Pedro Echeverría V.
1. La llamada “unidad a toda costa” -aplicada en los años cuarenta-
ha llevado a las más grandes traiciones a los trabajadores. En México
fue muy conocida esta consigna oportunista en los tiempos de la Segunda
Guerra Mundial. Después de muchas décadas nadie cree en ella porque
resultó ser una gran manipulación en la que familias, pueblos, países
murieron luchando solamente para cambiar de amo. Ahora cualquier grito
de “unidad” debe pensarse, analizarse bien. ¿Con quién nos unimos, bajo
qué objetivos, programa y actividades? ¿Vamos por un simple cambio de
caras en el capitalismo para seguir en más de lo mismo? ¿Por qué
primero una cosa, luego otra, si la sociedad es global y nos somete en
bloque?
2. Los izquierdistas y jóvenes anarquistas no solo combaten con
fuerza contra la gran burguesía opresora que apoya al PRI y al PAN;
también están cansados de las traiciones del PRD que se autodefinió
como “de izquierda” en sus cinco primeros años de vida y que luego se
convirtió en otro acólito servil de la burguesía. Ante la gigantesca
traición del PRD, se ve a Cárdenas y sus acompañantes como miembros destacadísimos de una fracción de partido. Toda esa gente traidora del
PRD que sirve a los gobiernos del PRI y el PAN-incluso muchos de
Morena- debe hacer sus propias marchas o mítines, porque la gente no
olvida. ¿O puede asistir a ellas Peña Nieto, Salinas y dirigentes
panistas diciendo que “están muy consternados por los asesinatos”?
3. Del otro lado se encuentran los jóvenes radicales sin historia
política, sin militancia, sin formas tradicionales de organización, sin
continuidad garantizada, que en los últimos tres años han visto el
comportamiento entreguista u oportunista de cada quien y han leído sus
declaraciones por doquier buscando disculpar al sistema, la situación
social y sólo censurado a sus oponentes partidarios o políticos que
compiten con ellos por el poder. Así como los jóvenes “sectarios”
lograron expulsar a Cárdenas y acompañantes por perredistas y ser su
partido el gobierno culpable de los asesinatos de estudiantes y
campesinos en Guerrero, lo mismo pudo hacerse en las concentraciones
débiles -como en Yucatán- donde estuvieron panistas.
4. Aunque nos llenemos de deseos e ilusiones por la “unidad”, ésta
sólo podrá lograse cuando nuestro pueblo, por lo menos en un 50 por
ciento, esté convencido de una posición de izquierda revolucionaria; es
decir, comprenda el significado de la lucha de clases y actúe en
consecuencia. ¿A caso no hemos visto a través de la historia de siglos
que la clase dominante siempre convence engañando a la clase oprimida
tratando de abolir con su discurso la lucha de clases? La unidad entre
dirigentes proclamados jamás podrá darse porque cada uno quiere dominar
al otro; además que cuando se convierten en “figuras políticas” deben,
tienen, están obligados, a negociar el poder con el Estado porque se
convierten -quizá sin darse cuenta- en parte de la dominación.
5. Cuanto más grande y poderosa es una organización en la misma
proporción crecen sus líderes; pero también en ese mismo ritmo crece la
negociación y la penetración del Estado. Por ello los anarquistas, por
lo menos desde el siglo XIX, han planteado como bases de la
autogestión, del gobierno directo -del autogobierno- las organizaciones pequeñas coordinadas. Buscan siempre que no haya líderes
permanentes, distinguidos, que luego se quieran montar en el movimiento
y luego negocien a nombre de él con el Estado. Por eso los anarquistas
acabaron con presidentes o secretarios generales de organizaciones y
crearon los comités de lucha igualitarios, antijerárquicos, con representaciones transitorias, revocables y obedientes de sus representados.
6. En los sesenta, particularmente en los movimientos de 1968, todos
los partidos de izquierda fueron a la cola de los movimientos y la
mayoría se desplomó. Los viejos partidos conservaron sus burocracias
pero muertas, hasta que la burguesía los desenterró ofreciéndoles en
1977 algunos privilegios. El ideal anarquista se fortaleció entonces
demostrando que los movimientos de masas se hacen sin partido y muchas
veces también contra ellos que sólo buscan controlar para negociar.
¿Qué pasó en 2012 con el “Yo soy 132″ que se desplomó en parte después
que el PAN reconoció el triunfo de Peña Nieto y las escuelas privadas
se retiraron? ¿Puede olvidarse que la clase empresarial es el PAN y el
PRI y que da órdenes en colegios privados?
7. Algunas veces se piensa que los dirigentes AMLO, Marcos, los
chuchos, Sicilia, la CNTE, el SME, los telefonistas, el Congreso
Social, Atencos, etcétera, se deben reunir para acordar la unidad. Se
olvida que tienen posiciones radicalmente diferentes. Unos se oponen
sólo al gobierno PRI-PAN y otros al sistema capitalista total; unos son
electoreros y otros no lo son; unos son totalmente pacifistas y otros
están dispuestos a responder la violencia; unos continuarían con un
gobierno autoritario obedeciendo a los empresarios y otros saben que
nada podrá hacerse si no se somete a los poderosos. Se dice que primero
una cosa y luego otra ignorando que nada se puede separar porque el
sistema de explotación y miseria es global.
8. La unidad sólo puede darse en la lucha en las calles, en el
campo, en las escuelas o en las colonias de ciudades. Muchos militantes
de organizaciones, partidos, gremios y sectas oportunistas serán
rechazados porque ven en ellos a organismos con poder cerrado que han
negociado y traicionado. Los luchadores sociales están obligados a
apoyar todas las batallas de los pueblos, ciudades, países, allí donde
se manifieste cualquier lucha transformadora. Así que esos figurones de
la política deben organizar sus propias marchas y mantener posiciones
ideológicas claras que nunca ofendan las luchas de los trabajadores. No
es un asunto de respeto, porque el respeto se gana cuando no se ofende
a los de abajo. (9/X/14)
Único correo: alterar@gmail.com
No hay comentarios.:
Publicar un comentario