México
D.F., 09 dic. 15. AmecoPress/SemMéxico.- La jornada de los 16 días de
activismo contra la violencia de género nos ha permitido esclarecer la
condición social de las mujeres, porque la violencia que se ejerce
contra ellas es un espejo/reflejo de la violación a sus derechos y de su
estatus como persona en sociedades como la nuestra, donde todo conspira
contra la dignidad de más de la mitad de la población.
La jornada que se realiza en todo el mundo termina este 10 de diciembre Día Internacional de los Derechos Humanos.
Si bien la
información oficial reconoce que cada día siete mujeres son asesinadas
en México, sólo por ser mujeres, el solo dato tendría que mover a
millones de personas a la indignación, ya que revela que esto no sucede
espontáneamente, sino que tras él existe un proceso que coloca a las
mujeres en esa cúspide de una horrenda realidad.
El proceso es,
sin lugar a dudas, el camino que se hace durante mucho tiempo de la vida
de cada mujer. Un espacio que sociedad y gobierno podrían aprovechar
para desplegar acciones de prevención. En diez estados examinados con
lupa, puede apreciarse que mientras el feminicidio es foco de atención,
sin duda muy trascendente, quedan en la opacidad todos los eventos que
se fundan en la discriminación femenina, realmente existente.
Por ejemplo, la
información estadística y sociológica sobre el embarazo en
adolescentes, donde hay niñas hechas madres a los 10 años, deja claro
para quienes analizan, que muchas de ellas son abusadas sexualmente, por
sus padres, hermanos primos o conocidos.
Del mismo modo
la reiterada violencia de pareja –todos los indicadores señalan que ha
crecido exponencialmente- habla de cómo se establecen las relaciones en
la unión de dos personas y cómo son las mujeres las que sufren
agresiones cotidianas. Y si vemos el tamaño del acoso y el
hostigamiento, en el trabajo, entonces estamos hablando de una situación
sistémica a la que no hemos hecho caso.
Escuché en una
mesa internacional de periodistas que una mujer dijo que sí, que es
grave lo que pasa pero que las mujeres son las culpables. 40 años de
describir la condición de opresión femenina no han cimbrado las
conciencias. ¿Quién es agredido tiene la culpa? ¿A quién roban es porque
lo provocó? O estamos hablando de otra cosa.
Muy importante
resulta saber que la Comisión Nacional de Derechos Humanos es
responsable de vigilar que en el país se apliquen correctamente las
leyes y la política oficial de género. ¿Por qué a esa Comisión nadie la
llama a rendir cuentas? Por oficio, tendría que ser el ojo avizor de una
política emprendida por el Estado Mexicano hace 40 años.
Recién un
funcionario se preguntaba porque hacíamos tantas leyes para las mujeres
cuando el asesinato de hombres es tan alto y, además, decía que las
mujeres son muy violentas con sus hijos e hijas.
Esta afirmación
es la más evidente manifestación de lo que piensan muchas personas.
Creen que defender o promover los derechos humanos de las mujeres es
igual a disminuir o discriminar a los hombres.
A mí me parece
que es encomiable que se defienda la libertad de expresión. Este 10 de
diciembre volveremos a la plaza del Monumento a Zarco a exigir que la
policía explique por qué no se resuelven los casos de asesinato,
persecución, asedio contra las y los periodistas. Me parece superlativo
que se haga una movilización, todos los días, para defender los derechos
laborales de las y los maestros; no hay nada más sano para la
democracia que empujar la transparencia en el uso de los recursos
públicos. La pregunta que me atosiga y me descompone, es ¿por qué no se
exige a periodistas y maestros que cumplan con el respeto y promoción de
los derechos de las mujeres?
Estamos en la
urgencia de un cambio cultural para transformar las condiciones de
discriminación y exclusión que sufren los grupos y personas sin poder.
Donde las mujeres somos mayoría. ¿Por qué la CNDH no examina las
palabras y la conducta del funcionariado público? ¿Por qué no
diagnostica y señala a quienes infringen sistemáticamente el artículo
primero de la Constitución?
Lo digo porque
es insultante y sistemática la manera como hablan muchos locutores y
locutoras en la radio; tremenda la manera como se presentan hechos y
fotografías de las mujeres en los medios; increíble la descalificación
de las mujeres que hoy participan crecientemente en los procesos
electorales y ya no digamos el golpeteo contra las hijas de políticos y
políticas que quieren también dedicarse a esa actividad.
La violencia de
los medios es sistémica, continuada. Hay que ver un rato la televisión
matutina para oír cómo se presenta una imagen devastadora de las mujeres
y cómo se venden productos con sus cuerpo; tremendo el diálogo y los
comentarios de presentadores de programas en cadena nacional. No hay
quien los pare y les diga que esa violencia de trato, lenguaje e
imágenes promueve la violencia contra las mujeres y lo que es mucho peor
la naturaliza y la justifica.
Debemos ver el
comportamiento de las y los profesores en el aula. Alguien tendría que
hacer algo, sin miramientos, porque esas personas, con micrófono en
mano, violan la constitución. Arreciará el tema en 2016 porque en
jornadas de lucha por el poder, como las electorales, “no se toca a los
medios”. Porque tienen libertad de expresión.
En la misma
reunión de defensores y defensoras de periodistas, un trabajador de un
medio de Guerrero, me contó que ahora las mujeres son sicarias y narco
traficantes, o sea que merecen ser violentadas, porque no son buenas. Me
pregunto qué clase de nota hará ese compañero de una mujer, trabajadora
del sexo que es atacada en un hotelucho de la salida de Acapulco. Usará
toda clase de epítetos, o de otra que ha dejado encargados a sus hijos
para ir por el sustento cotidiano.
¿Quién vigila a
los medios? Ahora se discuten nuevas cuestiones sobre la Ley de
Comunicaciones y la reforma que no acaba de construirse. Las diputadas,
42.2 por ciento de representación en la Cámara, han estado
plausiblemente activas. ¿Cuándo le entraran a los medios?
Ningún momento
mejor que este. Ahora en que las mujeres deberán incluirse al 50 por
ciento en las listas electorales, en todas las listas electorales donde
se renovarán Congresos y ayuntamientos.
Tiempo para que
las que hagan campaña, además de condolerse por la violencia de género,
deban poner en la mesa la discusión a fondo sobre el papel de los
medios.
Libertad de expresión no es libertad de palabra para mantener la condición disminuida de las mujeres.
Foto: Archivo AmecoPress.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario