La indígena otomí estuvo presa 3 años acusada de secuestro
Jacinta
Francisco Marcial, indígena otomí, acusada y encarcelada en 2006
por el
“secuestro” de seis policías federales
CIMAC
Foto: César Martínez López
Por: Anayeli García Martínez
Cimacnoticias | México, DF.- A casi un año de que el Tribunal Federal de Justicia Fiscal y Administrativa (TFJFA) atrajera el caso de la indígena otomí, Jacinta Francisco Marcial, acusada y encarcelada en 2006 por el “secuestro” de seis policías federales, la sala superior del Tribunal analizará en los próximos días, el reclamo de reparación del daño presentado por la indígena desde 2010.
Lo anterior lo informaron en conferencia de prensa Jacinta, su esposo, su abogado Andrés Díaz y el subdirector del Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro Juárez (Centro Prodh), Mario Patrón.
El 13 de septiembre de 2010 el Centro Prodh, representante legal de Jacinta, interpuso una “reclamación por responsabilidad patrimonial del Estado” ante la Procuraduría General de la República (PGR) a fin de que se reconociera su inocencia y se le reparara el daño, sin embargo, el 12 de diciembre de 2012, la dependencia declaró este recurso improcedente e infundado.
Dispuesta a seguir el camino jurídico, Jacinta recurrió al TFJFA el 5 de marzo de 2013 para solicitar que se anulara la sentencia de la PGR y el 1 de julio de 2013 la sala superior del Tribunal atrajo el caso el cual resolverá mañana, tal como lo hizo el 20 de noviembre de 2013 con Alberta Alcántara Juan y Teresa González Cornelio -también acusadas y encarceladas por el mismo delito- donde ordenó una indemnización económica y una disculpa pública.
Sobre este tema, el abogado Mario Patrón, explicó que en un caso como este no basta la liberación, porque un Estado que viola los Derechos Humanos tiene que hacerse cargo de la verdad, la justicia y la reparación, y aclaró que más allá de una retribución económica se busca que la fabricación de delitos tenga una consecuencia lógica de castigo.
En tanto el abogado Andrés Díaz hizo un llamado a la PGR para que acate la sentencia que dicte el pleno de este tribunal y no dilate el proceso como lo ha hecho con Alberta y Teresa toda vez que en ambos se ha negado a cumplir la sentencia de reparación del daño alegando que de hacerlo, todas las víctimas acudirían al mismo recurso.
VIVIR CON EL MIEDO
Después de pasar tres años en prisión acusada de “secuestrar” a seis policías federales, parece que la vida de Jacinta no ha cambiado –sigue vendiendo aguas frescas en Santiago Mexquititlán, Querétaro– sin embargo afirma que aún falta que se repare el daño que le causó una falsa acusación.
A más de seis años de su detención y encarcelamiento -avalado por la PGR- esta dependencia no se ha disculpado públicamente con ella, no se ha castigado a los responsables de fabricar el delito y tampoco ha sido indemnizada, por lo que espera que el TFJFA ordene la reparación del daño.
En 2006, Jacinta junto con Alberta y Teresa, fueron acusadas por la PGR de secuestrar a seis agentes de élite de la entonces Agencia Federal de Investigaciones y en 2008 las tres fueron sentenciadas por el Juez Cuarto de Distrito, Rodolfo Pedraza Longi, a una condena de 21 años de prisión.
Las indígenas fueron acusadas de secuestro, luego de que el 26 de marzo de 2006, tras un supuesto operativo contra la piratería realizado por agentes de la AFI vestidos de civil en el mercado de Santiago Mexquititlán, Jacinta les pidió que se identificaran. Tras permanecer 37 meses en prisión, en septiembre de 2009, la PGR no encontró pruebas para acusar a Jacinta.
En abril de 2010, la Suprema Corte de Justicia de la Nación resolvió la libertad de Alberta y Teresa.
Sobre este proceso Jacinta cuenta a Cimacnoticias que después de salir de prisión su vida parece ser la misma: vive con su esposo y sus hijos, durante la época de calor se dedica a vender aguas frescas, paletas y helados en su comunidad, y durante la época de frío sobrevive vendiendo dulces, como antes lo hacía.
No obstante afirma que la seguridad y el tiempo robado no se pueden regresar. “Como decía, cómo se me va a olvidar. Trabajo pero como que sientes algo, como que algo va a pasar, estas pensando en algo”, dice, al señalar que la experiencia de la detención arbitraria continúa en su cabeza y vive con el temor de ser detenida nuevamente.
“Me cambió la vida y a muchas personas como que les dio miedo, también se asustaron que tal si les pasa, (dicen) si le pasó a ella que no tenía nada…”, cuenta.
Aunque Jacinta dice que tras su libertad no quería saber nada de las autoridades ahora considera que la exigencia de reparación puede sentar un precedente para otros casos. “Después de que salí ya no quería saber nada, quería que se terminara, pero decía mi esposo ‘a lo mejor estuviste allá por algo y para que pudieras a ayudar a otra gente’”.
Y si bien cuenta que en realidad no puede ayudar a las personas que están en la cárcel injustamente, sí está convencida de que su testimonio ayudará a que otras personas tengan valor para denunciar lo que les está pasando. De ahí la fortaleza para seguir pidiendo que la PGR se disculpe públicamente y reconozca que la acusó sin pruebas.
Importante pero no suficiente una reparación, pues dice que durante su estancia en prisión se perdió de los logros de sus hijos y cree que desde entonces las calamidades y la depresión envolvieron su vida.
“Cuando yo salí ellos estaban grandes, no vi su graduación, mis nietas ya estaban grandecitas, en un accidente me falleció un muchacho de 20 años”, concluye.
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