Leonardo García Tsao
El
tema de la migración ha sido abordado por el cine mexicano desde una
variedad de puntos de vista y casi siempre –la excepción sería Norteado (2009), de Rigoberto Pérezcano– en un tono dramático, tal como ocurría en la reciente La jaula de oro, de Diego Quemada-Diez (2013). Una nueva perspectiva es abordada ahora por el realizador Jorge Ramírez-Suárez en Guten tag, Ramón, su cuarto y –hasta ahora– mejor largometraje.
Egresado del Centro de Capacitación Cinematográfica, de la notable generación de los llamados Ukeleles
(única en la que todos sus miembros se han desempeñado en el cine de
alguna u otra manera), Ramírez-Suarez plantea en la película un revés a
las nociones de emigrar al extranjero en condiciones de desventaja.
Aunque en un principio parece que el relato va a seguir la ruta
conocida –el personaje epónimo (Kristyan Ferrer) lleva cinco intentonas
frustradas de cruzar el Río Bravo– y aplicar el melodrama también
convencional –la madre (Arcelia Ramírez) y una abuela enferma (Adriana
Barraza) dependen económicamente de Ramón– Guten tag, Ramón da un giro inesperado.
Por recomendaciones de su amigo el Güero (Héctor
Kotsifakis), el protagonista va a intentar otra opción: viajar por
avión a Alemania y encontrarse allá con una tía del primero. Si bien
parecería improbable que Ramón juntase el dinero suficiente para un
vuelo trasatlántico (y un pasaporte), aceptemos esa licencia de guión.
La siguiente sorpresa es que Ramón no logra encontrar a su contacto. El
joven deberá recurrir a su ingenio para sobrevivir el invierno alemán
en una ciudad pequeña (Wiesbaden, en realidad) donde todo le resulta
ajeno.
Reducido a la indigencia, Ramón recibe algunas muestras de
hostilidad, pero sobre todo comprueba la amabilidad de varias personas.
Sobre todo, la anciana Ruth (Ingeborg Schöner), quien vive sola en su
departamento y encuentra en el joven mexicano a una cooperativa
compañía. Ella se hará cargo de que el joven tenga techo y cobijo, y
hasta procura que una profesional satisfaga sus necesidades sexuales.
Así,
Ramírez-Suárez abandona el melodrama y se aboca a una gentil comedia
donde el choque de idiomas y costumbres va a ser la principal fuente de
humor. Aunque a veces las situaciones se vuelven reiterativas –por
ejemplo, los esfuerzos de Ramón por comprar elementos de la cocina
mexicana con una afable tendera– la película se sostiene gracias a la
simpatía de Ferrer (quien antes había dado muestras de su solvencia en
Las horas muertas, de Aarón Fernández).
La buena recepción que goza el protagonista con Ruth y sus vecinos,
otros viejos solitarios a los que imparte clases de bailar salsa, se
vuelve tan ideal que Guten tag, Ramón es como la fantasía de
todo migrante. Ciertamente describe al pueblo alemán en términos
positivos, cosa que contradice una larga tradición de villanía
cinematográfica derivada de la Segunda Guerra Mundial. Total, una
visión benigna y cálida de la humanidad, en contraste escapista a la
imagen más cruda que el cine suele darnos de la realidad.
Guten tag, Ramón/ Buen día, Ramón. D y G: Jorge
Ramírez-Suárez/ F. en C: Carlos Hidalgo/ M: Rodrigo Flores/ Ed: Sam
Baixauli, Sonia Sánchez Carrasco, Jorge Ramírez-Suárez/ Con: Kristyan
Ferrer, Ingeborg Schöner, Adriana Barraza, Arcelia Ramírez, Rüdiger
Evers/ P: Beanca Films, MPN Cologne Film 3, Fox International
Productions, FIDECINE. México-Alemania, 2013.
Twitter: @walyder
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