MÉXICO,
D.F. (apro).- La promesa de Ricardo Anaya de convertir al Partido
Acción Nacional (PAN) en “oposición crítica” al gobierno de Enrique
Peña Nieto no se cumplió y, en el inicio de la legislatura para la
segunda parte del sexenio, ofreció “buena voluntad para generar
mayorías y corregir el rumbo del país”.
Fue el recién designado coordinador de los diputados del PAN, Marko
Cortés, el encargado de fijar la tibia postura de su partido, que
combinó con imploraciones al diálogo con el gobierno y llamados a la
reconciliación.
Aunque aclaró que las cosas ”no van nada bien” en México y es
necesario “corregir el rumbo”, los legisladores del PAN, dijo, “más que
buscar culpables, proponemos soluciones”.
Y predicó: “Si algo nos urge es que todos encontremos un camino de reconciliación”.
Eso sí, Cortés criticó al presidente del Partido Revolucionario
Institucional (PRI), Manlio Fabio Beltrones, por decir que las reformas
energética, educativa, en telecomunicaciones y otras, aprobadas
mediante el Pacto por México, no son suyas.
“El nuevo presidente del PRI dijo que las reforma eran de su
partido. Mintió”, reclamó Cortés, quien reivindicó su autoría, pero
fueron frenadas por la mezquindad priista durante los gobiernos de
Vicente Fox y Felipe Calderón.
Y lanzó una crítica que también ha hecho Anaya: “Nosotros pusimos
buenas reformas en malas manos. Al gobierno le quedaron grandes las
reformas”.
La postura del PAN en el inicio del periodo de sesiones, luego de
que Peña envió al Congreso su tercer informe de gobierno, fue más
parecida a la postura que, a nombre de ese partido, asumió el senador
Francisco Domínguez Servién en la toma de posesión presidencial, hace
tres años.
Ese 1 de septiembre, Domíguez Servién, hoy gobernador electo de
Querétaro –de donde es Anaya– anunció que el PAN ya no sería oposición,
sino “fuerza transformadora”, tal como lo quiso Gustavo Madero, hoy
defenestrado en ese partido a pesar de ser diputado.
“Más que una oposición, seremos una fuerza política que apostará por
la construcción de acuerdos para impulsar las reformas y leyes que
conduzcan a México hacia un mejor futuro”, dijo en esa ocasión
Domínguez.
Y añadió: “Es imprescindible que los actores políticos tengamos
generosidad y la capacidad de poner nuestras coincidencias por encima
de las diferencias, por legítimas que éstas sean”.
Tres años después, muerto el Pacto por México y tras el derrumbe del
PAN al 21% de la votación y con una bancada de diputados menor a la
anterior –de 1013 a 108–, la “oposición crítica” que prometió Anaya no
fue reivindicada en el discurso de Cortés y sólo clamó por el diálogo.
“Exigimos apertura al diálogo”, imploró, “México se merece más de lo
que le hemos dado”, apeló. “México espera más de nosotros, no podemos
permitirnos fallar”, expuso en su discurso de diez minutos.
Cortés, exsenador, criticó el fracaso de gobierno en seguridad,
combate a la pobreza y corrupción, así como la exoneración de Peña por
la Casa Blanca y el aumento de impuestos con la reforma fiscal. “En los
hechos vemos que este gobierno no movió a México, lo paralizó”, dijo.
Y ofreció: “Desde el Congreso de la Unión podemos cambiar el rumbo del país, venimos a proponer soluciones”.
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