Lo
que en otros países es anormal en México se ha vuelto normal. No se van
a cambiar las inercias, las enquistadas situaciones de facto porque el
próximo 7 de junio hay elecciones federales para renovar la Cámara de
Diputados, así como para gobernadores y congresos locales en varios
estados de la República. Pero que tampoco se diga que el proceso
electoral de 2015 se desarrolla dentro de la “normalidad democrática”.
Porque en este país la democracia en todas sus acepciones, incluso en la
más mínima, se atropella, se violenta todos los días. Y las
condicionantes para que la gente se anime a emitir su voto y si se
anima, a que lo haga con libertad, se cuentan por decenas. Aunque el
cuarto poder, el Instituto Nacional de Elecciones, el INE, no lo vea.
La
legislación electoral sobre medios y sobre todo la práctica han logrado
combinar inequidad con saturación. Además del fárrago, principalmente
auditivo, de la propaganda partidaria o del INE, pues durante el proceso
se van a transmitir 22 millones de spots radiofónicos y televisivos,
muchos medios sólo entrevistan a candidatas y candidatos si se les
compran espacios. Los abanderados del partido gobernante, el Partido
Revolucionario Institucional, PRI, sistemáticamente rehúyen los debates,
por temor a que les pongan frente al rostro los innumerables hechos de
corrupción de sus funcionarios y el fracaso del gobierno de Enrique Peña
Nieto.
El Partido Verde Ecologista Mexicano, (PVEM),
aliado incondicional del PRI, expulsado de la Internacional Verde por
apoyar la pena de muerte, entre otros absurdos, ha violado
sistemáticamente la ley electoral El PVEM sigue haciendo gala de
espectaculares, de anuncios en los taxis y en los puestos de periódicos.
Siguen llegando al domicilio de un ciudadano sí y otro también las
tarjetas de descuento verde “sólo para afiliados”, sin que uno haya
autorizado que proporcionen su dirección ni mucho menos que lo
consideren como potencial tributario de esta corrupta franquicia
familiar. Los verdes siguen disfrutando de total impunidad. En todo caso
se dan el lujo de comprarla pagando las leves multas que se les
aplican. El cada vez más sumiso a los partidos de Peña, Lorenzo Córdova,
presidente del INE, señala con una lógica según él contundente: “Si quieren que se le quite el registro, que no voten por él”.
Si vamos a dejar que la operación del omnisciente mercado político
opere como señala el neo-neoliberal político Córdova, ¿para qué gastar
tanto dinero en sueldos como los de él? ¿En gastos de representación,
choferes y demás privilegios para los consejeros y funcionarios de su
instituto?
El INE también es incapaz de dar seguimiento a
los gastos de campaña, sobre todo del PRI, el que más se aprovecha de
puestos de gobierno, de programas, de entrega de televisiones plasma, de
láminas para techo, de tinacos, de tarjetas de descuento como las del
Verde. Impone farragosas y complicadísimas formas de controlar y auditar
el gasto de los centavos, pero detrás de él los partidos de Peña Nieto
despilfarran los millones sin ninguna regulación.
No sólo son las graves condicionantes endógenas al proceso electoral.
El
miedo domina en muchas poblaciones del campo mexicano. La gente teme
organizarse, expresarse, participar públicamente. A más invisibilidad
mayor protección, piensan... No cabe duda que el proceso electoral
estará vigilado, más que por el INE, por los efectivos del crimen
organizado. Ellos, sin incurrir en violaciones manifiestas a la ley,
pueden inclinar definitivamente la balanza por uno u otro candidato.
Elecciones sub armis, bajo las armas. Los narco bloqueos y
enfrentamientos en varias ciudades y estados de la República: Reynosa,
en Tampico, en Morelos, en Jalisco, en Sonora y Sinaloa y en Guerrero
nos cuestionan cómo esta “normalidad” va a impactar en la voluntad de
los votantes.
Las denuncias por la corrupción de los
gobernantes se minimizan en estas campañas tanto como el percudido logo
del PRI. Las residencias de varios millones de dólares, propiedad de la
esposa de Peña Nieto, de él mismo y de su Secretario de Hacienda, las
favores a las empresas constructoras consentidas del sexenio, los
múltiples hechos de corrupción de varios gobernadores, impunes
todavía…todo parece lavarse porque ahora todo candidato o candidata se
dice acérrimo partidario del “Sistema anti corrupción”. Para muchos
llegar a la Cámara de Diputados es indulgencia plenaria o amnistía total
de corruptelas pasadas y presentes.
Inequidad, impunidad,
saturación de propaganda, interferencia del crimen organizado, temor…
éstas son solo algunas de las circunstancias que pesan fuerte en el
proceso electoral en curso en México. Ante todo eso, entre las fuerzas
progresistas se dan dos posturas diferentes: unos afirman que ir a las
elecciones en este contexto es legitimar el actual estado de cosas y por
lo tanto proclaman una anulación activa y combativa del voto para hacer
más evidente la crisis del sistema político mexicano. Otros, señalan
que no votar o invalidar el voto no impide que el PRI movilice su “voto
duro” y gane, pues en México no se han establecido porcentajes mínimos
de participación para validar unos comicios. Además, señalan, la única
manera de fortalecer a la verdadera oposición es ayudándola a ocupar
espacios de poder como cabezas de playa para cimentar la impostergable
transformación política que al país le urge.
En este contexto, México marcha hacia los comicios del 7 de junio.
- Víctor M. Quintana S. es asesor del Frente Democrático Campesino de Chihuahua e investigador/profesor de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez.
http://www.alainet.org/es/articulo/169301
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