Autor: Fabio Barbosa *
En esta nota intentamos abordar dos
temas relacionados:
1) el fracaso de los ingleses de la Royal Shell, en
las formaciones de lutitas Eagle Ford de Texas, contigua a Coahuila,
Tamaulipas y Nuevo León; y
2) el intento del gobierno de Enrique Peña
de atraer inversión del lado mexicano, en esa misma zona, con diversos
estímulos, como exenciones fiscales y otras medidas.
La reforma de Peña Nieto podría ser
definida como un intento por extender a México el auge petrolero que se
desarrolla en Texas, cruzando el Río Bravo.
Como
se sabe, en 2008 se inició la explotación de las lutitas de la
formación Eagle Ford. Es una franja que se prolonga a lo largo de más
de 30 condados al Sureste y Suroeste de San Antonio. Los más
importantes son Karnes, Gonzales, La Salle (donde se descubrió el
primer pozo de gran potencial), De Witt y otros.
Desde la orilla Norte del Río Bravo, en
los condados Maverick y Webb, la formación se extiende 120 millas al
Noreste. Desde luego las formaciones geológicas en el subsuelo no
tienen nada que ver con las fronteras políticas y se prolongan a
México, a los municipios de Ciudad Acuña, Piedras Negras, Nava,
Coahuila y también a municipios de Nuevo León y Tamaulipas.
Pero es necesario precisar que el hecho
de que una formación geológica exista, o se encuentre identificada, no
significa que se descubrirá petróleo en cualquier lugar de ella o donde
se perfore.
Precisamente por lo anterior es
necesaria la aplicación de diversos métodos de exploración que permitan
establecer las localizaciones de perforación y, debe subrayarse, ni con
las más modernas y sofisticadas tecnologías hay garantía de éxito
completo. Todas las empresas, sin excepción, perforan un porcentaje de
pozos secos o, como ocurre con más frecuencia, en algunas zonas
encuentran pozos más generosos, y en otras, pozos muy pobres o con
potencial más reducido.
Sólo con la barrena se sabe donde hay petróleo
Los miles de pozos perforados han
permitido, de 2008 a la fecha, mejorar los mapas texanos. Parece haber
coincidencia en que la formación se divide en tres sectores: una franja
al Norte es más aceitera; la central es de gas húmedo, y la del extremo
Sur es de gas seco.
Sólo la barrena ha permitido mejorar el
conocimiento concreto de la geología petrolera. Han sido lecciones que
las empresas aprendieron a un costo muy alto: la pérdida de sus
inversiones. Cada pozo fallido en lutitas de Texas ha tenido un costo
de entre 7 millones y 8 millones de dólares.
El 3 de diciembre de 2013, La Jornada
publicó un recuento muy completo, que cualquier lector puede consultar
(es una traducción de un artículo originalmente publicado por Economist
Intelligence Unit, titulado “Petróleo y gas shale: ¿espejismo en Estados Unidos?”). Éste muestra que varias grandes empresas han fracasado en el negocio del shale
gas en Estados Unidos. El caso más notable, y al que el reportaje
dedica más espacio, es el de Shell, la famosa empresa inglesa que operó
en nuestro país con el nombre de Compañía Mexicana de Petróleo El
Águila.
Shell entró a cuencas de lutitas gringas
en el periodo de auge, cuando los precios del gas estuvieron a casi 10
dólares el millar de pies cúbicos y era negocio su explotación. Se cree
que la caída de los precios fue la única causa de que Shell se retirara
y pretendiera vender los terrenos que arrendó en Texas. En este
artículo pretendemos mostrar que la razón fundamental del fracaso de
los ingleses es la geología: no existe, o es escaso, el aceite en las
áreas que ahora están desvalorizadas.
El texto publicado en La Jornada aborda
el tema en forma general. Ahora nosotros, trabajando en detalle,
podemos precisar: el mapa 1 –que por primera vez se publica en México–
muestra la ubicación de los bloques que Shell ha abandonado. Se ubican
en el extremo de la formación geológica, casi adyacentes al Río Bravo;
otro de sus bloques puede verse muy al Sur. Es inconfundible porque es
el famoso Harrison Ranch (sobre él se han elaborado tesis en la
Universidad de Texas, en Austin; hay películas, etcétera). Ahora
también será conocido porque en él no hay petróleo y provocó grandes
pérdidas a los ingleses.
¿Por qué la Shell se retira después de
3 años de intentar recuperar las inversiones en los arrendamientos?
¿Por qué los ingleses abandonan las lutitas gringas al otro lado del Río Bravo?
Se ha dicho que las grandes petroleras
son más lentas porque el enorme aparato administrativo les resta
agilidad para tomar decisiones, lo que me parece un pretexto. La única
respuesta es que se retiran porque no encontraron aceite, o lo que
descubrieron es muy escaso y no cubre los costos. No hay que darle muchas vueltas: una vez más, es la geología la que, al final de la jornada, dice la última palabra.
En esta entrega publicamos también el mapa 2, que muestra cómo en sitios de internet especializados como eaglelford.com
se publican análisis donde la zona petrolera ya no aparece como
inicialmente se creía, extendiéndose hasta el Río Bravo, sino
recortada, suprimiendo los condados más cerca de la frontera y más
pobres en potencial petrolero. Por cierto, es pertinente informar que eagleford.com
es un boletín (al que usted, lector, se puede suscribir y así recibir
información actualizada, participar en conversaciones, hacer preguntas;
ahí participan propietarios de terrenos, rancheros, vendedores de
servicios, trabajadores en busca de empleo, etcétera).
