1. Los llamados festejos
del bicentenario del inicio de la revolución de Independencia constituyeron un nuevo agravio al pueblo de México, tanto por la corrupción y la ineptitud con las que el gobierno panista dilapidó cerca de 3 mil millones de pesos en su intento de tornarlos un espectáculo mediático indigno, como por su intento de utilizar la conmemoración para llevar a cabo una campaña propagandística a fin de tergiversar los hechos históricos y el sentido del aniversario, pero tras esos fracasados festejos ahora aparecen nuevas amenazas que no pueden ocultar los fuegos artificiales con los que en vano se buscó engañar al pueblo, y que evidencian que se busca profundizar aún más las mismas políticas antinacionales y antipopulares que han sido el agravio principal en este sexenio.
2. Los festejos
estaban ya desacreditados desde meses atrás por el hecho de que los estaba organizando un gobierno que no fue elegido por el pueblo de México y que en poco menos de cuatro años no ha ocultado su empeño en comprometer la independencia de la nación entregando el petróleo y los recursos estratégicos a multinacionales extranjeras, y cediendo atribuciones soberanas a Washington, lo mismo en lo relativo a la definición de las políticas económicas y sociales que en materia de seguridad interna al aceptar, con el pretexto de la supuesta “guerra contra el narco”, que le fue impuesta a Calderón desde Washington, la intervención de agencias estadunidenses lo mismo en fronteras, aduanas y costas que en el control de las policías y fuerzas armadas, pero tras haberse llevado a cabo los festejos emergen las motivaciones de la derecha para haberse puesto el manto de un fervor patrio que detesta.
3. La derecha calderonista, como resulta evidente, aceptó aparecer, aunque sin mucha convicción, durante los festejos conmemorativos, como un grupo nacional (y no como una mafia que intenta responder a intereses del extranjero) en su afán de poder conservar ese pequeño margen de maniobra que cree tener para proseguir gobernando el país tras el 2012, pero la naturaleza de los festejos ha acabado por desnudar aún más su verdadero propósito que es el de acelerar la imposición en México de los proyectos neoliberales a fin de terminar con todo vestigio de independencia en nuestro país y poder subordinar el destino de México a los intereses de Washington y del gran capital al que se han ido asociando.
4. Los festejos
del bicentenario se llevaron a cabo, en consecuencia, en medio de una gran tensión y con el centro de la capital prácticamente en un estado de sitio, culminando la que ha sido la tendencia de los últimos gobiernos neoliberales: efectuar las ceremonias con una Plaza de la Constitución semivacía, cercada por las fuerzas armadas y en la que militares vestidos de civiles se sitúan frente a Palacio Nacional, de manera que el pueblo no pueda ingresar sino muy difícilmente. Las autoridades panistas conminaron a la gente a lo largo del día a desistir de su empeño de ingresar a la plaza y ver mejor el acto por televisión
, ya que sólo tendrían acceso a ésta 60 mil personas, según advirtió Alonso Lujambio (titular de la SEP) y uno de los principales responsables del desastre, aunque todo mundo sabe que ésta tiene cupo para varios cientos de miles. No es de extrañar, por consiguiente, que tornada en show, la ceremonia resultara un fiasco, al pasar carros alegóricos indignos de un festival de secundaria o, como señalaba El Universal en línea el día 16, cuando a las 21:50 los asistentes dieran la espalda al templete ante un espectáculo que no prendía
y clamaran fraude, fraude
.
5. La que en el pasado era una fiesta de honda tradición cívica y popular quedó reducida de tal suerte por el gobierno de la derecha a un espectáculo televisado de corte hollywoodense y de escasísima calidad, organizado además por una compañía estadunidense, con lo que el gobierno de Calderón dio una vez más muestras de su ineptitud y corrupción hasta para organizar un show mediático. El que quiso presentar como un espectáculo equiparable a las Olimpiadas de Pekín no pasó de ser el mediocre show de un partido del Superbowl, con el pueblo ciudadano, que era antaño el principal actor del festejo, rebajado al rango de televidente cautivo.
6. El propio Felipe Calderón no ocultó en el curso de los festejos, en un gazapo muy ilustrativo, lo que pretenden hacer de México quienes están detrás de él. De lo que se trata, dijo en el discurso oficial que pronunció la mañana del 16 de septiembre, con palabras de resonancia hitleriana, aludiendo a la depredación que ha llevado a cabo de la Constitución, de las instituciones del Estado y sobre todo de la vida de los mexicanos, después de destruir el viejo orden
(es decir al Estado surgido de la Revolución Mexicana), es el construir un nuevo orden
.
7. Los festejos de los 200 años del inicio de la revolución de Independencia mostraron así cuál es la verdadera naturaleza del gobierno que se instauró en México en 2006 por la vía del fraude y de la violencia.
8. Esta grave crisis de las instituciones nacionales la ilustró mejor que nadie el general Guillermo Galván Galván (titular de la Sedena), quien el 13 de septiembre, en un discurso fuera de tono y pasando por encima tanto de las facultades que la Constitución confiere al Ejecutivo y al Legislativo como de las que a su vez son sus limitadas atribuciones, reiteró de manera enfática que con base en sus análisis estratégicos
las fuerzas armadas no dejarían la guerra que supuestamente libran contra el narcotráfico
, pues ello sería contraproducente
, queriendo ignorar que las políticas en materia de seguridad nacional no son constitucionalmente de su competencia, como tampoco le corresponde sustituir al Ministerio Público Federal en la persecución de los delitos, ni mucho menos dictar las políticas generales del Estado.
9. El gobierno de facto de Calderón está, sin embargo, cada vez más aislado en América Latina. Ese aislamiento internacional quedó evidenciado con el desaire que le hicieron a sus festejos los jefes de Estado de los principales países, y en especial los gobernantes latinoamericanos, pues a los actos del 15 y el 16 sólo asistieron el presidente Juan Manuel Santos, de Colombia, quien busca ser identificado como el líder de la derecha en el continente, y el mandatario hondureño Porfirio Lobo, tachado como Calderón de ilegítimo, junto con dos o tres jefes de Estado centroamericanos más.
10. Los festejos del nuevo centenario, como los de hace 100 años, no han hecho por todo más que evidenciar la naturaleza del poder político que hay en México y situar al pueblo ante la gravedad de la situación que prevalece.
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