México
D.F., 07 oct. 14. AmecoPress.- Las cifras de la Secretaría de Salud son
contundentes. En 2013 murieron cinco mil 600 mujeres por cáncer de
mama, es decir en promedio 15 cada día. Se trata de la primera causa de
muerte en las mujeres mexicanas y significa que ocho mujeres de cada
cien mil en el próximo tiempo tendrán cáncer de mama. 18 mil nuevos
casos fueron detectados el año pasado. La incidencia, declararon las
autoridades, va en aumento.
El 19 de
octubre se ha designado como el día mundial de lucha contra este uno de
los dos cánceres femeninos que se llevan a las mujeres en edades
productivas. Por ello desde el 1 de octubre edificios, palacios,
monumentos y sedes parlamentarias, en un acto simbólico se iluminaron
con luces rosas. Eso durará todo el mes y se trata de sensibilizar
sobre el problema.
La
Organización Mundial de la Salud (OMS) afirma que unas 400 mil mujeres
mueren al año en todo el mundo por el cáncer de mama. La mayoría de las
muertes ocurren en los países de ingresos bajos y medios, donde la
mayoría de las mujeres se diagnostican en estadios avanzados debido a
la falta de sensibilización sobre la detección precoz. Pero hay que
reconocer que existen obstáculos al acceso a los servicios de salud y,
en el caso de México, escasez de mastógrafos, aparatos fundamentales
para el diagnóstico y el tratamiento.
¿Eso qué
significa? Veamos: Las tasas de supervivencia del cáncer mamario varían
mucho en todo el mundo, desde el 80 por ciento o más en América del
Norte, Suecia y Japón, pasando por un 60 por ciento aproximadamente en
los países de ingresos medios, hasta cifras inferiores al 40 por ciento
en los países de ingresos bajos. Se le reconoce como un problema de
salud pública, pero no se invierte en mastógrafos y las campañas
mediáticas no tienen un reflejo directo en las mujeres.
La bajas tasas
de supervivencia observadas en los países poco desarrollados, explica
la OMS, se debe principalmente a la falta de programas de detección
precoz, que hace que un alto porcentaje de mujeres acudan en busca de
atención médica con la enfermedad ya muy avanzada, debido a la falta de
servicios adecuados para el diagnóstico y tratamiento, no sobreviven.
Toda la
campaña, sin embargo, está centrada en nuestros democráticos medios de
comunicación, en la capacidad de las mujeres para hacerse un auto
examen y acudir al médico cuando encuentran una bolita en sus senos,
algún tejido acumulado, una molestia, algo. Y cuando van a sus
exámenes, suponiendo que se hayan detectado alguna de estas cuestiones,
las atienden tardíamente; insisto no hay suficientes mastógrafos. Y me
pregunto por qué este descuido, por qué esta indiferencia, porque en
octubre, el octavo mes según el calendario gregoriano y las lunas
románticas, se hace tanta alharaca y no existen medios, grupos,
mecanismos, acciones, para tomar cuentas a la Secretaría de Salud y a
las autoridades del Instituto Mexicano del Seguro Social y qué pasa con
los hospitales de los estados de la República. Las muertes son
evitables, no tendría que multiplicarse esta desgracia.
De acuerdo con
las declaraciones al comenzar octubre, la Secretaría de Salud dijo que
en 2012 la incidencia del cáncer de mama era de 17.1 por cada 100 mil
mujeres y que en 2013 aumentó al 17.5 por ciento. ¿Esto es solo
responsabilidad de las mujeres? Esto es lo que realmente preocupa.
De acuerdo a un reporte del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) se subutiliza el equipo para
detectar cáncer de mama (CaMa), a pesar de que este mal es la primera
causa de muerte por tumores malignos en las mexicanas; en algunos casos
hay mastógrafos que llevan hasta tres años sin usarse, porque están
descompuestos y porque falta personal capacitado que realice las
mamografías.
Encontré que
en el Estado de Hidalgo, la delegación del IMSS no realizó mamografías
de 2006 a 2008, debido a que el único mastógrafo con el que contaban
“se encontraba descompuesto”. En esta entidad mueren 8.1 hidalguenses
por cada 100 mil mujeres de 25 años y más. Ellas forman parte de las
cinco mil 600 mexicanas de esa edad que murieron por esa enfermedad en
2013. Veracruz, los sabemos por los estudios, tiene el segundo como
hace años, en esta grave incidencia. Si se sabe, porque no se actúa.
