Hugo Aboites
Con las leyes pasa lo mismo que con las salchichas, es mejor no ver cómo se hacen, confesaba un político europeo del siglo XIX, pero en el México de estos días saldría corriendo.
Ni siquiera Pinochet, decía Bartlett hablando del apresurado desaseo que prevaleció en el proceso legislativo.
La impresentable manufactura, sin embargo,
palidece ante el contenido. Su propósito de fondo es avalar en la
Constitución y con nuevas leyes la rendición de la conducción de la
educación mexicana a las exigencias de grupos como Mexicanos Primero y
la OCDE.
Calidady
evaluaciónson conceptos llave de la visión empresarial de la educación y parte del acuerdo (
para mejorar la calidad de la educación) entre gobierno y ese organismo en 2008. Hasta Peña Nieto en las oficinas en París se comprometió a adoptar
mecanismos como los propuestos por la OCDE para elevar la calidad de la educación.(Igartúa, Proceso, Núm. 1921).
Por eso hubo que modificar la Constitución (pero en el tercero, no en el 123, pues esto último hubiera traído un problema aún más grave) y con eso fue posible regresar a los trabajadores de la educación –y sólo a ellos– al esquema laboral del siglo XIX (cuando no existía el artículo 123 ni las leyes correspondientes). Como entonces, ahora el patrón puede imponer discrecional y unilateralmente sanciones y condiciones de trabajo (ver artículos 74, 75 y otros de la Ley General del Servicio Profesional Docente, LGSPD).
Este atropello se justifica discursivamente con la necesidad de responderle
a los niñosy darles una mejor educación, pero esto es falso.
Calidades un concepto ambiguo, útil para introducir la visión de los empresarios sobre qué es una buena educación y convertir a los niños en la futura parte entrenada del capital –capital humano, le llaman–, y esa es una cuestionable educación. Por eso
calidadno se define claramente.
En la Ley General de Educación (artículo 8),
calidadaparece como la
congruencia entre objetivos, resultados y procesos del sistema educativo, y en la Ley del Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación, INEE (artículo 5),
calidadaparece como la
cualidad(sic)
de un sistema educativo, que
integra las dimensiones de relevancia, pertinencia, equidad, eficiencia, impacto y suficiencia, y en el nuevo artículo tercero II se habla del
mejoramiento constante y el máximo logro académico de los educandos.Por cierto, la ley general (artículo 11, V) contradice esto último pues, por un lado, habla de
evaluar la calidady, por otro (como algo distinto), de evaluar
el desempeño y los resultados del sistema educativo nacional.Todos estos pronunciamientos tienden a evitar el establecimiento de un referente claro, como sería el artículo constitucional tercero y el séptimo de la LGE, que hablan sobre lo que es la educación para los mexicanos.
La ambigüedad, en consecuencia, persigue también a la evaluación.
Así, se
Hay, sin embargo, un resquicio. En el transitorio 20 sobre el IPN, dice que para aplicar la LGSPD deberá
Así, se
le encomendó al INEE la alta responsabilidad de evaluar la calidad(iniciativa Ley INEE, 13/8/2013:1) pero es muy difícil evaluar algo que no se precisa y, el colmo, legalmente no le corresponde realizar evaluaciones. Efectivamente, entre 40 atribuciones (artículos 27 y 28 INEE) no hay una que de manera inequívoca lo encargue de evaluar escuelas, autoridades, maestros, estudiantes, sólo a
grupos regionalesy a discapacitados. Sus atribuciones son las de
coordinarse,
supervisar,
contribuir,
obtener, y elusivos verbos similares. Además, formalmente es autónomo y, también,
autoridad educativa, pero como no evalúa de manera independiente y sólo da lineamientos y directrices (artículos 27 y 28), es finalmente el gobierno quien realmente evaluará. Juez y parte.
Hay, sin embargo, un resquicio. En el transitorio 20 sobre el IPN, dice que para aplicar la LGSPD deberá
considerarse la normativa propia de dicho instituto.Esto debe extenderse a Colbach y otros sistemas y, sobre todo, a las entidades federativas. De tal manera que la educación responda a las necesidades y a las condiciones culturales y sociales de regiones, estudiantes y maestros. Esto devolvería la iniciativa a los actores y legislaturas locales, y evitaría que fueran sólo testigos pasivos de cómo la Federación aplica un modelo educativo rígido y uniforme y –al igual que las salchichas– de dudoso origen y contenido.
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