Bajo la Lupa
Alfredo Jalife-Rahme
Los presidentes Sebastián Piñera, de Chile; Juan Manuel Santos, de
Colombia; Enrique Peña Nieto, de México, y Ollanta Humala, de Perú,
participan en un encuentro empresarial en el contexto de la séptima
cumbre de la Alianza del Pacífico, en Cali, Colombia, el pasado 23 de
mayoFoto Xinhua
S
e
trata del título de mi ponencia en el congreso conjunto de la UAM
Xochimilco y la Academia de Ciencias Sociales de China, entre otras
entidades de prestigio mundial, que se inició el 28 de mayo en la
ciudad de México (http://es.scribd.com/doc/143470357/Programa-4-2013).
La dicotomía decimonónica clásica de izquierda/derecha es necesaria
pero insuficiente para entender las tendencias geopolíticas, lo cual ha
sido distorsionado por la plutocracia del neoliberalismo global
centralbanquista que domina el mundo.
Hoy la verdadera bifurcación del siglo XXI versa en la colisión entre la globalización y el humanismo.
El concepto estratégico
Sudamérica, más preciado por los estrategas brasileños, se ha movido más a un lulismo que a una
izquierda( whatever that means), no pocas veces mercenaria, frente a la entelequia muy etérea de Latinoamérica (LA), más balcanizado que nunca, cuando se ha asentado que el “México neoliberal itamita” pertenece a
Norteaméricacontrolada por Estados Unidos, al unísono de su súbdito anglosajón Canadá, extensivo a Centroamérica y al CAFTA.
A final de cuentas la colisión es entre EU/OTAN/Israel/Alianza del
Pacífico (AP)/TPP (Asociación Transpacífica) contra Brasil/Unasur/BRICS.
Asistimos a una triple colisión en la añeja LA entre el neomonroísmo
(patrocinado por Estados Unidos, en alianza con Gran Bretaña, España e
Israel), el huérfano chavismo bolivariano (que quizá encabece Rafael
Correa) y el lulismo.
La revista británica The Economist (18/5/13) –muy cercana
al gobierno inglés, a la petrolera BP y a los banqueros esclavistas
Rothschild– fractura el continente americano en
dos bloques alternativos: la AP, orientada al mercado (sic), y el Mercosur, más estatista (sic).
Se trata de un abordaje reduccionista muy simplón de corte maniqueo lineal, como acostumbra The Economist, portavoz de la desregulada globalización financierista: donde los buenos,
elegidos de Dios, por el simple hecho de haber adoptado el modelo agónico del neoliberalismo global anglosajón resultarán
triunfadoresfrente a los malos: los
estatistasdel BRICS.
The Economist le da vuelo ditirámbico a la séptima cumbre
de Cali, adonde acudieron los presidentes de cuatro países de LA:
Chile, Colombia, Perú y México, que tienen contemplado concretar un
mercado común en un mínimo de siete años y al que pronto se incrustarán
Costa Rica y Panamá (Ver Bajo la Lupa, 26/5/13).
Lo relevante del reduccionismo mercantilista, que pretende alcanzar
nivel de análisis geoeconómico sin lograrlo, es la balcanización de LA
entre la AP –controlada por Estados Unidos/Gran Bretaña, al que se
unirían España e Israel– frente a Brasil, a quien se pretende aislar
debido a su complementariedad geoeconómica con China en el seno del
BRICS.
La revista británica se burla de la
retórica gaseosa (sic) de las cumbres de LAcuando
los regímenes izquierdistas (sic) que gobiernan la mayor parte de Sudaméricaperoran sobre la
integración regionalpero con pocos resultados. ¡Pues ni tanto!
Compara en forma simplista el PIB combinado de los cuatro miembros fundadores de la AP,
quienes han adoptado la globalización, frente al gigante brasileño: 2 billones de dólares:
35 por ciento del total de LA y un poco menos (sic) que Brasil, el gigante de la región. Burda trampa cuando ocultan el segundo y el tercer PIB de Sudamérica: Argentina y Venezuela, sin contar Ecuador y Bolivia.
