denuncia la endocrinóloga.
Y es que los modistos consideran que sus prendas lucen mejor en figuras escuálidas. Así quieren ser las mujeres, sobre todo las más jóvenes. Los endocrinos reconocen que la moda influye en los hábitos alimentarios. "Sobre todo afecta a personas inestables", explica la endocrinóloga Sonia Gaztambide. "A las jóvenes sobre todo les da vergüenza tener una talla que no sea la 38", añade Monereo. El 40% de las mujeres españolas no encuentra su talla.
Más allá de la delgadez imperante, el vaivén de tallas que impera en España, y en toda Europa, marea aún más a las más inseguras, capaces de dejar de comer para ganar autoestima. Una española puede tener hasta tres tallas distintas, dependiendo de dónde compre la ropa.
Victorio y Lucchino: "Es un horror que en un sitio sea la 38 y en otro la 42"
Tomemos como ejemplo un caso real. Una mujer se prueba unos pantalones en Zara (Inditex). Talla 38. Le quedan holgados. Una talla menos estaría mejor. "Habré adelgazado", se sonríe la susodicha. Su gozo en un pozo al meterse en El Corte Inglés. Allí se prueba otros pantalones similares, de la marca Easy Wear. Definitivamente, la talla 38 es la suya, aunque de cintura le vienen un poco justos. No le acaban de gustar. Con el semblante más serio se mete en H&M. Tercer intento: le cuesta subir el pantalón. La cremallera no cierra. Necesita una talla 40.
Tras más de una hora de tiendas, la mujer está hecha un lío, ¿cuál es su verdadera talla? Y eso que, afortunadamente sabe que está igual de gorda o de delgada con el pantalón de Zara que con el de H&M. ¿Pero qué pasaría si estuviera obsesionada con su peso?
Por increíble que parezca, una chica con problemas podría llegar a pensar que su volumen ha variado en el trayecto de una tienda a otra. "Una persona que no está bien es capaz de dejar de comer si en una tienda tiene una talla más de la de otra tienda y acabar con un trastorno de la alimentación", denuncia Carmen Galindo, presidenta de la Federación Española de Asociaciones de Ayuda y Lucha contra la Anorexia y la Bulimia (Feacab). "No digo que la moda tenga toda la culpa de la enfermedad, pero influye", añade. La asociación lleva años reclamando que se unifiquen las tallas. Es decir, que en todas las tiendas, la 38, por ejemplo, sea del mismo tamaño.
La UE tiene las competencias para unificar el etiquetado
Así lo prometió, en enero de 2007, la entonces ministra de Sanidad, Elena Salgado. El Ministerio, la Asociación de Creadores de Moda de España, la Agrupación Española de Género de Punto, la Federación de Empresas de Confección, El Corte Inglés, Cortefiel, Inditex y Mango firmaron un acuerdo para unificar el etiquetado de la ropa y "promover una imagen saludable". Representan a más del 90% de la producción textil de España.
Cuatro años después, Sanidad aclara que las tallas no se pueden unificar en España porque, en un libre mercado europeo, sólo la UE tiene competencias para ello. España busca aliados para conseguir una ley comunitaria al respecto, como se hizo hace unos años con los zapatos.
Por su parte, los firmantes del acuerdo continúan debatiendo cómo completar el etiquetado de la ropa para que aunque cambie la talla, otros parámetros eviten confusiones en chicas vulnerables. Al parecer, la opción que de momento se presenta más viable, según explican varias de las empresas que firmaron el acuerdo, es que las etiquetas de la ropa también reflejen, por ejemplo en unos pantalones, cuánto mide la cintura y cuánto la cadera. Pero el acuerdo aún no está cerrado. "Otra opción sería poner un diagrama con la forma del cuerpo al que va dirijida la prenda", añade la directora general de Consumo, Etelvina Andreu. Según explica, añadir parámetros a las etiquetas ayudará a que, aunque la talla cambie entre tiendas, las mujeres sepan identificar cuál es la suya. El objetivo es que el consumidor pueda comprarse una prenda de ropa en cualquier tienda sin tener ni siquiera que probársela.
El 40% de las mujeres españolas no encuentra su talla
"Es un horror que en un sitio sea la 38 y en otro la 42", opina José Luis Medina del Corral, uno de los dos miembros de Victorio y Lucchino. Su socio, Víctor Rodríguez, apunta a que hay que tomar más medidas aparte de la unificación de tallas: "Que en casa y en los colegios enseñen a comer a los niños", informa Rocío Ponce.
De prendas y siluetas
Otro de los puntos pendientes es ajustar las prendas a los tipos de figura. Sanidad invirtió en 2008 un millón y medio de euros en un estudio antropométrico que definió tres formas prevalecientes de silueta femenina.
Hace cinco años Cibeles excluyó a las modelos con un IMC menor a 18
Según destaca Etelvina Andreu, sí se han cumplido los otros dos acuerdos que tomaron las empresas textiles: los maniquíes de los escaparates tienen la talla 38. Inditex, Mango y El Corte Inglés aseguran que cumplen la norma a rajatabla. La empresa sueca H&M, que no suscribió el acuerdo, escoge a sus "modelos" particulares en función de las colecciones y dependiendo de la sección en la que estén colocados. Otro de los acuerdos ya cumplidos que destaca la responsable de Consumo es que las tiendas que tienen un espacio separado destinado a las tallas grandes no incluyan en este la talla 46.
Andreu insiste en que Sanidad sí desearía que las tallas fueran todas iguales. La endocrinóloga Susana Monereo asegura que la unificación de tallas más que ayudar a combatir la anorexia evitará que las mujeres más proclives a sufir trastornos de la alimentación acaben comiendo mal y "siendo infelices". Sonia Gaztambide también aboga por la unificación de tallas, aunque no es optimista respecto a que ello solucione el problema de la anorexia. "El problema de fondo es mucho más complicado, es psiquiátrico", explica.
También la Asociación de Creadores de Moda aboga porque una talla siempre esté vinculada a unas medidas, incluso a nivel europeo, aunque más por el interés comercial (facilitaría la venta por catálogo) que porque sirva para hacer frente a la anorexia o la bulimia, explica su directora ejecutiva, Lucía Cordeiro. La misma opinión expresa la gerente de la Asociación Textil de Galicia (Atexga), Eva Ben.
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