67 Festival Internacional de Cine de Cannes
Leonardo García Tsao
Cannes, 22 de mayo.
Desde hace algún tiempo, el cine de Ken Loach se ha vuelto una marca
registrada de corrección política. En su ya larga colaboración con el
guionista Paul Laverty, sus películas se han vuelto esquemas de una
política liberal al servicio de las causas nobles. Su más reciente Jimmy’s Hall no es la excepción.
Situada en el condado de Leitrim en 1932, 10 años después de la
guerra civil irlandesa, la historia se centra en la figura titular de
Jimmy Gralton (Barry Ward, de escasa presencia), quien había estado
exiliado en Estados Unidos. De regreso entre su gente, Gralton vuelve a
abrir el salón de baile que tan popular fue en su momento; ante la
novedad de discos de jazz estadunidense, la comunidad se anima a
convertirlo en un vibrante punto de reunión. Sin embargo, las
autoridades eclesiásticas ven con malos ojos algo que podría ser un
semillero de comunistas, que bailan al ritmo de la
música del diablo.
En pocas palabras, lo que ha hecho Loach es un remake más político de Todos a bailar (Footloose,
1984), con la diferencia de que las fuerzas de la represión tienen en
este caso más poder, al aliarse con los terratenientes del pueblo. La
resolución formal es irreprochable y sobresale la facilidad de Loach
para filmar asambleas verosímiles, sin embargo es una película menor de
un cineasta que, a sus 78 años, ya vio pasar sus mejores días.
Pero uno agradece el academicismo de Ken Loach contrastado con la
desatada exuberancia de el quebequense Xavier Dolan, cuyos 25 años lo
hacen el director más joven de la competencia. Retomando la relación
edípica de su sobrestimada opera prima J’ai tué ma mére (2009), el director da un salto p’atrás de la madurez mostrada en su anterior Tom en la granja (2013) para volver a sus andadas sicodramáticas en algo llamado simplemente Mommy.
Ahora
es la madre (la siempre sobreactuada Anne Dorval) quien padece el
comportamiento incontrolable de su hijo adolescente (el insufrible
Antoine-Olivier Pilon) que francamente sí merecería ser
institucionalizado. Todas las escenas son resueltas a gritos y mentadas
de madre, literalmente, o se someten al gusto musical de Dolan, quien
usa canciones completitas para ensayar su lirismo de videoclip. Para
mayor pretensión, la película está filmada en la inusual proporción
1:1, que reduce la imagen a una incómoda franja vertical. Ésta sólo se
abre a su proporción normal, rectangular, para ilustrar otro feliz
momento musical de esa familia muy disfuncional.
Hay muchos colegas entusiasmados con Mommy, pues la película fue recibida con cálidos aplausos en su función de prensa. Que les aproveche.
Hace unas semanas, el delegado general Thierry Frémaux prometió en
Twitter que todos los días serían soleados en esta edición del festival
de Cannes. Ya nos quedó mal: el lunes estuvo nublado y lloviznó. Pero
hoy al mediodía se soltó la lluvia en serio, aunque no llegó a los
niveles torrenciales del año pasado. No se puede confiar en nadie.
Twitter: @walyder
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