Leonardo García Tsao
Fotograma de 600 millas
En el asunto de las
óperas primas –categoría abundante en nuestro cine, por suerte– reviste
especial interés la de Gabriel Ripstein, por el peso implícito en el
apellido. En general, las dinastías han sido desafortunadas en el cine
mexicano porque la disposición del abuelo patriarca al churro,
ha sido perpetuada por hijos y nietos (no digamos nombres). El caso de
Ripstein es muy diferente porque su padre, Arturo, es uno de los autores
esenciales de esta industria y, desde luego, las expectativas se
planteaban altas.
Por suerte, Gabriel Ripstein ha hecho en 600 millas una
película que lo sitúa con decisión en el mapa y, a la vez, lo aleja de
la influencia paterna en cuanto a estilo. Sobre un guión escrito por él
mismo e Issa López, esta parcial road movie se sitúa en el
mundo fronterizo del tráfico de armas. En un inicio, el joven mexicano
Arnulfo (Kristyan Ferrer) y su colega Carson (Harrison Thomas) se
dedican a viajar en una camioneta a pueblos gringos para comprar armas
de alto calibre como si estuvieran en un supermercado. Luego las pasan
sin problema a México, donde las adquisiciones ocultas serán para el tío
Martín (Noé Hernández), un narco de la zona.En una de esas operaciones, los traficantes amateurs son detectados por Hank Harris (Tim Roth), un agente de la ATF, pero Carson lo noquea y Arnulfo decide secuestrarlo en su camioneta por su cuenta. Ese será el punto de partida de una ambigua, pero tensa relación entre delincuente y policía. Es evidente que al primero la situación lo rebasa, mientras el segundo da la impresión de tenerlo todo bajo control. Sin saber qué hacer, Arnulfo lleva a Harris a casa de su tío.
Con esos elementos mínimos, Ripstein construye toda una reflexión sobre las relaciones de poder entre mexicanos y estadunidenses. La fotografía funcional del belga Alain Marcoen, quien ejerce aquí el mismo estilo casi documental que mostró en sus colaboraciones con los hermanos Dardenne, se dedica a mostrar las acciones sin un asomo de esteticismo innecesario (de hecho, se filmó en gran parte con luz natural). Los diálogos son tan parcos como la película misma, pero exhiben las personalidades de los dos personajes, apoyados en las solventes actuaciones de Ferrer y Roth, ese gran actor de carácter británico que, a través del cineasta y productor Michel Franco, ha forjado un nexo especial con el cine mexicano.
Arnulfo irá perdiendo poco a poco su pose de bravucón –una escena frente al espejo, en consciente evocación de Taxi Driver
(Martin Scorsese, 1976), lo pinta en toda su inmadurez– para acabar
llorando como un niño en la presencia de su inconmovible tío. En cambio,
Harris manipula al otro para crear la ilusión de que entre ambos se ha
forjado algo de confianza, incluso una especie de amistad. El
pragmatismo gringo acabará por imponerse en una resolución inesperada.
(Los espectadores ansiosos por salirse de la sala durante los créditos,
se perderán un epílogo que remata ese concepto.)
Cabe admirar la forma en que Ripstein evita los estereotipos fáciles en el trazo de sus personajes, incluso en la figura temible del narco. Hay una fascinante escena de domesticidad criminal en la que el tío Martín acaba de lavar los platos en su cocina, antes de disponerse a ejecutar a una víctima. Y la violencia estalla de manera brutal e imprevisible, como sucede en la vida real. Ese tipo de detalles son los que enriquecen a 600 millas y le confieren un grado notable de verosimilitud. 600 millas ha ganado varios premios en su recorrido festivalero, incluyendo el de Mejor Ópera Prima en el festival de Berlín de este año, pero se estrena en el peor momento del año, cuando la gente está distraída con brindis, preposadas y demás burradas navideñas. Además, es de temer que el público suponga estar ante
600 millas
D: Gabriel Ripstein/ G: Gabriel Ripstein, Issa López/ F. en C: Alain Marcoen/ Supervisión musical: Alejandro de Icaza/ Ed: Santiago Pérez Rocha, Gabriel Ripstein/ Con: Tim Roth, Kristyan Ferrer, Noé Hernández, Harrison Thomas, Mónica del Carmen/ P: Lucía Films. México, 2015.
Twitter: @walyder
Cabe admirar la forma en que Ripstein evita los estereotipos fáciles en el trazo de sus personajes, incluso en la figura temible del narco. Hay una fascinante escena de domesticidad criminal en la que el tío Martín acaba de lavar los platos en su cocina, antes de disponerse a ejecutar a una víctima. Y la violencia estalla de manera brutal e imprevisible, como sucede en la vida real. Ese tipo de detalles son los que enriquecen a 600 millas y le confieren un grado notable de verosimilitud. 600 millas ha ganado varios premios en su recorrido festivalero, incluyendo el de Mejor Ópera Prima en el festival de Berlín de este año, pero se estrena en el peor momento del año, cuando la gente está distraída con brindis, preposadas y demás burradas navideñas. Además, es de temer que el público suponga estar ante
otra película fronteriza. La pérdida será de ellos.
600 millas
D: Gabriel Ripstein/ G: Gabriel Ripstein, Issa López/ F. en C: Alain Marcoen/ Supervisión musical: Alejandro de Icaza/ Ed: Santiago Pérez Rocha, Gabriel Ripstein/ Con: Tim Roth, Kristyan Ferrer, Noé Hernández, Harrison Thomas, Mónica del Carmen/ P: Lucía Films. México, 2015.
Twitter: @walyder
No hay comentarios.:
Publicar un comentario