La Jornada
Del 17 al 20 de
octubre se llevará a cabo en Ecuador la tercera Cumbre Mundial de
Naciones Unidas sobre el Hábitat (Hábitat III), que reunirá a los
gobiernos nacionales para discutir una agenda, que deberá observarse
durante los próximos 20 años, sobre el desarrollo urbano y los
asentamientos humanos. La primera cumbre hábitat se llevó a cabo en
1976, y acordó que se repitiera cada 20 años para su actualización. Aun
cuando se consideran alcanzados los compromisos establecidos en Estambul
en Hábitat II (1996), la realidad es que la situación de las ciudades y
asentamientos humanos ha empeorado drásticamente durante las últimas
dos décadas por causa de las políticas neoliberales que han promovido,
en lugar de la función social, la competitividad y la especulación de
las ciudades. Los actuales gobiernos han declarado que están
comprometidos con implementar políticas que acaben con la falta de
vivienda, sobre todo para las personas con menos recursos o en situación
de extrema pobreza. Sin embargo, crece cada vez más el número de
personas sin techo y sin un hábitat digno. En realidad los gobiernos han
preferido enriquecer a los capitales inmobiliarios y de la
construcción, los que no producen vivienda para los grupos más
necesitados, pero sí para quienes les dejan jugosas ganancias. En estos
tiempos, cuando existen decenas de millones de personas que no cuentan
con un hogar, un techo seguro, y ni siquiera un sitio mínimo para vivir,
violentándose en todo sentido el derecho a una vivienda digna, no es
posible hablar de un hábitat adecuado, ni del cumplimiento de los
derechos humanos.
Tomando en cuenta los censos de población y vivienda de 1990, 2000 y
2010, el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo
Social (Coneval) considera que en México aún existen 20 millones de
personas sin acceso a una vivienda adecuada. La situación se agrava con
la migración forzada que afecta a miles de personas, y es provocada por
la violencia, el deterioro del medio ambiente, el desarrollo de
megaproyectos y la pobreza. Todo como resultado del modelo de desarrollo
vigente, que lejos de colocar la dignidad humana y la vida del planeta
en su centro, busca la concentración de la riqueza en pocas manos. Ahora
la humanidad enfrenta una intensificación del modelo extractivista, que
lo único que le importa es la ganancia, aun a costa de la depredación y
extinción de la naturaleza y del destino de las generaciones futuras.
Con lo anterior se vuelve relevante que la Cumbre Hábitat III incluya
el sentido y contenido del derecho a la ciudad. Sin embargo, el 3 de
octubre pasado, en el contexto del Día Mundial del Hábitat, las
organizaciones que conforman la Plataforma Mexicana por el Derecho a la
Ciudad y la Defensa del Territorio (PMDCDT) declaran con preocupación
que el derecho a la ciudad ha quedado en una mera declaración de
intenciones, pues en el documento de la ONU sobre el hábitat se favorece
la construcción de un mundo urbano que excluye al campo y su población.
Consideran que las áreas rurales y naturales sólo son vistas como
objeto mercantil frente a los megaproyectos depredadores, y que se
prioriza la construcción de un mundo de hierro, cemento y dispositivos
tecnológicos como la visión más avanzada de la humanidad, vaciando así
el verdadero contenido del derecho a la ciudad, dejándolo al servicio de
los intereses del poder económico. Por ello, los movimientos sociales y
otros actores de la sociedad civil se reunirán en la Universidad
Central de Ecuador para llevar a cabo el Foro Social Frente a Hábitat
III, como acto paralelo a la cumbre oficial. Dicho foro social tiene el
respaldo de organizaciones de la sociedad civil y de movimientos
internacionales como la Alianza Internacional de Habitantes y la
Coalición Internacional de Hábitat.
Este foro trabajará de manera alternativa, reconociendo que el
derecho a la ciudad es el resultado de décadas de creación colectiva de
abajo hacia arriba, y significa el derecho de las personas y los
habitantes presentes y futuros, temporales y permanentes, a usar,
ocupar, producir, gobernar y disfrutar en paz de las ciudades, pueblos y
asentamientos justos, inclusivos y sostenibles, entendidos como un bien
común esencial para una vida plena y digna. El significado del derecho a
la ciudad se basa en un hábitat digno para todas las personas, sin
discriminación alguna. Sus principios fundamentales son la igualdad de
género, el diálogo intergeneracional y el reconocimiento y respeto de la
diversidad cultural.
Es fundamental proteger y favorecer la función social del suelo y de
las ciudades, en vez de su uso comercial. La armonía entre el campo y la
ciudad es posible con el cumplimiento pleno de los derechos humanos y
con mecanismos garantes de consulta que le permitan a la población
participar en la toma de decisiones sobre el futuro de las ciudades, los
asentamientos humanos urbanos y rurales, y las exigencias del hábitat y
el planeta. El derecho a la ciudad incluye el de una vida digna con una
dimensión territorial e integral, pues la ciudad y el campo no deben
ser antagónicos, sino complementarios. Las ciudades deben ser nodo de
desarrollo para el campo, sin urbanizar áreas naturales y rurales.
Implica que las autoridades deben reconocer las desigualdades espaciales
que dificultan el cumplimiento de los derechos humanos en las ciudades.
Por ello, la PMDCDT suma su voz y sus fuerzas con diferentes referentes
del Movimiento Urbano Popular que estarán presentes en Quito, Ecuador,
participando en el Foro de Resistencias Populares H3. Y desde allí
instarán a los líderes mundiales a comprometerse con una definición
sólida del derecho a la ciudad como eje principal de las acciones que
decidan que formen parte de la nueva agenda Hábitat III.
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