19 junio, 2013
A pocos días de haberse reincorporado a la Escuela de
Bellas Artes de San Luis, en la que había sido suspendida por proponer
a su alumnado debatir el libro Hay una chica en mi sopa, en el
que se abordan la diversidad sexual y la violencia de género, Romina
García Hermelo cuenta sus impresiones del proceso que está viviendo y
las dificultades en su provincia tanto para implementar la educación
sexual integral como incluso para manifestar disidencias políticas.
Por Sandra Chaher
COMUNICAR IGUALDAD- Romina García Hermelo tiene 30 años, es comunicadora social y profesora de la universidad y del Colegio Nicolás Antonio de
San Luis, conocido como Bellas Artes. En esta escuela secundaria
pública de la provincia fue suspendida semanas atrás por haberle
propuesto a su alumnado debatir el libro Hay una chica en mi sopa –de la escritora peruana Silvia Núñez del Arco Vidal-, sobre una historia de amor entre una alumna y su profesora de alemán.
Parte del alumnado se quejó, luego lo hicieron un grupo de padres y
la escuela respondió suspendiéndola por 90 días. Luego del escándalo
que la medida desencadenó en una provincia en la que la educación
sexual integral (ESI) no llega a las escuelas, pero donde también se
obstaculiza la militancia política, y que desencadenó en movilizaciones
de apoyo y repercutió en medios de comunicación nacionales, la escuela
dio marcha atrás y reincorporó a la docente pero abriendo un curso
paralelo para que el alumnado elija con quién cursar.
Aun reincorporada, García Hermelo cuenta con una denuncia penal que
le inicio una de las madres, la misma que movilizó la queja dentro de
la escuela y que es profesora de la institución.
-¿En qué estado está tu reincorporación a la escuela?
- El viernes tuve una reunión con el equipo directivo de la escuela
y el facilitador que puso el Ministerio de Educación de San Luis, y
otra con los chicos y el facilitador. Y ayer empecé las clases. Debido
a lo que sucedió ahora se desdobla cuarto año en dos comisiones y los
chicos pueden elegir a cuál ir, esto nunca había pasado antes. Lo
habitual es que si hay problemas te manden a otro colegio. En el 2004
hubo una movida muy importante en la provincia pidiendo que hubiera
paritarias y mucha gente se plegó y la respuesta del Ministerio fue
trasladar a esas personas a otras escuelas. Por eso ahora hay muy poca gente que se suma a paros y marchas, por miedo. En ese sentido mi reincorporación es un logro, pero yo reclamo que debían haberme convocado a una reunión antes de suspenderme.
- ¿Cuál fue el clima de las reuniones?
- Bueno. El tema es que como me desfavorecieron tanto, es difícil
para la Dirección explicar por qué actuó de esa manera. Ellos dicen que
no me convocaron a una reunión con los padres porque había una madre
que era muy violenta. Y yo digo por qué no hicieron entonces una
reunión paralela conmigo. Lo que quieren ocultar es la inoperancia que
tuvieron en el tema.
- ¿Con qué creés que tiene que ver esta inoperancia?
- No sé. Yo hablo de una persecución política, he tenido otros
inconvenientes en esta escuela. Se pusieron por ejemplo muchas excusas
para armar un centro de estudiantes y yo apoyé ese pedido. O hubo
muchos reclamos porque también apoyé a un grupo de alumnos que
reclamaron que mejoraran las condiciones edilicias de la escuela. Esto
hizo que. Antes de esta situación particular, el vicedirector me dijera
un par de veces que me tenían que haber sancionado.
- ¿Parece que están siendo difíciles de tolerar hacia dentro de la escuela los reclamos y la disidencia?
- Cualquier posibilidad de disidencia es muy cuestionada. Al
interior del colegio tratan de sofocar todo. Es un cuerpo directivo con
el que no hay posibilidad de diálogo. Los chicos quieren armar un
centro de estudiantes desde el 2011 y les ponen mil trabas. En general hay muy pocos centros de estudiantes en las escuelas de San Luis y hay un proyecto de investigación que está estudiando esto.
- Me hicieron preguntas. Una chica me preguntó por qué quería que
leyeran ese libro, cuál era el objetivo pedagógico. Muchas se sintieron
culpables, me decían “¿Usted cree que nosotros somos responsables de lo
que le pasó?” Y también plantearon que a ellos no se los escuchó en
todo este proceso.
-¿Qué creés que desencadenó todo lo que sucedió?
- A los chicos yo estaba recién conociéndolos, así que no creo que
el tema haya venido por ahí. Pero hay una mama, la que hace la denuncia
penal, que es docente también de la escuela y que se ve que tiene algo
personal conmigo. Ella nunca me vino a decir nada, pero por otros lados
me llegó, en años anteriores, que no le gusta mi modo de enseñar, que
cuestiona mi vestimenta. Y ella tuvo un rol protagónico en el reclamo
de la escuela y es quien pidió la entrevista con el Ministro de
Educación.
- ¿Cómo se está dando en San Luis en general el proceso de inclusión de la educación sexual (ESI) en las escuelas?
- Creo que hay resistencia a que se hable del tema, algo que está
sucediendo también en otras provincias. Yo empecé a trabajar el tema en
esta escuela a partir de situaciones concretas que atravesé: una alumna
embarazada, muy chica, que me pidió que la ayudara porque si lo contaba
en sus casa la iban a echar; y otra de 15 años que me dijo que era
lesbiana y no sabía cómo plantearlo en su casa. Frente a esto entendí
que había un desamparo y me puse a pensar cómo abordar el tema desde
mis clases en la institución.
- ¿La escuela no le propuso al cuerpo docente que abordara la ESI?
- No, nunca bajó nada desde la escuela. Esto pasa en todas las escuelas de San Luis. Y elegí Hay una chica en mi sopa porque me permitía trabajar, además
de la diversidad de género, la violencia de género, porque la
protagonista tienen un novio con el que tiene relaciones sexuales sin
estar muy convencida, en un rol pasivo, más bien por compromiso. Tuve
también una alumna a la que el novio, que también venía a la escuela,
le pegaba. Entonces también quería que abordáramos la problemática de
la violencia.
- ¿Qué temas percibís que inquietan a chicas y chicos adolescentes?
- Muchos temas. Apenas empezamos este año salió la cuestión del
papa, si papa si o papa no. Como yo soy comunicadora los hago trabajar
mucho con lo que dicen los medios, y debatieron un montón este tema. Hay una chica…
empecé a darlo el año pasado. Ahí tuve chicas lesbianas entre las
alumnas, que manifestaban abiertamente su elección sexual y entonces
esta lectura, como otras, se dieron en un marco de libertad. Pero este
año con estos chicos no pasó eso. Pude percibir que ellos sentían
vergüenza al leerlo, no llegamos a pasar la página 2. Y no está mal que
sientan vergüenza, hay un pudor propio del adolescente. Pero ellos sintieron que yo no estaría ahí para sostenerlos frente a esas dudas y pudores, que los dejaría solos. Sin embargo yo estaba ahí, y creo que es mejor hablar estas cosas que vivir toda la adolescencia con esta vergüenza.
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