9/14/2010

LA OPORTINIDAD PERDIDA


Laura M. López Murillo
(especial para ARGENPRESS.info)


En algún lugar del olvido, en el último rincón de la centésima mazmorra del Archivo General de la Epopeyas Nacionales, entre testimonios, planes y tratados, yace la crónica verdadera de la patria; y día tras día, y año tras año, y siglo tras siglo, entre los gritos y la pirotecnia se posterga la reivindicación de la historia...

Dicen los que saben que la historia siempre la escriben los vencedores, que la influencia perversa de una minoría se expande por la imposición de la versión oficial del pasado, y que por eso, los verdaderos héroes de la historia nacional duermen el sueño de los justos en el rincón de los olvidos.
La celebración del bicentenario de la guerra de la Independencia será una ocasión fatalmente memorable que se registrará como una oportunidad perdida para reescribir el pasado y repensar el porvenir.

Hoy por hoy, los festejos del bicentenario que ha preparado el gobierno federal se reducen a costosos espectáculos multimedia que evocan una versión mostrenca de la historia, a ostentosos desfiles de la fuerza pública, a conciertos y verbenas multitudinarios, a un concurso de popularidad donde ganará el mejor ciudadano de México.
Sí! … es cierto que los países y las sociedades son producto y reflejo de su entorno; y en esa lógica, la nación mexicana es un claro exponente de la trivialidad predominante en la posmodernidad, cuando lo sublime y lo excelso se vulgarizan y se venden en la industria del entretenimiento masivo.

Está a punto de perderse la oportunidad de corregir las ambigüedades y los mitos que predominan en los capítulos de la historia nacional, de enmendar el calendario de las conmemoraciones patrióticas eliminando los caprichos de los gobernantes que mancillaron el legado histórico de México. Vgrs: Celebraremos el grito el 15 de septiembre cuando deberíamos conmemorar la consumación de la independentista el 27 de septiembre. Y los verdaderos héroes, aquellos mexicanos que antepusieron sus ideales a los privilegios del poder y la gloria, que asumieron el reto de intervenir en la construcción de una patria seguirán perdidos en el limbo conjurado por la historia oficial. Y las relucientes aras de la patria permanecerán impecables pero vacías, porque en el México del siglo XXI la patria es un concepto lejano y esquivo.

El significado original de la patria surge de la certidumbre de protección, de la convicción de pertenencia; pero ahora, la patria se ha reducido al sinónimo de un Estado incapaz de proteger a sus ciudadanos, de un régimen enfrascado en una guerra sin cuartel y sin estrategia.


A doscientos años de la lucha por la independencia de la corona española, las condiciones predominantes son exactamente las mismas: los grupos marginados permanecen en el lumpen de la miseria y los grupos dominantes se concentran en las élites que ostentan la atribución de distribuir la riqueza nacional.
Somos un país independiente pero no somos una nación libre y soberana, aún dependemos de las decisiones de potencias extranjeras, o consorcios internacionales, acatamos la línea determinada allende las fronteras y nos sumergimos sin pensar en la tendencia que predomina en el mercado.

Descendemos continuamente en la escala de la productividad internacional pero festejaremos el bicentenario con un placebo populista: un mega puente que paralizará la mayoría de las actividades.
La patria ya no ostenta la corona de oliva en las sienes, se erige como hogar y sepulcro de ilusiones y esperanzas; en la mazmorra más oscura del olvido yacen las crónicas verdaderas de las epopeyas nacionales; y día tras día, y año tras año, y siglo tras siglo, entre los gritos y la pirotecnia se posterga la reivindicación de la historia…

Laura M. López Murillo es Licenciada en Contaduría por la UNAM. Con Maestría en Estudios Humanísticos, Especializada en Literatura en el Itesm.

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