10/08/2014

Aguas Blancas II

Detrás de la Noticia/ Ricardo Rocha
Pero no hay que confundirse. Este no es un asunto de días o meses. Son décadas de descomposición en un estado sangriento. 
La de Iguala es ya una de las peores matanzas en toda la historia de México. Quisiera equivocarme, pero creo que los 43 están muertos. Por eso el mensaje del presidente Peña Nieto fue la crónica de una decisión anunciada. Guerrero se está pudriendo. 
Pero no hay que confundirse. Este no es un asunto de días o meses. Son décadas de descomposición en un estado sangriento. Desde los tiempos de las guerrillas de Lucio Cabañas y Genaro Vázquez Rojas, hace 50 años, hasta aquella etapa oscura de la represión gubernamental ilegal, torturadora, criminal y feroz llamada Guerra Sucia. Más de cerca, remitámonos al punto de inflexión que fue la matanza de Aguas Blancas en 1995. Cuando 16 campesinos que iban a protestar fueron masacrados a sangre fría en una emboscada perpetrada por policías estatales; episodio que forzó la renuncia del entonces gobernador Rubén Figueroa Alcocer, a pesar del apoyo de su compadre, el presidente Zedillo. 
Lo paradójico es que Angel Eladio Aguirre Rivero llegó hace 18 años a su primera gubernatura —como interino priísta— gracias a esa matanza que entonces lo encumbró. Ahora otra podría derrumbarlo. 
Tan sólo en estos cinco años recientes, el recuento de ejecuciones de personas y personajes incómodos al poder en Guerrero habla por sí mismo: Armando Chavarría, diputado perredista, presidente del Congreso local y el más viable candidato al gobierno estatal; y Rocío Mesino, dirigente de la Organización Campesina de la Sierra del Sur, cuyo hermano Miguel Angel también había sido ejecutado años antes; son algunos de los 15 activistas sociales asesinados durante los gobiernos perredistas de Zeferino Torreblanca y Angel Aguirre. 
Yo creo que esta “guerra de baja intensidad” denunciada por grupos diversos no puede ignorarse, aun cuando en apariencia la presunta ejecución de los normalistas por policías estatales al servicio del cártel de los Guerreros Unidos, sea por ahora la obligada línea de investigación. 
Por lo pronto el gobernador guerrerense se encuentra al borde del precipicio. En su mensaje de antier, Peña Nieto no lo menciona nunca, ni a él ni a su gobierno; se dirige tan sólo a “las instancias de seguridad y procuración de justicia estatales”, como si Aguirre no existiera. Punto. A lo que ha seguido su patética declaración de renunciar si con ello se soluciona la actual crisis de violencia. 
Yo sólo veo dos escenarios: una todavía más grave descomposición en Guerrero, derivada de la furia por sus 43 normalistas muertos de Ayotzinapa; o una quimérica acción fulgurante de la justicia federal que descubra la verdad y localice y consigne a los responsables, fundamentalmente al también perredista edil de Iguala, José Luis Abarca, hoy prófugo, acusado de nexos con el narco y de haber asesinado a un luchador social. 
El primer escenario plantea una vía sin retorno; una espiral de violencia incalculable que le vendría a descomponer el proyecto al actual gobierno federal. Donde Michoacán comparativamente sería un cuento de hadas. Por eso urge una acción inmediata. Y luego, es absolutamente indispensable plantear un Pacto por Guerrero; sentar a la mesa a todas las organizaciones extremas o no y acordar una estrategia conjunta contra el crimen organizado. 
Guerrero, su gente y sus potencialidades de desarrollo merecen una oportunidad de futuro. Sirva el recuerdo del video de Aguas Blancas para imaginar lo que fue la ejecución de los 43 de Iguala. Y dejar claro que crímenes como éste, son absolutamente intolerables.
Periodista.

ddn@hotmail.com

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