Carlos Bonfil
Escena de Sueño de invierno, del turco Nuri Bilge Ceylan, filme dominado por la huella teatral de Shakespeare, Dostoievski y Chejov
Platonov en Capadocia. En los créditos finales de Sueño de invierno (Winter sleep),
del realizador turco Nuri Bilge Ceylan, se alude a las fuentes de
inspiración evidentes: Shakespeare, Dostoievski y, sobre todo, Chejov.
La huella teatral domina en efecto a lo largo de esta cinta de más de
tres horas de duración y diálogos extensos, uno de ellos dura incluso 30
minutos. Nada que no se haya visto antes, particularmente si se
recuerda una cinta como Escenas de un matrimonio, de Ingmar
Bergman, otra inspiración declarada. El protagonista, el quincuagenario
Aydn (Haluk Bilginer), es además un actor retirado, convertido en
propietario del pequeño hotel Otelo literalmente enclavado en la
montañosa región de Capadocia.
El acaudalado dueño de tierras y arrendador de varias casas dedica
sus tiempos libres a la literatura y a la investigación histórica. Vive a
lado de Nihal (Melisa Sözen), su joven esposa, y de Necla (Demet
Akbag), una hermana viuda de lengua muy afilada que continuamente le
recuerda su mediocridad intelectual y el fracaso de su carrera
artística.
Un incidente fortuito, una piedra arrojada a la ventanilla del auto
de Aydn por un niño, el hijo de un arrendatario moroso, desencadena una
serie de dramáticas confrontaciones físicas, pero sobre todo morales,
dentro y fuera del hogar del protagonista. Del rencor de una familia
sumida en la precariedad hacia el propietario afable pero insensible, se
transita rápidamente a los reproches combinados de la esposa y hermana
de Aydn, quienes coinciden en señalarle su egoísmo, mezquindad moral y
sobre todo falta de carácter y ambiciones. Por su parte, él expone con
aspereza los puntos vulnerables de sus interlocutoras: pereza,
frustración, y un altruismo hacia las causas nobles, producto de la mala
conciencia y de una vida ociosa.
El director muestra con lirismo característico el paisaje de
una Anatolia nevada, pero concentra lo esencial de la trama en
interiores claustrofóbicos que devienen confesionarios de desencuentros
afectivos y aspiraciones derrotadas. La confrontación más inclemente es
la de Aydn y su joven esposa, ya que, según admite el director, “si
conoces a alguien muy bien, eso significa que también y conoces sus
debilidades y sus puntos vulnerables. En ocasiones esa es la tragedia
del matrimonio. (Sight and Sound, diciembre 2014). La visión
del cineasta turco es declaradamente pesimista, cercana en efecto a la
del cine de Bergman y tributaria del desencanto existencial del teatro
de Chejov. Por ello resultan ociosos los reproches a la extensión de la
cinta y de sus diálogos. Sería tanto como desechar una valiosa tradición
fílmica emparentada con el teatro. Basta reconocer el vigor dramático
de la propuesta, las actuaciones sobresalientes y la calidad plástica
del resultado, valorar también el equilibrio entre la lucidez del punto
de vista autoral y sus conclusiones en definitiva generosas, para
entender por qué la cinta conquistó este año el máximo galardón en el
Festival de Cannes.
Se exhibe en la sala 1 de la Cineteca Nacional. 12 y 18.15 horas.
Twitter: @Carlos.Bonfil1
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