Jenaro Villamil
20 de mayo de 2014
MÉXICO,
D.F. (apro).- Rafael Moreno Valle se siente exitoso, invulnerable,
popular e imparable en su carrera hacia el 2018. El gobernador poblano
no oculta su intención de ser “la segunda edición de Enrique Peña
Nieto”. Y para lograrlo ya quiere convencer con su polémica #LeyBala
a las empresas mineras, a las hidroeléctricas y a las productoras de
gas shale, que ninguna protesta social frenará las inversiones privadas
extranjeras.
Moreno Valle tiene adicción a la farándula y a la
“donación” de millones de pesos del erario para las televisoras. En
esto copia el modelo Peña Nieto y lo supera en algunas partes. Le donó
un terreno de 6.7 hectáreas a Televisa para la construcción del CRIT
del Teletón, que le cuesta 42.5 millones de pesos anuales al erario
poblano, más la “donación” de 325 millones de pesos iniciales en 2011.
A
TV Azteca le donó los terrenos de la fábrica textil La Constancia
Mexicana, con 81 millones de pesos de por medio destinados a la
remodelación, para que ahí tuviera su sede la Orquesta Infantil
Esperanza Azteca. A cambio, el sonriente sobreviviente de Elba Esther
Gordillo sólo aparece mencionado en halagos en programas como Hoy o Venga la Alegría.
Mientras
a Televisa le destina 60% de su presupuesto en imagen y a TV Azteca
25%, reparte dinero entre los medios locales, digitales o impresos, que
lo ensalzan. Persigue, ignora o coarta a quienes lo critican.
La
reciente victoria de Gustavo Madero como dirigente nacional reelecto
del PAN se la quiere adjudicar Moreno Valle. Y no pierde oportunidad de
recordar públicamente y en privado que él fue su principal operador.
Ahí apareció, unos metros detrás de Madero, en la transmisión
televisiva del triunfo, el pasado 18 de mayo. Tan sólo en la capital
poblana, Madero obtuvo 73% de los votos panistas.
Moreno Valle
“operó” –ese eufemismo mexicano para decir que desvió recursos e
infraestructura públicos– para hacer ganar a Gustavo Madero en sus
territorios y allende, hasta los colindantes municipios de Tlaxcala.
Convocó a legisladores locales del PAN y a alcaldes como Antonio Gali
Fayad, de Puebla, y otros de Tlaxcala, para que el aparato
gubernamental favoreciera a Madero.
Con increíble facilidad,
Moreno Valle cambió del matriarcado de Elba Esther Gordillo a la
telecracia de Peña Nieto. No por convicción, sino por conveniencia. Los
grandes negocios de las privatizaciones peñistas pretenden ser también
los del mandatario poblano.
A cambio, no se le investiga ni con
el pétalo de un citatorio para que aclare muchos de los beneficios que
la exlideresa del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación
(SNTE) le dio en su ascenso político.
Moreno Valle está
convencido que la Sierra Norte de Puebla debe ser el destino para
inversiones privadas, nacionales y extranjeras, en una multitud de
proyectos que han generado un profundo descontento entre las
comunidades indígenas y entre organizaciones sociales que las defienden.
La
aprobación de su desafortunada #LeyBala, aprobada el 19 de mayo por 32
legisladores locales, es una demostración de hasta dónde puede llegar
el joven político de métodos antiguos y autoritarios. No pasó ni un día
de la euforia por “su triunfo” en el PAN cuando ya ordenaba a los
diputados locales que aprobaran el uso de la fuerza letal, en sus
distintas modalidades, contra la población.
En un comunicado
conjunto, las organizaciones civiles advirtieron que “es evidente” la
preocupación de Moreno Valle por “desmantelar los movimientos que
surgieron contra la explotación minera en la Sierra Norte de Puebla,
presas, hidroeléctricas y gasoductos, pero también contra
manifestaciones que busquen cuestionar el status quo local”.
No quiere críticas ni disidencias Moreno Valle. Por menos, al Gober Precioso, el
inefable Mario Marín, los poblanos le organizaron marchas, críticas
constantes y hasta burlas con fuerte carga racial. Sin embargo, una
clase pudiente, de doble moral, le tolera y hasta le aplaude a Moreno
Valle sus excesos autoritarios. Creen que, ahora sí, los llevará hasta
la cumbre del poder.
Hay poblanos adinerados que viven en la
ficción de un nuevo Maximino Ávila Camacho que los llevará hasta Los
Pinos. No saben que alimentar el delirio autoritario es también
asfixiar la civilidad y la democracia en esa entidad.
Twitter: @JenaroVillamil
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