Bajo la lupa
Alfredo Jalife-Rahme
La Jornada
▲ La senadora estadunidense Elizabeth Warren, una de las favoritas para
ser elegida candidata demócrata para enfrentar a Donald Trump en 2020.Foto Afp
En la polémica entrevista de George Soros al New York Times (NYT),
uno de los medios que se le tiran al suelo, sentencia que viene el
reflujo de los globalistas con la derrota del nacionalismo de Donald
Trump y el triunfo de la senadora Elizabeth Warren del Partido Demócrata
(https://nyti.ms/2PEaF59). ¿De cuando acá Warren, feroz crítica de Wall Street, es globalista?
The Times of Israel comenta que Soros es
un multimillonario judío-estadunidense y uno de los principales obsequiantes del Partido Demócrata(https://bit.ly/2BUdyGE).
Más allá de su encapsulamiento israelí-anglosajón, a sus casi 90 años de edad Soros no está actualizado en el tsunami antiglobalista
que impera por doquier con diferentes pulsos regionales, en particular
en América Latina, donde resalta la muerte del neoliberalismo desde
Chile, su otrora ridículo paradigma (https://bit.ly/2PtcYaX), hasta la patética derrota de la Macrieconomía
en Argentina –donde Soros posee pletóricos intereses en la Patagonia–,
que pretendía durar una generación y a duras penas llegó a cuatro años
cataclísmicos.
Durante toda su vida de megaespeculador, a Soros, que navega con disfraz de filántropo engañabobos, le ha importado un comino el daño que provocó en todo el planeta como operador financiero del Deep State
israelí-anglosajón, de los banqueros esclavistas Rothschild y de la
CIA, según el investigador Wayne Madsen, anterior espía del National
Security Agency (https://goo.gl/F6h7sC).
Su entrevistador muy a modo Andrew Ross Sorkin comenta que la
animadversión contra Soros se debe a que apoyó a Hillary Clinton y que
con “su Open Society Foundation, financiada por sus miles de millones de
dólares, ha apoyado a la democracia ( sic) y a los derechos humanos ( sic) en alrededor de 120 países ( ¡megasupersic!)” ¡120 países intoxicados!
Ni Soros ni su palafrenero Sorkin entienden los alcances de su
seudodemocracia que propició, mediante financiamientos electorales
multimillonarios –los tramposos Super-PACs (https://bit.ly/36ekoVr)–,
la imposición de un modelo misántropo y antisocial: su globalismo
neoliberal, publicitado por el Foro Económico de Davos, que pretende
ocultar una aberrante plutocracia que benefició a uno por ciento de la
población en detrimento de 99 por ciento: tanto en el mundo
israelí-anglosajón como en Europa, no se diga en la desahuciada América
Latina.
Soros acaba de publicar una colección de ensayos, En defensa de la sociedad abierta (https://amzn.to/2MXtxtP), en la que define que su
marcade
globalismo–una economía global integrada, apuntalada por las leyes ( sic)– choca con el abordaje de
Primero Estados Unidosde Trump.
Otra alucinación de Soros consiste en subestimar el poder de Wall
Street –en forma deliberada y farisea, cuando en su seno acumuló su
fortuna avalada por la CIA, el MI6 y la banca Rothschild– frente al
poder de la gente, que abulta en forma demagógica.
Soros
ve señales de que la gente está cada vez mas cansada de las tendencias nacionalistasy arremete contra el mandatario chino Xi Jinping, a quien califica de
la peor amenaza para la sociedad abierta, además de señalar a China como
mortal enemigo.
Soros expectora con inmanencia de corte sicótico, como si fuera el
hijo predilecto de Dios, y arremete contra sus abundantes detractores, a
quienes cataloga de “dictadores o casi dictadores ( sic)” y de
teóricos de la conspiración, sumados a sus enemigos: Trump y el gobierno ( sic) de China.
Falta ver si la senadora Warren será la ungida por su partido, en el que las tendencias
socialistas, más en el segmento millennial, se han extendido desde Bernie Sanders hasta Alexandria Ocasio-Cortez y su grupo Squad.
El portal europeo GEAB (28/10/19) aduce que en la era de
Internet el péndulo regresa de nuevo a la mitad donde convergen los
intereses nacionales y la apertura al mundo. En América Latina y el
Medio Oriente se vive otra pulsación asincrónica.
El grave problema de Soros es que sus alucinaciones son mentales,
teledirigidas y semánticas al confundir populismos con nacionalismos. Al
final, Soros es presa de su fallida propaganda y sus pesadillas
paleobíblicas.
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