El público y hasta Conapred la celebran, pero genera molestia
Plagada
de estereotipos de género y de escenas que naturalizan la violencia
contra las mujeres, en especial contra las trabajadoras del hogar, ayer
se estrenó en esta ciudad la película “Hilda. De entrada sin salida”,
que promueve el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación
(Conapred).
En una de las primeras escenas de esta película, Susana Lemerchand
–supuestamente una luchadora social del movimiento estudiantil de 1968,
que abandonó sus ideales para casarse con un hombre rico– entrevista a
distintas mujeres para que cuiden a su nieto cuando su hijo regrese de
Estados Unidos con su esposa, una joven extranjera que reniega de
cuidar al recién nacido.
Sin embargo, las trabajadoras del hogar que solicitan el puesto –de tez
morena, que hablan lenguas originarias, usan trenzas, visten trajes
típicos y se llaman “Juanas” y “Marías”– no son contratadas por Susana
sin dejar claro el por qué.
Finalmente Susana –un ama de casa a quien sus amigas, esposo e hijo
menosprecian (tampoco queda claro el motivo)– contrata a Hilda, la
esposa joven de un jardinero (ella también de piel morena y actitud
sumisa) que le debe dinero a la familia rica.
Hilda –quien no representa el papel estelar– tiene cabello negro y
largo, teje “chambritas”, ve películas viejas en blanco y negro en sus
ratos libres, y obedece sumisamente las indicaciones de su marido y las
de su patrona, Susana.
El personaje de la trabajadora del hogar, interpretado por Adriana Paz,
se viste con un uniforme rosa muy entallado al que el director le
dedica varias tomas que intencionalmente resaltan de espalda la figura
de la actriz.
Como parte de la trama, Susana –que comulga con principios comunistas–
comete varios atropellos contra la trabajadora del hogar, dispone que
sus hijos vayan a una guardería de tiempo completo, la obliga a
quedarse los fines de semana, le niega la posibilidad de que hable por
teléfono con su esposo, le corta el cabello y se lo pinta, le pone
trajes típicos, y la obliga a dormir con ella y a estar juntas todo el
tiempo.
En algunas escenas, Susana (interpretada por la actriz Verónica Langer)
regaña a su marido –un empresario poderoso y adinerado que la denigra–
por llamar a Hilda “gata” y “muchacha”, pero lo corrige llamando a la
mujer “sirvienta”.
Al final del filme no hay ningún mensaje claro que reivindique los
derechos de las trabajadoras del hogar, ya que Susana –lejos de
modificar su postura a favor de los derechos y la dignidad de este
gremio– parece que pierde la razón y es abandonada por toda su familia.
La trabajadora del hogar no se libera por sí misma ni porque alguien
haya reconocido sus derechos, sino –irónicamente– gracias al esposo de
Susana.
En todo el filme, Hilda queda representada como una empleada sumisa y
resentida, que es capaz de robar a Susana en represalia por la
violencia que vivió.
El pretendido “humor negro” de la película deriva de las escenas en las
que se ridiculiza el abandono familiar en el que vive la empleadora, y
se violenta explícitamente a la trabajadora del hogar. El público
derrocha risas y se llegan a escuchar exclamaciones como: “¡La loca
secuestró a la criada!”.
“Hilda. De entrada sin salida” es la ópera prima del regiomontano
Andrés Clariond Rangel, de profesión abogado y con una maestría en cine.
En entrevista con Cimacnoticias, Clariond declaró que no se documentó
sobre las problemáticas que enfrentan las trabajadoras del hogar en
México para reflejarlas en la pantalla grande, y se aventuró a dirigir
la película basado en sus experiencias como integrante de las clases
acomodadas de este país.
“Es una ficción que trata más bien una dependencia psicológica y se
burla o hace humor de estas señoras que fuerzan a las empleadas
domésticas a hacerles compañía. Va a generar debate y reflexión, pero
es como un efecto secundario, no es como un documental que yo haya
planeado”, precisó.
El director destacó que su principal propósito era hacer un producto
entretenido, “una película original” que genere debate sobre el
clasismo, el racismo y la desigualdad social.
“Es provocar una crítica a nuestra clase alta que ha sido representada
más desde el cliché; igualmente el tema de las empleadas domésticas que
se ha manejado con el estereotipo de las telenovelas”, apuntó el
regiomontano, quien quiso centrar la historia en Susana, y “lo difícil
que es ser congruente para alguien que deja sus metas para convertirse
en una señora rica con comodidades, pero que cuando el marido la deja y
el hijo se va enfrenta una crisis”.
Andrés Clariond reveló que ha sido muy difícil la difusión del filme
porque la gente “no está interesada” en ver producciones que hablen
sobre las trabajadoras del hogar, y agradeció al Conapred porque
“vieron la película y les gustó”, y ahora la están promoviendo.
Al respecto, Ricardo Bucio, titular de Conapred –presente en la
proyección– dijo a Cimacnoticias que la película “no naturaliza la
violencia contra las mujeres ni las trabajadoras del hogar”, sino que
pone en la discusión esta problemática.
En contraste, Marcelina Bautista Bautista, directora del Centro de
Apoyo y Capacitación para Empleadas del Hogar (CACEH) –invitada
especial a la premier–, expresó frente al director que no le gustó la
película porque hace que las personas se rían de la violencia,
maltratos que –recordó– enfrentan sus compañeras trabajadoras del hogar
en otros países.
Además, Bautista consideró que la película estuvo centrada en Susana y
no en la trabajadora del hogar, que no fue “realista” y que, en el caso
de la empleadora, reproduce muchas formas de violencia en contra de las
mujeres “que no son motivo de risa”.
La activista –con más de 20 años de trayectoria en la defensa de las
trabajadoras del hogar– recomendó al director de “Hilda. De entrada sin
salida” documentarse más sobre la realidad de este gremio.
Por: Angélica Jocelyn Soto Espinosa, CIMACFoto: César Martínez López, Cimacnoticias, México, DF.-
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