Manuel Fuentes
El gobierno federal ya no sabe cómo disimular las cifras publicadas recientemente por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) que reflejan, aunque de manera parcial, la grave crisis que vive nuestro país. El dato preocupante es el incremento del desempleo que no cesa.
Ellos
dicen (los de Inegi) que la población desocupada en nuestro país es de
2 millones 484 mil 798, cifra que representa el 4.8% de la población
económicamente activa, pero que es superior al 4.6% del último
trimestre del año pasado.
Las cifras de Inegi son cuestionables
porque su método para investigar cuántas personas están desempleadas se
basan en un cuestionario con la pregunta: ¿ha trabajado al menos una
hora en la última semana?, si el encuestado responde que si laboró al
menos una hora en ese periodo, queda en automático fuera del grupo de
desempleados.
Esta forma tramposa de encuestar permite ubicarnos en una tasa de desempleo incluso menor a la de la Unión Europea (10.5%) y a la de OCDE (7.5%). Hay países como España que su porcentaje de desempleo representa el 25.3% o en el caso de Portugal el 15.2%, Italia el 12.7% o Francia el 10.2%. Según los reportes de Inegi estamos mejor que estos países. ¿Quién les va a creer?
Pero para el gobierno federal, vivimos en un mundo feliz, incluso con menos problemas que países desarrollados y propala que sus medidas económicas han resultado todo un éxito. ¡Vaya!
Se apoya en cifras del IMSS las cuales dicen que el empleo formal “creció” ¡un 3.2%!
No precisan que estos datos reflejan una realidad aparente, ya que muchos de los que aparecen en esas cifras tienen un contrato temporal, interrumpido intencionalmente por el patrón, obligándolos a “descansar” hasta 5 días continuos para no generar antigüedad en el trabajo. Este tipo de fraudes produce una ficción en los datos del IMSS porque aparece en datos recientes como contrataciones de nuevo ingreso cuando no lo son. Una simulación que se consiente y no se castiga.
Maquillar números para algunos es muy fácil y piensan que el arte de gobernar es lanzar discursos y cantidades para esconder la realidad. Los datos arrojados por el IMSS no pueden ser el punto de referencia para medir el índice de desempleo en México, porque hay otros trabajadores que tienen los servicios del ISSSTE, otros más cuentan con sistemas de seguridad social estatales o como la mayoría que no cuentan con ningún tipo de seguridad social.
El 60% de estas personas son clasificadas arbitrariamente como “informales” cuando muchas de ellas carecen de todo tipo de empleo.
Está contradicción entre el discurso y la realidad ha motivado el enfado de muchos sectores, entre ellos el empresarial que se ha visto afectado con políticas económicas y fiscales lesivas para las fuentes de trabajo.
Los trabajadores por su parte se enfrentan a un fenómeno recurrente: a mayor desempleo menor poder adquisitivo en sus salarios, pero también menos ingresos salariales. Los patrones se aprovechan para pagar salarios de miseria, que quien no los quiera aceptar habrá otros más en la calle, que estarán dispuestos a recibirlos, no importando las condiciones ni horario de trabajo que se les imponga.
Una manera aislada, pero representativa es asomarse a las Juntas de Conciliación y Arbitraje para darse cuenta como ha crecido el número de separaciones laborales. Hay una oficina especial de “arreglos extrajudiciales” con filas interminables todos los días.
Es como un lugar donde se entregan actas de defunción laboral. Se ve a trabajadores que salen con sus cheques con enorme tristeza porque no hay expectativas de encontrar otro empleo.
Antonio Marzal profesor de la facultad de derecho de la Universidad Ramón Llull en Barcelona España, en un libro que analiza la realidad del desempleo en países de la comunidad económica europea reflexiona:
“En nuestra sociedad industrial, postindustrial, o como se quiera llamar esto que hoy somos, la gente siente que es algo, se siente algo, por el trabajo. Quiero decir que es el trabajo el que en nuestra cultura nos proporciona un status. Lo que equivale a decir que, hoy, sin trabajo no se tiene identidad, se es nadie.”
