Serpientes y Escaleras / Salvador García Soto
El escándalo por la masacre de estudiantes normalistas de Ayotzinapa rebasó ayer las fronteras del país y se volvió un escándalo internacional; la publicación de notas y editoriales en los diarios de varios países, así como diversos actos de protesta en sedes diplomáticas de México —en capitales como Londres, Madrid y otros seis países— hicieron que ayer el canciller José Antonio Meade tuviera que hablar del tema y garantizar que, como antes lo dijo el presidente, habrá castigo a los responsables de la desaparición de 57 jóvenes en Iguala, Guerrero.
Mientras en el mundo la noticia corría, en el centro, oriente, occidente y sureste del país se registraron también movilizaciones de organizaciones civiles y familiares de las víctimas; lo mismo en las calles de Chilpancingo que en Chiapas con la marcha de los pasamontañas del EZLN, en avenidas de Oaxaca y Michoacán con las protestas de la CNTE, con la toma de una facultad de la Universidad de Veracruz en Jalapa, que en las calles de Guadalajara o en el Zócalo de la Ciudad de México, donde el común denominador de todas esas manifestaciones fue la exigencia de justicia para los jóvenes asesinados y desaparecidos, además de la situación de violencia e inseguridad que vive el estado de Guerrero.
En el contexto de protestas por Ayotzinapa, un reducido grupo de jóvenes encapuchados, que se autonombran “anarquistas”, interrumpieron por casi dos horas la vialidad en la avenida de los Insurgentes, al sur de la ciudad de México, para quemar objetos y lanzar bombas molotov, mientras los contingentes de organizaciones capitalinas y familiares procedentes de Guerrero marcharon desde la glorieta de El Angel hasta la Plaza de la Constitución, donde efectuaron un mitin para exigir justicia por los jóvenes masacrados.
La presión de las calles se hizo sentir también en las cúpulas del poder. Al mediodía, en la Secretaría de Gobernación, tuvo lugar una reunión a la que asistieron altos dirigentes del PRI, entre ellos los coordinadores parlamentarios del Congreso, en la que el tema a tratar fue una salida política para Guerrero. El secretario de Gobernación, Miguel Osorio, encabezó el encuentro en el que se discutieron escenarios para resolver la crisis en el estado y, según confirman algunos asistentes, la licencia del gobernador Ángel Aguirre Rivero se volvió a poner sobre la mesa.
En San Lázaro la masacre de los normalistas también fue ayer tema. La Comisión Especial de Diputados creada para investigar la muerte y desaparición de estudiantes normalistas en Iguala sesionó por más de tres horas y sus integrantes de todos los partidos acordaron una investigación imparcial de los hechos, mientras que la Junta de Coordinación Política de la Cámara de Diputados citó a comparecer a los titulares de Gobernación, de la PGR, al secretario de la Defensa y al director del Cisen para que expliquen no sólo el caso de los normalistas desaparecidos en Iguala, sino también la matanza en Tlatlaya, Estado de México, perpetrada por militares y por la que han sido acusados y consignados tres soldados del Ejército mexicano.
A estas alturas empieza a quedar claro que harán falta algo más que discursos y ofrecimientos por parte del gobierno federal, o el “perdón” y las “disculpas” del PRD, para calmar el clamor de justicia e inconformidad que ha desatado el caso de los normalistas de Ayotzinapa. La movilización y las protestas en distintas regiones del país y en varias naciones del mundo son un claro indicador de que este caso puede despertar un elemento no considerado ni deseado en el discurso del “México de oportunidades y de reformas” del presidente Enrique Peña Nieto: la subversión.
NOTAS INDISCRETAS… La corriente de Los Chuchos paga un alto costo por el escándalo de Ayotzinapa por no haber atendido las denuncias que, desde mayo de 2013, se hicieron sobre los vínculos de José Luis Abarca con el crimen organizado. La corriente mayoritaria del PRD no quiso escuchar los señalamientos que entonces hizo René Bejarano —ahora resulta que el “bueno” es Bejarano— por el asesinato de tres dirigentes locales del PRD y un líder de la Unión Popular de Guerrero, porque en ese momento estaba de por medio el proceso interno del partido y expulsar al alcalde les hubiera hecho perder delegados. Así que ahora, su flamante dirigente, Carlos Navarrete, ha empezado con el pie izquierdo y con su presidencia abollada y estigmatizada por sus infames “disculpas”… Los dados repiten Serpiente. Mala racha.
sgarciasoto@hotmail.com
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