Colonialismo cannábico
Las compañías canadienses acaparan los beneficios económicos del uso de la planta, afirma investigadora
▲ Dawn Paley afirma que las grandes compañías acaparan los beneficios económicos y marginan a pequeños productores de cannabis.
Ante la apertura de nuevos mercados de uso legal de
cannabis en diversos países del mundo, en especial de América Latina,
varias empresas canadienses están haciendo presión para que las leyes en
la materia sean diseñadas a su conveniencia y por lo tanto puedan
quedarse con prácticamente todas las ganancias, en un fenómeno que puede
calificarse como
colonialismo cannábico.
Así lo afirmó la periodista e investigadora canadiense Dawn Paley,
quien advirtió que al acaparar los beneficios económicos que generará el
uso de cannabis en todas sus variantes (lúdico, industrial y
farmacéutico), las grandes compañías del sector marginan a los pequeños
productores que no pueden competir con ellas, lo que reproduce
nuevamente el ciclo de pobreza y violencia que en teoría se busca
eliminar.
En entrevista exclusiva con La Jornada, la autora del libro El capitalismo de la guerra contra las drogas
señaló que en la expansión de su poderío alrededor del mundo las
empresas canábicas con sede en Canadá –entre ellas Canopy Growth,
Tilray, Aphria y Aurora Cannabis– se han convertido en un foco de
capital especulativo que utiliza técnicas muy similares a las de las
compañías mineras para crecer.
Entre dichas estrategias figura el hacer cabildeo en los Congresos
locales para obtener leyes regulatorias que le sean favorables, además
de promover la criminalización de los productores tradicionales y
adquirir tierras para sus plantaciones, sin respetar el derecho a la
consulta de las comunidades indígenas y afectando los recursos naturales
de la región, como ocurrió en la propia Canadá.
Un ejemplo de cómo ha funcionado este esquema en Latinoamérica,
explicó Paley, es el caso de Colombia, donde activistas civiles y
comunidades estaban entusiasmados por la posibilidad de que las leyes
sobre cannabis legal pudieran acabar con la criminalización de los
cultivadores y los incorporara al mercado de forma justa.
Sin embargo,
lo que hemos visto en Colombia es que esos proyectos de justicia e inclusión social han ido disminuyendo por la llegada y la presión de las empresas gigantes canadienses. Estamos hablando de compañías con un capital de miles de millones de dólares, contra el que no pueden competir las cooperativas ni los pequeños productores.
Además de Colombia, las multinacionales canábicas con sede en Canadá
ya están presentes en Uruguay, Argentina, Chile, Brasil (con acuerdos
preliminares), Jamaica, San Vicente y las Granadinas, además de Lesotho
–en el sur de África– y varios países de Asia y Europa, donde el uso de
la planta se ha regulado de forma legal.
En el caso de México, indicó Paley, habrá que estar muy vigilantes de
que no se repita el mismo esquema en el predictamen que ya se estudia
en el Senado.
Las empresas están viendo el surgimiento de un nuevo mercado que antes no existía y hay muchos intereses y especulación. La planta ha sido parte de la historia de la humanidad desde hace miles de años y creo que habrá mucha pelea para mantener sus usos tradicionales.
Foto Murray Bush / FLUXPhoto
Fernando Camacho Servín
Periódico La Jornada
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