En nuestro país ni siquiera los desempleados aparecen en las cifras, son nadie. Si andan por ahí buscando como emplearse más vale que se escondan, que se borren, para que no haya evidencia del fracaso de este gobierno en materia económica.
mfuentesmz@yahoo.com.mx
@Manuel_FuentesM
Esta forma tramposa de encuestar permite ubicarnos en una tasa de desempleo incluso menor a la de la Unión Europea (10.5%) y a la de OCDE (7.5%). Hay países como España que su porcentaje de desempleo representa el 25.3% o en el caso de Portugal el 15.2%, Italia el 12.7% o Francia el 10.2%. Según los reportes de Inegi estamos mejor que estos países. ¿Quién les va a creer?
Pero para el gobierno federal, vivimos en un mundo feliz, incluso con menos problemas que países desarrollados y propala que sus medidas económicas han resultado todo un éxito. ¡Vaya!
Se apoya en cifras del IMSS las cuales dicen que el empleo formal “creció” ¡un 3.2%!
No precisan que estos datos reflejan una realidad aparente, ya que muchos de los que aparecen en esas cifras tienen un contrato temporal, interrumpido intencionalmente por el patrón, obligándolos a “descansar” hasta 5 días continuos para no generar antigüedad en el trabajo. Este tipo de fraudes produce una ficción en los datos del IMSS porque aparece en datos recientes como contrataciones de nuevo ingreso cuando no lo son. Una simulación que se consiente y no se castiga.
Maquillar números para algunos es muy fácil y piensan que el arte de gobernar es lanzar discursos y cantidades para esconder la realidad. Los datos arrojados por el IMSS no pueden ser el punto de referencia para medir el índice de desempleo en México, porque hay otros trabajadores que tienen los servicios del ISSSTE, otros más cuentan con sistemas de seguridad social estatales o como la mayoría que no cuentan con ningún tipo de seguridad social.
El 60% de estas personas son clasificadas arbitrariamente como “informales” cuando muchas de ellas carecen de todo tipo de empleo.
Está contradicción entre el discurso y la realidad ha motivado el enfado de muchos sectores, entre ellos el empresarial que se ha visto afectado con políticas económicas y fiscales lesivas para las fuentes de trabajo.
Los trabajadores por su parte se enfrentan a un fenómeno recurrente: a mayor desempleo menor poder adquisitivo en sus salarios, pero también menos ingresos salariales. Los patrones se aprovechan para pagar salarios de miseria, que quien no los quiera aceptar habrá otros más en la calle, que estarán dispuestos a recibirlos, no importando las condiciones ni horario de trabajo que se les imponga.
Una manera aislada, pero representativa es asomarse a las Juntas de Conciliación y Arbitraje para darse cuenta como ha crecido el número de separaciones laborales. Hay una oficina especial de “arreglos extrajudiciales” con filas interminables todos los días.
Es como un lugar donde se entregan actas de defunción laboral. Se ve a trabajadores que salen con sus cheques con enorme tristeza porque no hay expectativas de encontrar otro empleo.
Antonio Marzal profesor de la facultad de derecho de la Universidad Ramón Llull en Barcelona España, en un libro que analiza la realidad del desempleo en países de la comunidad económica europea reflexiona:
“En nuestra sociedad industrial, postindustrial, o como se quiera llamar esto que hoy somos, la gente siente que es algo, se siente algo, por el trabajo. Quiero decir que es el trabajo el que en nuestra cultura nos proporciona un status. Lo que equivale a decir que, hoy, sin trabajo no se tiene identidad, se es nadie.”
En nuestro país ni siquiera los desempleados aparecen en las cifras, son nadie. Si andan por ahí buscando como emplearse más vale que se escondan, que se borren, para que no haya evidencia del fracaso de este gobierno en materia económica.
mfuentesmz@yahoo.com.mx
@Manuel_FuentesM
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