Se trata de un
problema de salud pública, que como la mayoría de las muertes de
mujeres se puede evitar si hay una detección oportuna. Informes
oficiales confirman, lo acaban de hacer el 1 de octubre, el 90 por
ciento de los casos se detecta en etapas tardías. Además, en promedio,
las mujeres con cáncer de mama son diagnosticadas a los 58 años de
edad, cuando pudieron tener los primeros síntomas a los 43, según el
Centro Nacional de Equidad de Género y Salud Reproductiva.
Pero hay más.
Pese al crítico panorama, el IMSS no prioriza la detección de este
cáncer mediante la aplicación de mamografías. Muestra de ello es que en
la delegación poniente del Estado de México, de los 10 mastógrafos con
los que cuenta, cinco no funcionan porque tres de éstos están
descompuestos y dos no operan por falta de personal capacitado para
realizar el estudio. ¿Hoy? No sabemos. Los aparatos que funcionan en
ese lugar eran operados por cuatro médicos radiólogos en 2011, quienes
entre 2005 a 2010 tomaron 36 mil 362 mamografías a las mexiquenses
derechohabientes.
Nada nos hace
pensar que las cosas cambiaron, sobre todo si los datos de 2013 hablan
de un aumento. ¿Por qué nos dejan a las mujeres la responsabilidad?
Además de las luces color de rosa que hoy iluminan los edificios; la
campaña de medios que insiste, reitera, manifiesta que las mujeres
deben auto cuidarse, lo que debía hacerse es una real campaña en los
hospitales, casa por casa, clínica por clínica, suficiente inversión y
dinero, prioridad y no demagogia. Nos llenamos los ojos y las cabezas
de promesas con el famoso, olvidado e inoperante programa del Seguro
Popular, por ejemplo. Necesitamos mastógrafos en todo el país.
De acuerdo con
los estudios el cáncer de mama tiene incidencia especialmente en los
estados del centro, el norte y los cercanos al Golfo de México, según
el diagnóstico. Había que ir más allá que ponerse un bonito lazo rosa.
Urge una cruzada de información fidedigna, ahora que estrenamos y
festejamos la paridad política de 50 por ciento mujeres y 50 por ciento
hombres, ahora que nos aseguran que la tercera línea estratégica del
Plan Nacional de Desarrollo es generar una cultura de igualdad; ahora
que las mujeres valemos tanto, según los discursos y brillantes
anuncios de avance.
Cuando
encontré las informaciones referidas, en fuentes serias, diversas y en
testimonios, me acordé que hace unos 20 años, una red de salud en el
Distrito Federal, detectó que el otro cáncer femenino, el cérvico
uterino, que significa el 10 por ciento de las muertes en mujeres
productivas. Entonces teníamos la convicción de que iba en aumento,
descubrimos que miles y miles de pruebas clínicas, no se habían
estudiado por falta de reactivos, especialmente en los estados del sur,
como Oaxaca, Chiapas y Veracruz.
Evidentemente
sucede que no hay voluntad política y que si las mujeres acuden al
examen llamado Papanicolaou, no hay forma de diagnosticar el cáncer
cérvico uterino, tampoco hay aparatos. Y cuando ya está en proceso el
mal, entonces hay que tener un servicio que se llama citología de base
líquida que confirma el problema, luego hay que tener una clínica de
displasia donde con un colposcopio se ayuda. Cada clínica (un aparato
en realidad) cuesta un millón de pesos, nada, si se compara con el
significado de las mujeres que mueren por cáncer cervico uterino. Esta
una segunda preocupación.
Me temo que a
pesar de las presiones de grupos de mujeres de aquella época, de los
programas y los anuncios, hoy nos encontraremos con sorpresas muy
desagradables, por ejemplo en el Distrito Federal y seguro en aquellas
entidades donde es claro que los gobernadores desviaron los recursos
para salud.
Hacer
conciencia es fundamental, ponernos el lazo rosa, pero también pedir
cuentas es lo importante. No puede haber un México en paz, en tanto la
indiferencia nos rodea y vemos con tranquilidad tanta desgracia.
Foto: Archivo AmecoPress.
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