La mayoría de los pendientes están en la parte social de su gobierno.
“A
mitad del camino de la vida, en una selva oscura me encontraba porque
mi ruta había extraviado” escribió Dante Alighieri en capítulo I de ‘El infierno’ de La Divina Comedia, al referirse al tránsito ineluctable que es el fin de una etapa y el principio del fin…
Así es que en unos cuantos meses se cumplirá esa mitad del camino
ineluctable del gobierno del presidente Enrique Peña Nieto (PRI) y
comienza la ruta hacia el final: Tres años más. Es en diciembre aunque
ya se lleva a cabo la entrega del 3er. Informe que guarda la
administración pública del país… Está bien… de todos modos estos casi
tres años han sido… ‘como cinco minutos…’ ejem…
Resulta que antes esta era una fecha festiva en la que los
presidentes de México iban al Congreso de la Unión para dar “El
Informe” anual. Esto es, para decir lo que se hizo, cuánto se hizo,
cuánto se gastó y las maravillas que se habían conseguido gracias a sus
mandamientos.
El presidente se trasladaba desde la Cámara de Diputados al Palacio
Nacional en un carro descapotado y brillante, para saludar a los miles
de mexicanos de la capital que a su paso le aplaudían a rabiar mientras
que de los edificios caían miles-miles-millones de papelillos de china
con los colores de la bandera para bañar de gloria a quien tenía eso:
la gloria del poder. Y luego el ‘besamanos’ con filas interminables de
señores y señoras que iban a decirle: “Felicidades” en lo que duraba un
tronar de anular con pulgar…
Los criticones de a pie decían que era “la danza de los millones”
por aquello de las millonarias obras que se habían hecho y los millones
que se habían gastado y que no se veía dónde…
Pero en 2008 hicieron una reforma al artículo 69 constitucional por
la que se eliminó la asistencia del presidente de la República a la
apertura del primer periodo de sesiones del Congreso. Es así que ya no
acude personalmente sino que lo envía por escrito en unas cajitas
mágicas que en este caso entregará el secretario de Gobernación, Miguel
Ángel Osorio Chong al Legislativo.
Ocurría que de pronto los diputados de la oposición al partido en el
poder se le ponían al brinco al Ejecutivo y hubo casos en los que se
armó trifulca y hasta le impidieron el paso: Todo un festín de
fuerzas… Al final, y para no hacer el desfiguro, se decidió que ese día
los diputados y senadores no le vieran la cara al presidente de México…
Aunque lo extraño es que esos mismos diputados y senadores que
decidieron cerrarle las puertas del Congreso de la Unión al Poder
Ejecutivo, acuden festivos cuando el presidente lanza sus penas al
viento y dice lo que hubiera dicho frente a ellos en la ceremonia
ritual. Esta vez en Los Pinos. Así que sin zafarranchos están frente a
frente, bien portaditos y vestidos de domingo. Y buscan la foto para
preservar el momento en su álbum familiar. Es así nuestro
republicanismo.
Es eso, un ritual que hay que tomar con cuidado porque se presta a
triunfalismos innecesarios y apologías insanas. Y así es. Triunfalismos
y a justificaciones improbables. Las evidencias de lo que aquí pasa y
lo que ocurre están a la vista y nos muestran que las cosas no están
tan bien aquí. En todo caso el chiste está en ver el tipo de fraseo que
se hace…
En 2012, durante su campaña para conseguir el voto de la mayoría
nacional, el entonces candidato Enrique Peña Nieto juró y requete-juró,
además de suscribirlo ante notario, cuáles eran sus compromisos frente
a los votantes ‘si llegaba a la presidencia de la República’.
Se entiende que al notarizar estos compromisos nos decía que se
obligaba a darles cumplimiento; a menos que eso de suscribir en actas
notariales sus promesas no garantiza su obligado cumplimiento. [Por
cierto ¿Los notarios que registraron todo aquello dónde están, qué
dicen? ¿Quiénes son? ¿Cuál es su responsabilidad en todo esto?]
Fueron 266 promesas de campaña. Firmadas ante notario público. Todas
ellas por la problemática que se le presentaba día a día en sus
recorridos y que urgían atención. Dijo el candidato que su
responsabilidad sería la de hacer que todo ello se solucionara para el
bien de los habitantes de tal o cual lugar y para el bien de la patria…
Sí. Pero no. Resulta que hasta hace muy poco el registro de
cumplimientos muestra que de todos ellos, a ‘esta mitad del camino’ tan
sólo se han resuelto 51 de los 266. Es decir, se arrastra un déficit
aproximado de 215. El argumento de defensa es la crisis económica
mundial.
La mayoría de los pendientes están en la parte social de su
gobierno. La de la solución a los desajustes estructurales; los de la
pobreza, los del hambre, los de dar luz y sonido a la vida de más de 51
millones de mexicanos y de estos en particular a 15 millones que viven
cada día con el ¡Jesús! en la boca.
Acaso la parte de infraestructura, de esos 51 resueltos, sea
mayoría. No obstante, también quedan tres años para saber si los
notarios anotaron bien y si esos mismos notarios nos informan al final
del camino en qué punto quedó lo de las promesas y sus cumplimientos.
Pero más allá, hoy mismo el país está en crisis por incredulidad en
las instituciones, en el gobierno, en los partidos políticos, en las
instituciones electorales. Todo está ahí. Hay depresión económica. Hay
conflictos sociales aquí o allá. La inseguridad sigue rampante mientras
el gobierno nacional ve un México que no es el México en el que vivimos
los que aquí estamos, al pie del cañón.
Informar a la Nación. Sí. ¿Pero qué nos dice que no sepamos? En fin,
por estos días nosotros, como ellos, parafraseemos a Sor Juana:
‘Finjamos que somos felices… triste pensamiento, un rato; quizá podréis
persuadirnos, aunque sabemos lo contrario…’.
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