El
sexenio de Enrique Peña Nieto ha cumplido ya tres años. Y a la mitad
del camino el balance no es halagüeño: inflación, devaluación del peso,
caída en la producción, inseguridad creciente, violencia desbordada,
dominio de los cárteles de la droga en vastas zonas del país, desempleo
imbatible y al alza, descrédito del gobierno, enojo empresarial y una
amplia sensación social de malos tiempos.
Objetiva y subjetivamente
México está viviendo una época de vacas flacas, situación económica
innegable que se ve agravada por un clima de violencia e inseguridad
sociales. Esta perversa combinación ha ido generando a lo largo del
trienio un sentimiento de frustración presente en todas las clases
sociales. Y ese sentimiento generalizado de frustración se ha agudizado
con las evidencias de una crisis económica internacional que agrava la
situación económica interna.
Quedaron atrás las esperanzas de
mejoría generadas con la vuelta del PRI (Partido Revolucionario
Institucional) a la Presidencia de la República. Y también generadas
por las promesas de pronto bienestar que traerían unas supuestas
“reformas estructurales” que, consolidadas legalmente, no se han hecho
realidad.
Y los ejemplos saltan a la vista, desbordando el
optimista y complaciente discurso oficial. La llamada reforma educativa
se ha quedado en el papel. No aterriza y no puede aterrizar. Y no puede
hacerlo porque no ha logrado concitar el entusiasmo de los maestros. Y
sin el entusiasmo y concurso de los profesores no hay ni habrá éxito
posible.
Más aún: no sólo no hay entusiasmo; hay oposición. Y
oposición combativa, beligerante, ruidosa, organizada. Y si a lo largo
de tres años la reforma educativa no ha logrado ser materializada, así
fuera en un pequeño porcentaje, es claro que menos podrá avanzar en la
parte del sexenio en la que poco a poco pero indefectiblemente va
reduciéndose el poder real del Presidente de la República. ¿Y hace
falta mucha inteligencia para entender que cuando merma el poder de una
de las partes de un conflicto tiende a acrecentarse el poder de la otra?
¿Y
hace falta mucha inteligencia para percatarse que la principal fuerza
opositora a la llamada reforma educativa, la Coordinadora Nacional de
Trabajadores de la Educación (CNTE), no ha sufrido merma en su fuerza y
que se encuentra viva y actuante, pese a la inmensa y prolongada
campaña mediática oficial para desprestigiarla, inmovilizarla,
disminuirla y derrotarla?
El relevo en la titularidad de la
Secretaría de Educación Pública (SEP) no abona en beneficio de los
afanes reformadores. Al contrario: los limita. El nuevo secretario,
Aurelio Nuño, ha entrado automáticamente a la lista de aspirantes a la
candidatura presidencial priista. Y ha de estar más interesado en
trabajar políticamente esa posibilidad que en embarcarse en una
aventura que tiene todos los visos de terminar en catástrofe.
¿Estará
dispuesto Aurelio Nuño a impulsar el cadáver de la reforma por medio de
métodos autoritarios, violentos y represivos, sabiendo como sabe que
esa vía pondría en peligro mayor sus aspiraciones presidenciales?
Y
ya sabe, además, que en ese propósito no contaría con el apoyo de los
otros aspirantes presidenciales: Beltrones, Osorio, Videgaray y Meade,
por mencionar a los más visibles. Y ya sabe que más bien será al
contrario: zancadillas, intrigas palaciegas, negativa de recursos,
malos consejos, provocaciones, campañas mediáticas destructivas.
Como
se ve, la reforma educativa está muerta, aunque el maquillado cadáver
muestre algún hálito de vida artificial. Y si, como dicen, Aurelio
Nuño, es un hombre inteligente, muy pronto comprenderá que, como se
dice popularmente, lo mandaron a la guerra sin fusil.
Blog del autor: www.miguelangelferrer-mentor
No hay comentarios.:
Publicar un comentario