7/21/2019

Joao Gilberto, el genio creador de la bossa nova

Tumbando caña
Ernesto Márquez

Como a todo género musical importante, a la bossa nova no se le puede adjudicar un solo creador ni una sola fuente inspiradora. En su origen y desarrollo creativo encontramos diversos elementos que la nutren y más de un músico practicante que le da forma. Ciertamente no es correcto que a Joao Gilberto se le llame el padre de la bossa nova. Es más que eso: es el genio creador de un estilo musical concebido después de mucho estudio, mucha convivencia y práctica musical y mucha visión.
Para Caetano Veloso, uno de sus más entusiastas seguidores, Joao Gilberto sugirió un cambio para el futuro y puso el pasado en una nueva perspectiva
En los años en que Joao Gilberto andaba experimentando esa nueva sonoridad, los compositores más importantes de Brasil estaban imbuidos en un tipo de canción que se desprendía de la samba, la llamada samba-canción, más lenta y sentimental que el ritmo festivo de carnaval. Estilo que se había iniciado a finales de la década de los años 30 con un halo nacionalista y un deseo por liberarse de las influencias culturales portuguesas. En ese contexto, Ary Barroso escribió la fabulosa Aquarela do Brasil y Antonio Carlos Jobim impuso su L’ Orfeus Daconcesaou, mientras Noel Rosa incendiaba las calles con verdaderas crónicas de la ciudad de Río.
Por eso, cuando Gilberto grabó en 1958 Chega de saudade, autoría de Jobim y Vinicius de Moraes, para el sello Odeón, el tema se registró como samba canção y no bossa nova. El nuevo ritmo era apenas la idea de un músico solitario.
Mucho hubo de bregar el buen Joao para que tomaran en cuenta su genialidad e imponer su estilo. Trabajando en largas sesiones musicales con Jobim y éste a su vez con el poeta Vinicius de Moraes, el guitarrista y cantor alcanzó un verdadero estado de gracia con canciones que revelan un equilibrio sutil entre el ritmo, la armonía, la melodía y las letras.
Sobria y discreta, con su canto susurrado (canto falado, que le llaman), la bossa nova se fue imponiendo sobre la samba-canción. Ya puesta en escena, no le llevó mucho tiempo para influir en toda una generación de artistas, músicos y cantantes.
Se formaron varios grupos vocales inspirados en las exquisitas armonías de esa nueva música, y la joven cantante Nara Leáo reunió a los músicos que serían las estrellas de la bossa nova. Roberto Menescal, quien apoyó en sus inicios a Joao Gilberto, organizó la primera orquesta de bossa, y artistas distinguidos como los guitarristas Baden Powell, Luis Bonfá y Toquinho, los pianistas Joao Donato, Sergio Méndes y las cantantes Silvia Teles y María Creuza apostaron por esta sonoridad.
La bossa nova era la locura y atraía igualmente al cantante, guitarrista y compositor Edu Lobo (autor de las espléndidas Boranda y Canto triste) que a la expresiva Elis Regina, una de las voces más bellas de la música brasileña. El pianista y cantante Johnny Alf (Alfredo José da Silva) proclamó en un alarde de insensatez como suya la creación de la bossa e intentó demostrarlo con antiguas sambas-canciones de su autoría que entonaba al piano improvisando acordes rebuscados.
El 21 de noviembre de 1962 se organizó un concierto de bossa nova en el Carnegie Hall de Nueva York, en el que se presentó como el nuevo jazz brasileño. Encabezaron el cartel Joao Gilberto, el guitarrista Bola Cete, Luis Bonfa y el pianista argentino Lalo Chifrin. Lo que se escuchó en esa velada impresionó profundamente a músicos de jazz estadunidense como Miles Davis, Dizzi Guilespie y Stan Getz, quien ya tenía conocimiento del movimiento gracias al guitarrista Charlie Byrd, que años antes había realizado una gira por Brasil. A partir de ese encuentro la bossa nova se convertiría en parte integrante del repertorio de jazz. (Continuará.)

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