5/21/2014

"Todos saben de show business"


Ricardo Rocha
Detrás de la noticia
Mi querido y añorado “Tigre” Emilio Azcárraga Milmo solía decirme con su simpatía de casi siempre: “Lo malo de nuestro negocio, es que todo mundo sabe de SU business y de show business; a mí el dentista me tiene con la boca abierta dos horas y no me atrevo ni a preguntarle qué me está haciendo porque yo creo que sabe su chamba. ¡Ah! pero en cuanto termina se suelta: ¡Óigame don Emilio, por qué puso a la Méndez en esa novela, si ese papel estaba que ni pintado para la Vero! ¡Y por qué tiene a ese idiota en el noticiero del medio día, mejor córralo! ¡Por cierto, la producción del programa que sigue en la tarde está chafísima!” 
No he podido hablar con él, pero me temo que algo parecido le ocurrió al doctor Armando Ahued, secretario de Salud del DF, con el sainete en que ha derivado su desafortunadísima campaña de lactancia: creyó que, además de epidemias, era también un experto en show business en su sentido más amplio. Y por si fuera poco, haciendo un revoltijo con todos los géneros: imagenología; comunicación visual; sexy pictorial femenino; propaganda y publicidad, como si fueran lo mismo. Pero, sobre todo, sin entender la diferencia entre difundir una idea y vender un producto. Entre hacer teatro y transmitir un concepto. A propósito, omitiré los nombres, porque en todos los casos se trata de personas por las que siento un muy sincero aprecio. 
Vamos por partes: la problemática de la lactancia materna es tan grave que en palabras del propio Ahued “ha disminuido 14 por ciento en el ámbito urbano y 50 en el rural; ello ha provocado el disparo en los índices de diabetes, obesidad y sobrepeso; además, hay que considerar que, casi 70 mil niños nacen cada año en hospitales capitalinos”. Por todo ello asombra que ni al doctor ni a nadie en el gobierno del DF, se le haya ocurrido preguntar por verdaderos expertos en comunicología conceptual. No les hubiera costado trabajo averiguar que mi querido amigo el filántropo Manuel Arango lleva 14 años realizando el Caracol de Plata, un premio que se otorga a los mejores mensajes de contenido social de Iberoamérica. Que aborda temas tan delicados como la violencia intrafamiliar, la discriminación o la homofobia. Se hubieran enterado que hay aquí agencias y especialistas en estos mensajes. 
A ver: no se trata de rasgarse las vestiduras, ni mucho menos escandalizarse por las curvas de las participantes o de que si son o no símbolos sexuales —yo soy un acólito de Marilyn—, ni caer en el chismarajo de si están o no operadas. O de que una de ellas participó, se desparticipó y luego volvió a participar. Se trata simple y llanamente de que la campaña es un equívoco de pe a pa. En primer lugar sataniza como traidoras —“no le des la espalda”— a las mujeres que no amamantan a sus hijos. Como si hacerlo —“dale el pecho”— fuera tan sencillo y no se tuvieran que salvar obstáculos innegables: desnutrición, traslados o jornadas de trabajo. Luego hay una doble moral al esconder precisamente las glándulas mamarias y en cambio exhibir las caderas; el mensaje que se quiso transmitir con un joven veinteañero, detrás de una de ellas, no lo entienden ni en Bizancio. La explicación que dio uno de los realizadores es francamente patética: “un alto porcentaje de mujeres no quieren darle pecho a sus bebés por mil circunstancias, pero lo principal es que puede deformar la figura, es una parte de vanidad”. 
Pero las frases campeonas del patetismo son las del ínclito doctor Ahued: “Me he reunido con grupos feministas lastimados por la campaña; somos incluyentes”. Claro, a toro pasado. “Esta fue sólo la estrategia de lanzamiento; esta campaña es de varias fases”. ¿De verdad cree que somos estúpidos? Tan fácil que hubiera sido decir: “La campaña ha sido un fracaso porque está mal hecha, ustedes han de perdonar; empezaremos de cero”. Así, sin faltas de ortografía.

ddn_rocha@hotmail.com


Periodista

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