Carlos Bonfil
Elogio
de la solidaridad. Quienes hayan seguido de cerca la filmografía de los
hermanos belgas Jean-Pierre y Luc Dardenne, habrán podido constatar su
fidelidad a temas recurrentes, como el déficit de solidaridad en las
sociedades modernas, los dilemas morales que dicho fenómeno plantea a
los individuos y las posibles soluciones, delicadas y provisorias, que
suele ofrecer una apuesta humanista.
Tómese La promesa (1996),
tercer largometraje de los Dardenne, donde un niño se enfrenta al
dilema de mantener lealtad a su padre, dueño de una fábrica que emplea
a trabajadores indocumentados, y la promesa que hace a la esposa de uno
de esos obreros cuando este último fallece víctima de un accidente
laboral. Dilemas igualmente difíciles se presentan en otras de sus
cintas; el más delicado tal vez sea el del padre que pierde a su hijo y
debe decidir entre vengar o perdonar al empleado adolescente
responsable de su muerte (El hijo, 2002).
En Dos días, una noche, su película más reciente,
el asunto de la solidaridad moral tiene que ver con una persona muy
vulnerable, Sandra (Marion Cotillard), obrera en una fábrica de celdas
solares, quien luego de una larga depresión nerviosa se encuentra a
punto de perder su empleo. Su suerte depende de que sus 16 colegas
rechacen la propuesta del patrón de ofrecerles un bono de mil euros a
cambio de consentir el despido de la joven. Mantenerla en su puesto
equivale para ellos a privarse de una prima laboral tentadora. Durante
el fin de semana previo a la votación definitiva, Sandra intentará
convencer, sin victimismo ni reclamos, a cada uno de sus colegas de
renunciar a ese bono y solidarizarse con ella para poder conservar su
empleo.
El caso no
es una ficción pura. Negociaciones de ese tipo se han multiplicado en
países industriales donde los patrones fomentan la competitividad y la
rivalidad entre sus empleados, donde los recortes de personal
desalientan todo impulso solidario, y donde también se acentúan las
sensaciones de inseguridad y miedo ante la posibilidad real de
desempleo y pérdida del estatus social conquistado.
La fina observación social de los Dardenne y la impecable actuación
de una Marion Cotillard de figura nerviosa y frágil, consiguen
involucrar de lleno al espectador en una historia que plantea una
elección moral compleja (renunciar al beneficio propio en aras de un
interés ajeno), describiendo de paso, en el microcosmos laboral, la
insensibilidad de una sociedad que propicia el triunfo final del
individualismo sobre el interés de la colectividad. Una realización
sobria y contenida resume en la crónica puntual de dos días agitados,
los escollos a que se enfrenta una vacilante noción de solidaridad en
los tiempos neoliberales.
Se exhibe en la sala 3 de la Cineteca Nacional, 13 y 16 horas.
Twitter: @CarlosBonfil1
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