Duarte-Macías, ¿merecen abundancia?
Penalidades y amagos acotados
Karime, pieza menor
¿CNDH a Rosario Piedra?
El tema de fondo es Javier
Duarte de Ochoa. La detención de su esposa, largamente asentada en
Londres, sin mayor molestia que algunos atisbos periodísticos en su
entorno, agrega ingredientes de algo parecido al suspenso judicial en
una obra mayor, la de la devastación criminal de Veracruz por parte de
personajes llegados a la silla estatal de gobierno a nombre del Partido
Revolucionario Institucional y, durante un lapso afortunadamente breve,
de Acción Nacional.
Karime Macías Tubilla es música (jarocha) de acompañamiento y, por
tanto, ayer mismo fue colocada en el casillero británico de la libertad
con condiciones restrictivas. Se le acusa de actos de corrupción desde
el cargo honorario de presidenta del sistema veracruzano de atención a
la familia y los niños. Faltará probar los señalamientos y, en ese
fangoso terreno de las marrullerías legales a cargo de abogados
carísimos que suelen forzar sentencias, Karime podría quedar a salvo de
castigos preocupantes. Fuera como fuera, es muy probable que quede en
condición adecuada para gozar del amasamiento de dinero que la silla
gubernamental de Veracruz le permitió a ella y a su esposo.
El ejecutante principal es Javidú, ocurrente sucesor
(designado) de Fidel Herrera Beltrán, emblema estatal casi insuperable
de la adopción de lo público como bien privado. Claro que es valiosa la
detención de la cónyuge de Duarte de Ochoa que pretendía asumir una
identidad de inocencia en tierras londinenses; nocivo habría sido que se
mantuviera el esquema de impunidad familiar trazado por Enrique Peña
Nieto, amigo de la casa Duarte-Macías, para que el jocoso amigo del
entonces ocupante de Los Pinos simulara una detención guatemalteca a
cambio de la condición intocable de la esposa, de la familia.
La proclamadora de los merecimientos de la abundancia en cuentas
propias está en una ruta judicial internacional que podría traerla de
regreso a México. Ella se postula
presa política(como una política de doble erre, ahora presa), al igual que su compañero de andanzas matrimoniales y presupuestales, el multicitado Duarte de Ochoa que tuitea abiertamente y litiga en medios de comunicación para ir sensibilizando al respetable público de la inminencia de su triunfo pragmático: unos años de cárcel a cambio de una libertad en plazo acotado por los nuevos procedimientos judiciales y los favores políticos de los amigos poderosos de ayer y de hoy, que también los hay ahora.
La propuesta más viable para ser presentada al Senado y de ahí elegir
a quien presida la Comisión Nacional de los Derechos Humanos a partir
del próximo mes está integrada por dos personajes que, con sus matices,
podrían ser considerados institucionales y una propuesta novedosa,
podría decirse que realmente disruptiva.
De un lado están José de Jesús Orozco Henríquez, quien ha sido
encargado de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (llegó a
presidirla), magistrado en el tribunal electoral federal y, como los
anteriores ocupantes de la presidencia de la CNDH, miembro del instituto
de investigaciones jurídicas de la UNAM, y Arturo Peimbert Calvo, quien
fue primer Defensor de Derechos Humanos del Pueblo de Oaxaca y, en tal
condición presentó este año ante la Corte Penal Internacional una
denuncia por los graves abusos de poder cometidos en Oaxaca en 2006.
La mayor novedad, en dado caso, es la inclusión de Rosario Piedra
Ibarra, hija de la luchadora social e histórica defensora de derechos
humanos que recientemente ha sido galardonada con la medalla Belisario
Domínguez. Hacer que la mayoría morenista y sus aliados aprueben que la
hija de doña Rosario presida la carpicista CNDH (por Jorge Carpizo)
sería una manera de devolver, en términos de responsabilidad ejecutiva,
la misma presea que Ibarra de Piedra dejó
en custodiaen manos del presidente López Obrador. ¡Hasta mañana!
Twitter: @julioastillero
Facebook: Julio Astillero
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