La situación al comenzar 2014
El cuadro 1 es también información
fundamental: muestra la ubicación concreta de los equipos de
perforación en mayo pasado. Muestra que en Maverick, frente al cual
Petróleos Mexicanos (Pemex) ha perforado cinco pozos, no hay una sola
plataforma de perforación gringa.
Pero también deja en claro que casi 250
equipos trabajando simultáneamente en una superficie de 6 mil
kilómetros cuadrados (todos, por supuesto en Estados Unidos) es
expresión de un auge de mayor intensidad del que se vivió en Tabasco en
los días de López Portillo.
Condados texanos con distinto potencial
Los terrenos que Shell suelta están
adyacentes a la frontera. El mapa que presentamos los muestra en los
condados de Maverick, vecino a Piedras Negras y otros municipios de
Coahuila. En Maverick hay algunos pozos pero, hasta la fecha, no está
trabajando un sólo equipo de perforación: el 85 por ciento de ellos se
concentran en condados más al Norte.
En el mapa 2 vemos zonas coloreadas con
amarillo que corresponden a una de las operadoras más exitosas en el
Sur de Texas: Enron Oil and Gas (no es la misma, pero está relacionada
con la vieja Enron que desapareció en 2001 por los fraudes que
protagonizó). Enron, que llegó tempranamente a Texas, se agandalló las áreas óptimas, llamadas sweet spots,
las zonas con aceite cuyo precio determina su rentabilidad, a
diferencia del gas (y, menos, si el potencial es muy disminuido).
De ahí que mientras Shell se retira,
Enron Oil and Gas informa a la Securities and Exchange Commission (SEC)
de “resultados excepcionales”. En efecto, el último reporte del primer
trimestre de Enron a la SEC informa de producciones iniciales en pozos
de lutitas verdaderamente elevados, no vistos en ninguna otra área ni
de Estados Unidos ni de otro país, como se muestra en el cuadro 2.
Comparando estas cifras con las de los
pozos mexicanos, el mejor de los nuestros (Anhélido) está 10 veces
abajo. Esperamos que alguno de nuestros lectores los confirme y si
nuestra lectura es errónea inmediatamente corregiremos. Los datos del
cuadro 2 los tomamos de la página electrónica de Enron; consultamos
también el Boletín de prensa de Enron y el reporte de la misma Enron a
la SEC.
Peña Nieto quiere imponer la servidumbre a los neoleoneses
Desesperado por atraer inversionistas
ante estas desventajas de la geología, Peña Nieto quiere “compensarlas”
y “competir” ofreciendo a los inversionistas extranjeros incentivos,
como exentarlos del pago de regalías durante todo el periodo en que el
precio del gas natural no asociado sea menor de 5 dólares el millón de
British Termal Units, equivalente al millar de pies cúbicos; y
facilidades para iniciar exploración o explotación de inmediato,
agilizando la disponibilidad de los terrenos con una nueva figura
jurídica, según la exposición de motivos “nunca antes vista en México”,
que llama “la servidumbre legal de hidrocarburos”, lo cual es una vacilada
porque sólo la está copiando de Colombia (adjuntamos la portada de una
tesis petrolera tomada de los archivos del Instituto de Investigaciones
Económicas de la Universidad Nacional Autónoma de México). Mis alumnos
me dicen que, con otro nombre, la “servidumbre” es lo mismo que se
aplica para las concesiones en la minería. En resumen, es una
disminución a los derechos de propiedad privada para los que tengan la
desgracia de tener terrenos prospectivos que Peña Nieto convierta en
“asignación” o “concesión petrolera”. La servidumbre es la imposición
de “derecho de tránsito de personas”, de transporte, conducción y
almacenamiento de materiales, perforación y, desde luego, para realizar
los famosos frackings.
Algunos analistas aducen que las pobrecitas
empresas petroleras han pagado en exceso por los terrenos en Texas (y
en otras cuencas de Estados Unidos). El tema me parece que debería ser
examinado con más detenimiento.
El mapa 1 en este artículo muestra que,
haciendo las conversiones correspondientes, la Shell pagó como
arrendamiento en el Harrison Ranch apenas 2.5 dólares por metro
cuadrado. En el reportaje de La Jornada que hemos citado, se
afirma que algunos terrenos costaron el doble. Con todo respeto, no me
parece que pagar 5 dólares por cada metro cuadrado sea excesivo.
En conclusión, apenas cruzando el Río
Bravo, en los condados texanos los rancheros y otros propietarios de
alguna forma participan del auge petrolero (a lo mejor vendiendo su
salud). Pero del lado mexicano la situación es peor: Peña quiere
reeditar la experiencia de San Salvador Atenco, Estado de México. No
creo que los coahuilenses o los neoleoneses lo permitan.
Así, un escenario posible que pueden enfrentar los aspirantes a señores feudales
es agudizar el conflicto social, al mismo tiempo que es dudoso que los
inversionistas quieran arriesgar 7 millones u 8 millones de dólares por
pozo en áreas adyacentes a las que grandes empresas, como Shell, han
fracasado.
*Investigador en el Instituto de Investigaciones Económicas de la Universidad Nacional Autónoma de México
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