5/20/2014

Como en la leyenda, millones de mexicanos “somos” Alfonso Cuarón


Cuando leí las 10 preguntas que Alfonso Cuarón le hiciera a Enrique Peña Nieto con respecto a la contrarreforma energética que éste activamente promueve, se me vino a la memoria la frase aquella de “¡chúpate esa!”, que queda aplicada perfectamente al inquilino de Los Pinos y huésped frecuente de Palacio Nacional. Y es que como plantea el Artículo 8 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, el cineasta ejerció su derecho de petición por escrito, de manera pacífica y respetuosa. Y entre líneas le dijo al “señor presidente” (en el tono de los últimos estertores del viejo presidencialismo), que los mexicanos no nos chupamos el dedo y ejercemos los derechos a la libertad de expresión (mismos que quieren limitar y censurar en el Senado los Javier Lozano y los Emilio Gamboa). Y quienes basados en el derecho a reunirse para presentar una protesta contra la autoridad insistimos en celebrar una consulta a la nación sobre la contraexpropiación petrolera peñista, pensamos de inmediato que Cuarón formuló las preguntas que, entre otras, quisiéramos que Peña contestara.

Y si él está tan seguro de los beneficios de su contrarreforma energética a los Artículos 27 y sobre todo al 28 constitucionales, que convoque a un debate en cadena nacional por radio y televisión con cuestionamientos del auditorio y réplicas y contrarréplicas de al menos dos mexicanos por entidad de las 32 que constituyen la geopolítica territorial. Enrique Peña está muy angustiado porque los mexicanos estamos “desinformados”, como aparece en su crítica a Cuarón. Pero deberá saber que muchísimos mexicanos estamos más que bien ilustrados; y como el cineasta, sabemos a dónde van sus mutilaciones constitucionales para dar rienda suelta al neoliberalismo económico, punta de lanza del capitalismo petrolero, que apura a Peña para que cumpla su palabra de privatizar la riqueza de los hidrocarburos y la energía eléctrica.


Como bien argumenta Alfonso Cuarón, si no estoy informado es “porque el gobierno que usted encabeza no ha compartido conmigo –con nosotros, los mexicanos–, elementos indispensables para entender el alcance y sentido de las reformas”. En este contexto, el analista y periodista Jesús Silva-Herzog Márquez recién escribió: “Una Presidencia incapaz de esgrimir argumentos públicamente es una Presidencia entregada al capricho. Pedir respaldo sin ofrecer razones es apostar a la sumisión” (Reforma, 28 de abril de 2014). Es muy parecido a lo que puntualiza el cineasta en sus 10 preguntas, mismas que deben acompañarse con la lectura del texto El capricho, Pues a los mexicanos no se les ha informado sobre los cambios tan radicales que quiere implantar el peñismo al costo que sea.

Y ahí están las protestas cada vez más radicales y que se pueden convertir en revueltas. Hasta los legisladores están desinformados. Y si la democracia es educación y discusión, el pueblo debe ser informado y luego pedirle su opinión mediante una consulta. El “¡chúpate esa!” dirigido a Peña expresa aprobación y aplauso para el cineasta que se apuntó un tanto, pues lo mismo queremos expresar los mexicanos que estamos en contra de privatizar Petróleos Mexicanos (Pemex) y de que le expriman sus utilidades y las conviertan en botín de unos cuantos; que por el contrario, con ellas se impulse su renovación y se extirpe ese tumor canceroso de su cúpula sindical llamado Carlos Romero Deschamps y se profundice en la investigación del fraude de Oceanografía, donde están metidos hasta el cuello los panistas y, para no hacer más olas de corrupción, mantienen en secreto la cuarentena del “detenido” en una de sus propiedades en el lujoso fraccionamiento Las Brisas (Raymundo Riva Palacio, “El canto de Amado Yáñez”, en su columna Estrictamente personal en El Financiero, 20 de abril de 2014).

Si Pemex no ha sido el pivote de un constante crecimiento económico, es porque desde el alemanismo (donde enraizó Televisa, con su junior) al peñismo, sus ganancias se utilizaron para el gasto corriente de los gobiernos federales, para el saqueo de politiquillos, el robo por parte de empresarios y el enriquecimiento de los Romero Deschamps. Y ahora Peña propone, unilateralmente y negándose a una consulta popular, prácticamente vender no la empresa ya quebrada, sino todos los recursos energéticos a los mejores postores: depredadoras compañías petroleras internacionales que ya están a la caza y amenazando que si para antes de septiembre no se aprueba la contrarreforma, entonces se negarán a invertir.

¿Desinformación, señor Peña? ¿Acepta un debate con Cuauhtémoc Cárdenas? ¿Sometería su propuesta desnacionalizadora a una consulta popular? ¿Debatiría con dos ciudadanos por entidad a través de su favorita Televisa? Obviamente no, porque el desinformado es Peña. Carece de perspectiva histórica, y como a su maestro Salinas y de acuerdo con el neoliberalismo económico de su asesor estrella, Luis Videgaray, solamente le interesa dejar en la mano invisible del mercado libre y globalizado la segunda versión, pero petrolera, del Tratado de Libre Comercio de América del Norte. El peñismo “carece de disposición argumentativa, elocuencia, disposición polémica, habilidad persuasiva. El presidente es incapaz de hilar un argumento y no ha saltado en ningún momento a defender públicamente sus propuestas. Su gabinete tuvo en su secretario de Hacienda y Crédito Público un vocero elocuente y persuasivo, pero hoy, a golpe de equivocaciones, ha perdido cualquier credibilidad. El resto de los colaboradores de Peña Nieto está cortado con la tijera del jefe: la argumentación es una destreza desconocida y aun despreciable”, escribió Silva-Herzog Márquez.
Como en la leyenda aquella del Espartaco de Howard Fast, guión para una película con el mismo nombre, cuando ante cientos de miles los romanos preguntaron: “¿Quién es Espartaco?”, y uno a uno fueron contestando hasta formar un coro: “Yo soy Espartaco”, los ahora “desinformados” –al decir de Peña– todos somos Alfonso Cuarón. Y tenemos más preguntas sobre “el alcance y el sentido de las reformas”. Entre otras la siguiente: ¿Por qué se opone, señor Peña, a la consulta popular?
*Periodista

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