La Redacción
MÉXICO,
D.F. (apro).- La ejecución de 22 personas en Tlatlaya, Estado de
México, y la desaparición de 43 normalistas en Iguala, Guerrero, son
dos “atrocidades” lo suficientemente serias para cambiar el rumbo del
gobierno de dos años del presidente Enrique Peña Nieto, afirma la
revista inglesa The Economist.
Por separado, los diarios estadunidenses USA Today, The New York
Times y The Washington Post, cuestionaron las declaraciones que hizo el
Ejecutivo sobre la supuesta disminución de la violencia en México.
En su nueva edición que empezó a circular el pasado viernes 17, The
Economist asegura que Peña Nieto “ha priorizado las reformas económicas
y subestimado la ley y el orden como manera de modernizar México, sin
reconocer que ambas son igual de importantes”.
Las atrocidades registradas en Iguala, apunta, muestran lo lejos que
está México de ser un país de leyes, y ponen de relieve que se necesita
orden y normas, tanto como reformas económicas para modernizar al país.
En un artículo titulado “Cuando el crimen se sale de control”,
resalta que a 200 años de haberse redactado la primera Constitución en
Apatzingán, el área que rodea esa ciudad muestra la distancia que tiene
que recorrer México para ser “un país de leyes”.
Tierra Caliente, sostiene, se ha vuelto la escena de secuestros
masivos y masacres, ambos presuntamente cometidos por fuerzas de
seguridad del Estado contra civiles no armados.
“México se ha convulsionado por el secuestro de 43 normalistas en
Iguala, presuntamente por la policía municipal (…) El área es campo de
asesinatos, con fosas masivas esparcidas y tensiones altas”.
Añade: “La absoluta anarquía del área, a unas cuantas horas de
distancia de la capital por carretera, encuentra eco en una presunta
masacre en junio en Tlatlaya, no lejos de Iguala, en la que soldados
mataron a 22 personas sospechosos de ser delincuentes”.
Prosigue: “Al margen de los secuestros, lo que es especialmente
aterrador son las afirmaciones de que el crimen organizado gobierna
Iguala, al instalar a dos de los suyos –el alcalde (José Luis Abarca) y
su esposa (María de los Ángeles Pineda)–, quienes usan a la policía
municipal para saldar cuentas violentamente con escaso temor de ser
aprendidos.
“La falta de confianza de los mexicanos en las autoridades a cargo
de la procuración de justicia significa que el número de crímenes no
investigados, así como el total de delitos, es apabullante”.
Para demostrarlo lo anterior, The Economist publica una gráfica
titulada “Una Forma de Vida”, que muestra que los delitos no
investigados o no reportados en México han aumentado de 92 a 93.8%
entre 2010 y 2013.
“Tres cargadas palabras resumen el reto que ahora enfrenta Peña y
México en su conjunto: impunidad, rendición de cuentas y
gobernabilidad”, sostiene.
En Estados Unidos, el diario USA Today publicó, como lo han hecho
otros medios impresos y electrónicos, que la desaparición de los 43
normalistas es un “recordatorio alarmante” de que la violencia
delictiva persiste en México, pese a que Peña Nieto insiste en lo
contrario al señalar que la situación de seguridad está mejorando.
En su edición de ayer, The New York Times difundió un artículo en
primera plana en el que destacó los dichos de Peña Nieto, quien dijo
que la búsqueda de los 43 estudiantes de la escuela Normal Rural de
Ayotzinapa es la prioridad número 1 de su administración.
“Pero si de algo ha servido la búsqueda es para confirmar que la
crisis del crimen organizado en México, donde se sabe fueron matadas
decenas de miles en la guerra a las drogas de años recientes, podría
ser peor de lo que han admitido las autoridades”, apuntó el diario en
su nota titulada: “México halla muchos cadáveres, pero no a los
estudiantes perdidos”.
El gobierno federal, añadió, ha celebrado estadísticas recientes
sugiriendo un declive en los homicidios, “pero la proliferación de
fosas en Guerrero –incluidos 28 cuerpos humanos calcinados que
resultaron no ser los normalistas– arroja nuevas dudas sobre el conteo
del gobierno, potencialmente apuntando hacia un número más grande de
muertos que no han sido contados”.
En tanto, The Washington Post resaltó que a nadie debió sorprender
que ninguno de los 28 cadáveres encontrados en las fosas fuera de los
43 normalistas, toda vez que la sierra arriba de Iguala es un conocido
basurero humano.
“Mientras que la noticia de que no eran los normalistas alentó a sus
familiares, para el resto de México fue una parada más en la rueda de
la fortuna del horror, reforzando la creencia de que hay fosas
clandestinas en todo el país donde se han esfumado un número
incalculable de mexicanos”.
Las fosas no son las primeras y tampoco las más grandes que se
descubren en años recientes. “No obstante, han destrozado la campaña de
relaciones públicas de EPN para desviar la atención internacional de
los fracasos en materia de seguridad”, concluyó el diario.
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