El gobierno del Estado de Guerrero desvió de su ruta de movilización a
jóvenes normalistas de la combativa Ayotzinapa con toda intención de
propiciar un altercado con los guerreros unidos e instigó el acto con
el auxilio de sus fuerzas represivas. Por su parte el narco poder da
muestras claras de entrar en una fase “precautoria” respecto de los
golpes sufridos en el estado de Michoacán de no permitir la
movilización popular en las zonas bajo su control. Se trata de una
celada al viejo estilo de la guerra sucia, una emboscada preparada por
instancias políticas, de seguridad y del narco hoy enmarañadas en el
deterioro de la antigua institucionalidad burguesa del Estado mexicano
y el socavamiento de su condición como Estado-nación.
Un
detonante colocado por gentes del poder (narco, político y económico)
que no quieren hacerse responsables de sus actos de ningún modo,
empeñadas en ponerlo como un acto de la delincuencia organizada
restringiendo toda forma de manifestación social que irrumpa en sus
escenarios, ya sea en las zonas donde gobierna el narco o en lo que los
políticos creen sus estrictas áreas al margen de los derechos
políticos. Así entonces, en este acto criminal están coludidos esos
entes con plena intención de generar la represión contra el pueblo pero
por la naturaleza feroz de su agresión la situación se les escapó de
control y del cerco mediático.
Al limitar las posibilidades de
movimiento hacia Chilpancingo las instancias de seguridad, las fuerzas
policiales y militares, el ejecutivo estatal y sus agentes crearon el
marco “perfecto” para empujar a los estudiantes a Iguala para armar ese
plan macabro entre dos fuegos. El presidente municipal de Iguala en la
maraña de sus frivolidades poco importa a los más poderosos, lo usarán
como tonto útil independientemente de sus propias responsabilidades.
Definitivamente
es un ensayo para aplicar este tipo de acciones a gran escala donde sea
el narco quien golpee al movimiento popular, es un plan combinado con
los intereses propios del narco poder que una vez socavado el tejido
social en importantes regiones del país cree tener las condiciones para
ejercer funciones de dominación general sobre la población que sólo
sembrarán mayor caos y desmembramiento del país, ideales para otro tipo
de intervenciones imperialistas. Se estará de acuerdo en que eso hace
tiempo se practica a un nivel muy local en algunas regiones, pero este
precedente es nuevo y sumamente peligroso para la lucha revolucionaria
en un momento en que se incuban nuevos potenciales de movilización de
las cuales el Estado gobernado por imperialistas, oligarquía financiera
y carteles de la droga toma nota como puntos rojos que van
encendiéndose intentando distintas acciones para apagarlos.
Peña
Nieto en lugar de subrayar la responsabilidad de su investidura,
simplemente se lava las manos, nos sale con una declaración oficial de
consternación como si no fuese más que un simple espectador, pero para
quien quiera ver en su discurso es notoria su intención retardataria de
las investigaciones en el caso de Guerrero como lo fue mientras fungía
de gobernador del Estado de México. Simplemente por el hecho de que en
lugar de crear alguna herramienta institucional que atienda estos
graves problemas, se apoya en las instituciones que se sabe carcomidas
para que estas resuelvan lo que no les interesa resolver. A esos
niveles de gobierno resultan absurdas sus declaraciones, sobre todo con
su gabinete de seguridad que sabe y discute dónde y cómo usar la fuerza.
Los
gobernantes juegan a la confusión, se hacen los desentendidos, demoran
las investigaciones, están coludidos por diversos intereses; el pueblo
debe movilizarse contra esta agresión de todas las fuerzas hostiles del
poder político, económico, militar y narco, exigimos castigo a los
culpables, desenmascarando la múltiple condición de este crimen de
Estado.
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