The Economist soslaya que la AP se encuentra bajo la espada
de Damocles del neopinochetismo y, como buen vendedor de la
privatización a ultranza, abulta la creación de una sola bolsa de
valores regional que conjuga a Chile, Colombia y Perú.
En la misma forma que los multimedia israelí-anglosajones fustigan
al BRICS, la revista propagandística británica arremete contra el
Mercosur y cita tendenciosamente las teorías vetustas del entreguista
cardosista Luis Felipe Lampreia, ex canciller brasileño, en contra del
emergente bloque cuatripartita (Brasil, Argentina, Uruguay y
Venezuela), al que desprecia como
bloque político, como si la política fuera pecado capital para los mercantilistas neoliberales.
The Economist juzga que
bajo la égida de Brasil la mayor parte del bloque antiestadunidense Alba de Chávez está siendo absorbido por el Mercosur. ¡Qué hipérbole!
Si Paraguay, presa de un golpe de Estado
benignoteledirigido por Estados Unidos, es expulsado del Mercosur y sustituido por Venezuela, ergo, todo el grupo del Alba se incrusta de facto en el bloque cuatripartito.
Por lo visto, el reconocimiento de Dilma Rouseff al presidente Nicolás Maduro, mediante una
asociación estratégica, perturbó a los propagandistas israelí-anglosajones.
La crítica británica es feroz en proproción a su imprecisión:
Argentina y Venezuela, los dos principales socios regionales de Brasil, tienen economías controladas por el Estado, de bajo crecimiento, y sus políticas cortejan a la autarquía (¡supersic!).
Hasta donde nos quedamos, Argentina y Venezuela tienen los mejores crecimientos de LA (incluida la darling de Estados Unidos al sur de su frontera, hoy en estado catatónico comprobable).
Les dolió a los propagandistas israelí-anglosajones el triunfo de
Brasil en la OMC en detrimento del candidato entreguista
filoestadunidense del “México neoliberal itamita”: The Economist llega hasta considerar
irrelevanteal organismo, y da por muerta a la
ronda de Doha.
Suena divertido escuchar las lamentaciones neoliberales de The Economist, que pretende
aislara Brasil, y de paso, al BRICS.
La revista propagandista británica admite que en LA (AP y Mercosur por igual) no existe el
género de cadenas de abasto regionales que vinculan a China a sus vecinos, donde las
conexiones de transporte son pobres (sic).
Es obvio que el depredador financierismo anglosajón que adoptaron
sus súbditos en LA los dejó sin infraestructura (léase: puertos y
sistemas de transporte).
Vienen los ditirambos insustentables de The Economist:
en su corta vida la AP ha demostrado (¡supersic!) ser una pieza brillante (sic) de mercadotecnia (¡supersic!) diplomática, pero
ahora tiene que agregar sustancia.
La revista afirma que la colisión ya empezó entre la AP y el Mercosur (léase: el BRICS, su gran aliado) y asegura la
defunción del auge de las materias primas, que curiosamente a quienes, a mi juicio, afectará mayormente es a los miembros de la AP ( v. gr. Chile, tan monodependiente del cobre y que está jugando al fuego con su mayor importador: China) más que a los del Mercosur, ya no se diga el BRICS.
Un grave error del abordaje de The Economist, que colisiona
a Brasil con la AP, es que deja de lado otros factores de poder, que
van más allá de su vulgar mercantilismo que disfraza de falsa
geoeconomía, y que versan sobre la investigación y el desarrollo (I&D), la tecnología de punta y las relaciones geopolíticas, como refleja Brasil con el continente africano (donde tiene más de 30 embajadas), ya no se diga con India: mediante el eje IBSA (India, Brasil y Sudáfrica) que conecta el Atlántico sur al océano Indico.
De nueva cuenta surge India como el país a seducir por todos lados: desde el alucinante
Indo-Pacíficohasta el BRICS.
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