concierto a beneficio de las comunidades tlapanecas
Por Anayeli García Martínez
México, DF, 24 feb 11 (CIMAC).- Tenues luces de color naranja y azul iluminan el auditorio del Centro Universitario Cultural (CUC); en unos segundos los acordes de un piano, una flauta y una guitarra se escuchan en el escenario. Es la presentación de la cantante oaxaqueña Susana Harp en el primer concierto que dona a una organización defensora de los Derechos Humanos (DH).
La noche de ayer, Harp entusiasmó a un público que se congregó para escuchar su voz y, al mismo tiempo, apoyar a la Red Solidaria Década contra la Impunidad, una organización que nació hace siete años con el apoyo de familiares y víctimas de violaciones a DH.
En un recorrido de ritmos y canciones representativas del México prehispánico, colonial, independiente, revolucionario y actual, la artista oaxaqueña dedicó su canto a las organizaciones que promueven el respeto y defensa de los DH, y en especial a las comunidades indígenas tlapanecas de Guerrero, quienes fueron beneficiados con las entradas del concierto.
En el escenario, las luces color ámbar acompañaron los sonidos de las “chilenas”, un género musical originario de la Costa Chica de Guerrero que el compositor Álvaro Carrillo difundió ampliamente con canciones como “El amuleto”.
En esta región, donde convergen armonías musicales mestizas, indígenas y afroamericanas, organizaciones civiles han documentado violaciones a DH.
Un ejemplo de lo anterior es la violación sexual de las indígenas tlapanecas Inés Fernández y Valentina Rosendo, quienes en 2002 fueron agredidas por militares, sin que hasta ahora hayan encontrado justicia, a pesar de que existe una sentencia contra el Estado mexicano dictada por la Corte Interamericana de Derechos Humanos.
En medio de esta impunidad lacerante pero con la esperanza de que la realidad del país puede cambiar, Susana Harp hizo vibrar a un auditorio que no resistió acompañarla con una estrofa de “Se vive así”: “Se vive así como se vive, con la verdad tras los asombros, sacando luz de los escombros…Se vive así”.
Después de hora y media de una cascada de sones, corridos y chilenas, y luego de compartir las melodías de su espectáculo “Mexicanísima”, la intérprete despidió a un público entusiasta que en ningún momento olvidó la tortura, la represión, el feminicidio, las amenazas y el hostigamiento contra activistas de DH.
Al final del concierto, el obispo Raúl Vera, presidente honorario de la Red Solidaria Década contra la Impunidad, entregó un racimo de flores a Susana Harp en agradecimiento por haber brindado la magia de su voz.
A la salida, algunos asistentes tarareaban, todavía con los vapores de la música popular mexicana en sus oídos, este verso: “También de dolor se canta llorona, cuando llorar no se puede…”.
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